Goldoff
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Como ya anuncié en este hilo, gracias a Bell & Ross España he podido disfrutar durante algunos días de una pieza que en circunstancias normales ni siquiera hubiera podido contemplar en directo. Como dije en la presentación de la novedad, se trata de un primero y de un cuarto: cuarta vez que Bell & Ross toma como motivo la calavera para sus relojes cuadrados, y -esto no es oficial sino una suposición- el primer modelo de una nueva etapa en lo tocante al diseño de las cajas.
Porque el nuevo Bell&Ross BR 01 CyberSkull es diferente a todo lo presentado hasta ahora, hasta el punto de que la marca no lo ha encuadrado en ninguna de las familias preexistentes. Aun así, mantiene los vinculos con la aviación, aunque ligeramente distintos de los que le conocíamos hasta ahora. Desde luego no es la primera vez que B&R utiliza cerámica para sus cajas, pero si la primera vez que le da unas formas facetadas que si bien la separan de los característicos instrumentos de vuelo (un círculo dentro de un cuadrado) la acercan a modelos conocidos de cazas de combate, como el Lockheed F117.
Para empezar, la caja del BR 01 CyberSkull no tiene asas. ¿No? En realidad las tiene tan integradas (sobresalen unos milímetros) que a primera vista casi no se perciben. Esto, y el hecho de que la correa de caucho tenga unas pequeñas "alas" que cubren el espacio de esas asas le da un aspecto "stealth", complementado por las facetas adiamantadas -por el tipo de corte- que presenta. Esas facetas están principalmente en dos planos: uno perpendicular al fondo y otro inclinado entre ambos, más plano en la trasera. Puede que no lo parezca, y ahí radicaría su gracia, pero este diseño está muy trabajado.
También están facetados ambos cristales, el del frente y el de la trasera, siguiendo exactamente las inclinaciones de la caja. Estas facetas los "levanta" como un milímetro por encima de la misma y les da un aspecto de muy grueso, y mirando con la lupa de aumento se aprecia aun otro milímetro que se inserta dentro de la caja. Esto hace que por lo menos el superior quede muy expuesto a golpes "cortantes", pero no me parece que estos relojes vayan a llevar una vida muy estresada. Este cristal superior lleva grabados los índices por la parte interior, y la mayoría de ellos son visibles a pesar de ser de color negro porque quedan fuera de la silueta de la calavera.
Calavera que contiene el calibre manual llamado BR-CAL.208, diseñado específicamente para este reloj (cómo no, ¡tiene forma de calavera!) por una fábrica de maravillas llamada Concepto pero en el que la propia Bell & Ross no se detiene demasiado a la hora de las especificaciones: lo único que sé es que es de carga manual; carga que al menos en esta unidad se va endureciendo a medida que progresa. Eso y la corona facetada, que se clava en los dedos, hace la operación sea verdaderamente dificultosa. Y es una pena, porque al placer de dar cuerda se une (se uniría) el de ver cómo la calavera abre y cierra la mandíbula inferior en una carcajada que dura lo que dura el remonte, dejando ver en cada intervalo el barrilete calado que queda justo detrás.
Justo en el lado opuesto, a las doce, vemos el volante oscilando -calculo- a 4 Herzios o, lo que sería lo mismo, 28.800 alternancias por hora. Este movimiento oscilante le da vida al reloj en un doble sentido: obviamente, lo hace funcionar, pero al mismo tiempo transmite la sensación de vida... en un símbolo de la muerte tan característico como es una calavera. Calavera, por cierto, que está hecha igualmente de cerámica probablemente sinterizada (prensada en molde y sometida a presión y temperatura) aunque por el aspecto visto en macro parecería que se ha impreso en 3D. En cualquier caso el resultado es impresionante, repitiendo el concepto de facetado de la caja aunque esta vez antropomórfico. Las dos tibias que completan la puesta en escena tienen la función práctica de anclar el movimiento a la caja mediante un conjunto de tornillo/contra-tornillo (¿existe eso?) que se ven en ambos lados.
