Eso es lo raro, cuesta creer que Porsche no sepa cómo son sus clientes. Mi socio tiene un carrera turbo s y un macan gts, no le des electricos ni en sueños, y así son todos los que yo conozco, por ende, me extraña tan enorme error con su clientela
Creo que ya se ha comentado en otro mensaje pero...
Esos "acérrimos porschistas" tampoco iban a "tragar" con refrigeración líquida en el "nueveonce", ni con cambios automáticos, ni con boxsters de cuatro cilindros, ni con SUVs... y míralos ahora.
Coincido también en que los eléctricos son
fundamentalmente mejores en todo, pero no son
tácticamente mejores
hoy (alcance de las baterías y tiempo de recarga, principalmente) y creo que se equivoca quien habla de "alma y temperamento": los motores eléctricos dan cifras de tracción, potencia y par absurdas (que es lo que busca la inmensa mayoría de los conductores "deportivos", de ahí que a las "nuevas generaciones" les costase tan poco aceptar los motores de turbo pequeño... ¡incluso diesel!). Igualmente, no ha habido grandes problemas a la hora de aceptar algo tan absurdo como el "sonido sintético" que hoy ya está en buena parte de los vehículos deportivos, así que incluso eso puede trasportarse a los eléctricos (aunque, moviendo las palancas adecuadas, no dudo de que el silencio del eléctrico se pueda poner en valor, también ante los "puristas"). En resumen, con el debido marketing no veo difícil conseguir cambiar la percepción de ese público para que consideren que los eléctricos no solo tienen también "alma", sino incluso más que los de gasolina porque cada cosa de la que te hablen los "puristas" lo puede hacer mejor un eléctrico: ¿par y potencia? "check"; ¿balance de masas? "check"; ¿habitabilidad? "check"; ¿tracción y paso por curva? "check"; ¿inmediatez de respuesta? "check"; ¿diseño? "check"...
Pero este tipo de "tecnologías revolucionarias", como la electrificación, se enfrentan a dos problemas sistémicos: el primero es que, independientemente de su potencial, para siquiera entrar en el mercado lo tienen que hacer por lo menos tan bien como aquello a lo que pretenden sustituir y, no solo la tecnología sino todo el ecosistema alrededor de la combustión interna es tremendamente maduro después de más de un siglo de refinamiento y entrar en él requiere una inversión enorme, tanto económica como legal y política (las Fuerzas de Porter). Una de las formas de crear esa "punta de lanza" es, nos guste o no, el apoyo gubernamental (como ya ocurrió con el propio motor de combustión: no estaría donde está sin el apoyo de Estados Unidos a su desarrollo durante toda la primera mitad del SXX en contra del ferrocarril) y, sea por "convicción medioambiental", sea por lobbyismo, sea por una mezcla de todo ello, es justo lo que estamos viendo.
El otro problema reside en el propio capitalismo: su premisa básica es que, de algún modo, del egoísmo individual surge el beneficio colectivo, algo que es cierto... menos cuando no. La "solución" para la implantación masiva del vehículo eléctrico es tan obvia que duele: módulos de baterías intercambiables semejantes a las pilas del mando a distancia de tu televisión. Llegar a la estación de servicio y en el tiempo en el que hoy llenas el depósito, que te retiren las baterías gastadas y te pongan otras ya recargadas. Pero no lo verás (al menos no en el corto plazo o a menos que haya una directiva legal que obligue a ello) porque todos los agentes implicados quieren ganar ellos y monopolizar, no solo el propio negocio del coche eléctrico, sino también y principalmente el del ciclo de vida de las baterías y las estaciones de recarga, lo opuesto a la compatibilidad, y eso sin entrar siquiera en que el propio modelo de propiedad también preferirían abandonarlo en favor de algún modelo de "pago por uso". La fábula del escorpión y la rana.
De todos modos, en esto de la electrificación las marcas cuentan menos que los grupos. A un grupo como VAG realmente le importa poco el futuro de Porsche, salvo como marca "halo" para el resto de su cartera (como, dentro de Porsche, no importan tanto las ventas directas del "nueveonce" como el efecto halo que genera sobre el resto de sus modelos). Acercándolo más a este foro, a LVMH o Richemont no le preocupa demasido si la nueva generación deja de comprar relojes mecánicos; simplemente potenciarán más el champagne o los perfumes; los que sí tienen un problema serio si se dejan de vender relojes mecánicos son Swatch o Wilsdorf porque no tienen otra cosa. El problema es que los grupos occidentales, fundamentalmente por lo dicho de la fábula del escorpión y la rana, todavía no han sido capaces (y, quizá, nunca lo hagan) de ponerse en serio a buscar soluciones a largo plazo (tampoco es novedad: con sus "revoluciones" respectivas, ya les pasó a los lideres del negocio de máquinas de escribir con los ordenadores o a los de fotografía química con la digital)