joler
De la casa
Sin verificar
LA CAZA
Apenas el sol había tocado el primer punto del litoral español cuando ya nos encaminábamos a disfrutar una jornada de playa con la ilusión propia de los días de vacaciones.
La playa, a la que sólo se podía llegar tras una larga caminata o en barco, estaba en una zona sin cobertura.
No es que yo sea de los que actualizan continuamente su perfil de Instagram pero días atrás había descubierto en la espesura de la Red de redes un lote de relojes para reparar cuya subasta finalizaba precisamente el día de la excursión campestre.
Las pujas estaban engañosamente detenidas en 30 euros y aunque había solamente 7 pujadores uno de ellos era un experimentado tiburón con mas de 1.000 transacciones. Todo ello presagiaba un final repleto de giros vertiginosos e inesperados.
Llegar a la playa, confirmar que no había cobertura y ponerme en modo Predator fue todo uno.
Observé que la playa estaba rodeada por un farallón no demasiado elevado y concebí el descabellado plan de subir al punto más alto con la esperanza de recuperar la cobertura y pujar por el deseado botín.
El ascenso no entrañaba una gran dificultad salvo si se sigue escrupulosamente el manual del veraneante despreocupado: sol abrasador, chanclas, sin agua...
El caso es que algunos resbalones más tarde, arrastrando una ligera descompensación del balance hídrico pero con la integridad física y la autoestima intactas... hice cumbre.
Sólo quedaban 5 minutos para el fin de la subasta por lo que, muy a mi pesar, tuve que prescindir de la tradicional pose brazos en jarras mirando al horizonte y me entregué a la búsqueda de cobertura.
Mirada al cielo, carreras brazo en alto sosteniendo el móvil, cambios de dirección al estilo rabdomante... Inútil. Ni San Android ni Santa Cobertura escuchaban mis plegarias.
Pasaron unos minutos interminables.
Una lagartija se escabulló entre las piedras y una cabra cruzó la escena indiferente -¡Dios, qué susto!-
De pronto, se escuchó el soniquete de los mensajes entrantes y recuperé la esperanza.
Por fin tenía cobertura y podría pujar a falta de 40 segundos.
La puja seguía en 30 euros por lo que me dispuse a aplicar la fórmula secreta que tantos éxitos me ha proporcionado.
PM=Pa{NP 5%+P>100015%} +FS 15%
De donde la puja máxima sera igual a la puja actual con un incremento del 5% por cada uno de los pujadores que sigan la subasta más un 15% adicional por cada pujador con mas de 1.000 transacciones.
A todo ello se sumará un factor de seguridad de otro 15%.
Envíe mi puja máxima y en breve recibí el mensaje que me confirmaba como ganador a lo que correspondí con un ¡Tomaaaa!. La lagartija asomó tímidamente la cabeza y la cabra emitió un lacónico Beeeeee y se alejó bricando alegremente.
Brincando alegremente, también, bajé a trompicones y a las preguntas de los presentes sobre mi ausencia respondí con un lacónico Beeeeeee.
Bueno, realmente señalé el promontorio de rocas y dije: Estuve ahí arriba haciéndome un "selfie".
EL DESMONTAJE
Según el vendedor el reloj no funciona y el indicador de reserva de marcha está al máximo lo que puede indicar una avería grave o la simple necesidad de limpieza y lubricación.
Afortunadamente cuando lo recogí dos semanas después el reloj estaba en marcha aunque hacía paradas intermitentes y era incapaz de agotar la reserva de marcha.
Al movimiento se accede desde la parte superior y tras retirar el dial nos encontramos con una gran placa que lo cubre por completo. Los huecos del lado izquierdo corresponden a diferentes complicaciones de las que carece este modelo.
Detrás de la primera placa hay otra mucho mas gruesa sin decoración alguna y será al levantar esta cuando accederemos a la esencia del tourbillon.
Sí, la imagen es deliberadamente confusa e intenta dar una sensación de complejidad que en realidad no existe.
En la parte superior tenemos el barrilete con las piezas necesarias para la reserva de marcha que es excepcionalmente precisa.
A continuación la rueda de centro y, bajo la jaula del tourbillon, lo que en un rodaje convencional sería la rueda primera.
La diferencia esencial entre un rodaje convencional y un tourbillon es que en el primero las distintas ruedas van montadas una al lado de la otra mientras que en el tourbillon el montaje se hace en altura.
Por eso el tourbillon deja tanto espacio libre en la máquina al igual que un bloque de viviendas ocupa menos espacio que un conjunto de chalets.
El volante es más convencional de lo que pudiera parecer con la única diferencia de que su puente es especialmente fino, frágil y flexible. Los tornillos de compensación son falsos.
En este sentido, hay que prestar especial atención a la hora de apretar los tornillos y hacerlo poco a poco y a la vez. En caso contrario el puente se deforma y el volante se detiene.