Otro lado opuesto. La trasera. Igualmente atractiva gracias a la disposición del único puente visible, que acoge todo el tren de ruedas "al aire" permitiendo ver la transmisión del movimiento del volanta hacia éste. Otra transmisión que también podremos contemplar es la del tren de carga, que se moverá simultáneamente al girar la corona para darle cuerda. Cinco engranajes contando el piñón de remontuar, perpendicular a los otros cuatro. Aquí se ven unas facetas, menos acentuadas, realizadas en la tapa trasera -fijada con cuatro pequeños tornillos-, que sujeta el cristal del fondo. Seguramente sea por esto y por la corona sin atornillar que se le conceda la minima resistencia al agua: 30 metros pero, who minds?
Las dimensiones son muy de la casa: 45mm de ancho por 46,5 de alto y 150 gramos de peso. Con ellas, uno podría pensar que sólo es apto para muñecas por encima de 20 centímetros de circunferencia, pero es sorprendentemente cómodo en una de sólo 17 centímetros: gracias a sus 14mm de grosor la sensación es la de llevar un smart watch. Grandote, eso sí. Si tenemos en cuenta que los cristales sobresalen de la caja un milímetro cada uno el resultado es que ésta sólo "hace" 12mm. Una caja que atrae constantemente la mirada más allá del autómata que contiene: esas aristas tienen que estar muy bien estudiadas para dar la sensación de equilibrio que transmiten. Tanto recuerda al avión ultrasónico como al monolito de 2001 de Kubrick, y uno puede -si quiere y tiene tiempo- elucubrar sobre el mensaje de la película, la vida y la muerte... vale, se me va la olla. La parte práctica es que es cómodo de llevar. Que sea una edición limitada a 500 unidades lo hace exclusivo, pero todavía lo hace más exclusivo su precio de casi diez mil euros. Un alto -altísimo- porcentaje de aficionados dirá que por ese precio hay muchas alternativas: es obvio que este reloj no es para ellos. En realidad no se me ocurre cuál sería el cliente objetivo y tiendo más a pensar en una talking-piece para dar entrada a una nueva familia de cajas que ¿ya lo he dicho? a mí me parece muy interesante.
Hace unos meses dije que el BR-05 me parecía poco menos que una travesura -por no decir una boutade- del equipo de diseño liderado por la B de la marca (Bruno Belamich) porque en mi opinión recordaba a demasiados iconos de la relojería clásica (algo que por otra parte no impidió que esa colección de nuevo cuño fuera best seller del año 2019) y me dio por pensar que tal vez el filón de los relojes de aviación se les estaba agotando... nada más lejos de la realidad. Creo que con esta nueva familia BR-01 Bell & Ross vuelve a ponerse en la casilla de salida y tiene un amplio campo por explorar.
Porque el nuevo Bell&Ross BR 01 CyberSkull es diferente a todo lo presentado hasta ahora, hasta el punto de que la marca no lo ha encuadrado en ninguna de las familias preexistentes. Aun así, mantiene los vinculos con la aviación, aunque ligeramente distintos de los que le conocíamos hasta ahora. Desde luego no es la primera vez que B&R utiliza cerámica para sus cajas, pero si la primera vez que le da unas formas facetadas que si bien la separan de los característicos instrumentos de vuelo (un círculo dentro de un cuadrado) la acercan a modelos conocidos de cazas de combate, como el Lockheed F117.
Para empezar, la caja del BR 01 CyberSkull no tiene asas. ¿No? En realidad las tiene tan integradas (sobresalen unos milímetros) que a primera vista casi no se perciben. Esto, y el hecho de que la correa de caucho tenga unas pequeñas "alas" que cubren el espacio de esas asas le da un aspecto "stealth", complementado por las facetas adiamantadas -por el tipo de corte- que presenta. Esas facetas están principalmente en dos planos: uno perpendicular al fondo y otro inclinado entre ambos, más plano en la trasera. Puede que no lo parezca, y ahí radicaría su gracia, pero este diseño está muy trabajado.
También están facetados ambos cristales, el del frente y el de la trasera, siguiendo exactamente las inclinaciones de la caja. Estas facetas los "levanta" como un milímetro por encima de la misma y les da un aspecto de muy grueso, y mirando con la lupa de aumento se aprecia aun otro milímetro que se inserta dentro de la caja. Esto hace que por lo menos el superior quede muy expuesto a golpes "cortantes", pero no me parece que estos relojes vayan a llevar una vida muy estresada. Este cristal superior lleva grabados los índices por la parte interior, y la mayoría de ellos son visibles a pesar de ser de color negro porque quedan fuera de la silueta de la calavera.
Calavera que contiene el calibre manual llamado BR-CAL.208, diseñado específicamente para este reloj (cómo no, ¡tiene forma de calavera!) por una fábrica de maravillas llamada Concepto pero en el que la propia Bell & Ross no se detiene demasiado a la hora de las especificaciones: lo único que sé es que es de carga manual; carga que al menos en esta unidad se va endureciendo a medida que progresa. Eso y la corona facetada, que se clava en los dedos, hace la operación sea verdaderamente dificultosa. Y es una pena, porque al placer de dar cuerda se une (se uniría) el de ver cómo la calavera abre y cierra la mandíbula inferior en una carcajada que dura lo que dura el remonte, dejando ver en cada intervalo el barrilete calado que queda justo detrás.
Justo en el lado opuesto, a las doce, vemos el volante oscilando -calculo- a 4 Herzios o, lo que sería lo mismo, 28.800 alternancias por hora. Este movimiento oscilante le da vida al reloj en un doble sentido: obviamente, lo hace funcionar, pero al mismo tiempo transmite la sensación de vida... en un símbolo de la muerte tan característico como es una calavera. Calavera, por cierto, que está hecha igualmente de cerámica probablemente sinterizada (prensada en molde y sometida a presión y temperatura) aunque por el aspecto visto en macro parecería que se ha impreso en 3D. En cualquier caso el resultado es impresionante, repitiendo el concepto de facetado de la caja aunque esta vez antropomórfico. Las dos tibias que completan la puesta en escena tienen la función práctica de anclar el movimiento a la caja mediante un conjunto de tornillo/contra-tornillo (¿existe eso?) que se ven en ambos lados.
Otro lado opuesto. La trasera. Igualmente atractiva gracias a la disposición del único puente visible, que acoge todo el tren de ruedas "al aire" permitiendo ver la transmisión del movimiento del volanta hacia éste. Otra transmisión que también podremos contemplar es la del tren de carga, que se moverá simultáneamente al girar la corona para darle cuerda. Cinco engranajes contando el piñón de remontuar, perpendicular a los otros cuatro. Aquí se ven unas facetas, menos acentuadas, realizadas en la tapa trasera -fijada con cuatro pequeños tornillos-, que sujeta el cristal del fondo. Seguramente sea por esto y por la corona sin atornillar que se le conceda la minima resistencia al agua: 30 metros pero, who minds?
Las dimensiones son muy de la casa: 45mm de ancho por 46,5 de alto y 150 gramos de peso. Con ellas, uno podría pensar que sólo es apto para muñecas por encima de 20 centímetros de circunferencia, pero es sorprendentemente cómodo en una de sólo 17 centímetros: gracias a sus 14mm de grosor la sensación es la de llevar un smart watch. Grandote, eso sí. Si tenemos en cuenta que los cristales sobresalen de la caja un milímetro cada uno el resultado es que ésta sólo "hace" 12mm. Una caja que atrae constantemente la mirada más allá del autómata que contiene: esas aristas tienen que estar muy bien estudiadas para dar la sensación de equilibrio que transmiten. Tanto recuerda al avión ultrasónico como al monolito de 2001 de Kubrick, y uno puede -si quiere y tiene tiempo- elucubrar sobre el mensaje de la película, la vida y la muerte... vale, se me va la olla. La parte práctica es que es cómodo de llevar. Que sea una edición limitada a 500 unidades lo hace exclusivo, pero todavía lo hace más exclusivo su precio de casi diez mil euros. Un alto -altísimo- porcentaje de aficionados dirá que por ese precio hay muchas alternativas: es obvio que este reloj no es para ellos. En realidad no se me ocurre cuál sería el cliente objetivo y tiendo más a pensar en una talking-piece para dar entrada a una nueva familia de cajas que ¿ya lo he dicho? a mí me parece muy interesante.
Hace unos meses dije que el BR-05 me parecía poco menos que una travesura -por no decir una boutade- del equipo de diseño liderado por la B de la marca (Bruno Belamich) porque en mi opinión recordaba a demasiados iconos de la relojería clásica (algo que por otra parte no impidió que esa colección de nuevo cuño fuera best seller del año 2019) y me dio por pensar que tal vez el filón de los relojes de aviación se les estaba agotando... nada más lejos de la realidad. Creo que con esta nueva familia BR-01 Bell & Ross vuelve a ponerse en la casilla de salida y tiene un amplio campo por explorar.