Debajo encontramos otro delicado puente cubriendo el áncora y la rueda de escape.
La rueda tachada no cumple función alguna en esta versión.
Sin el puente se aprecia mejor la ubicación de ambos elementos y se empieza a intuir la forma en que la rueda de escape se desplaza.
Ahora tan sólo nos queda la jaula del tourbillon que está formada tanto por la parte de latón como por la rueda plateada que va fijada con tornillos a la platina del reloj y que se unen por un cojinete de bolas.
Finalmente la platina desnuda.
Respecto al funcionamiento del mecanismo y respondiendo a la eterna polémica sobre si se trata de un tourbillon o un carrusel lo mejor es acudir a la patente de Breguet y al texto escrito de su puño y letra.
La rueda A recibe la acción del resorte motor y la transmite a todo el sistema móvil encerrado en la jaula B
La rueda C está fijada a la caja del reloj.
El piñón D hace un sólo cuerpo con la jaula móvil B y engrana en la rueda motriz A.
En el eje E se sitúa el piñón de la rueda de escape que engrana en la rueda fija C.
Otra imagen para ilustrar la explicación.
Para finalizar una toma del piñón de la rueda de escape que engrana en el borde de la rueda fija.
Como ya sabéis estos relojes han sido fabricados en China por Liaoning y se podían conseguir por unos 500 euros.
También existe la versión suiza de Cecil Purnell ampliamente mejorada que costaba unos 20.000 euros.
Tras la experiencia considero que cualquier relojero que toque relojes mecánicos está sobradamente capacitado para revisar un tourbillon.
El tourbillon tiene las mismas piezas que un rodaje convencional pero con una disposición tan ingeniosa que modifica totalmente su apariencia a la vez que lo dota de unas cualidades prácticas y estéticas de las que el rodaje convencional carece.
Su gran limitación hasta los años 80 fue la dificultad para diseñar y construir una jaula con las características de peso y fiabilidad necesarios. Actualmente ambos aspectos, como tantos otros, están al alcance de cualquiera que tenga a su alcance una impresora 3D.
Tampoco me ha parecido un dispositivo especialmente delicado desde el punto de vista mecánico, otra cosa es que su manipulación si lo sea.
Y con esto me despido
Esperando que haya gustado
Que el otro día en un pueblo
Hasta piedras me tiraron.
Apenas el sol había tocado el primer punto del litoral español cuando ya nos encaminábamos a disfrutar una jornada de playa con la ilusión propia de los días de vacaciones.
La playa, a la que sólo se podía llegar tras una larga caminata o en barco, estaba en una zona sin cobertura.
No es que yo sea de los que actualizan continuamente su perfil de Instagram pero días atrás había descubierto en la espesura de la Red de redes un lote de relojes para reparar cuya subasta finalizaba precisamente el día de la excursión campestre.
Las pujas estaban engañosamente detenidas en 30 euros y aunque había solamente 7 pujadores uno de ellos era un experimentado tiburón con mas de 1.000 transacciones. Todo ello presagiaba un final repleto de giros vertiginosos e inesperados.
Llegar a la playa, confirmar que no había cobertura y ponerme en modo Predator fue todo uno.
Observé que la playa estaba rodeada por un farallón no demasiado elevado y concebí el descabellado plan de subir al punto más alto con la esperanza de recuperar la cobertura y pujar por el deseado botín.
El ascenso no entrañaba una gran dificultad salvo si se sigue escrupulosamente el manual del veraneante despreocupado: sol abrasador, chanclas, sin agua...
El caso es que algunos resbalones más tarde, arrastrando una ligera descompensación del balance hídrico pero con la integridad física y la autoestima intactas... hice cumbre.
Sólo quedaban 5 minutos para el fin de la subasta por lo que, muy a mi pesar, tuve que prescindir de la tradicional pose brazos en jarras mirando al horizonte y me entregué a la búsqueda de cobertura.
Mirada al cielo, carreras brazo en alto sosteniendo el móvil, cambios de dirección al estilo rabdomante... Inútil. Ni San Android ni Santa Cobertura escuchaban mis plegarias.
Pasaron unos minutos interminables.
Una lagartija se escabulló entre las piedras y una cabra cruzó la escena indiferente -¡Dios, qué susto!-
De pronto, se escuchó el soniquete de los mensajes entrantes y recuperé la esperanza.
Por fin tenía cobertura y podría pujar a falta de 40 segundos.
La puja seguía en 30 euros por lo que me dispuse a aplicar la fórmula secreta que tantos éxitos me ha proporcionado.
PM=Pa{NP 5%+P>100015%} +FS 15%
De donde la puja máxima sera igual a la puja actual con un incremento del 5% por cada uno de los pujadores que sigan la subasta más un 15% adicional por cada pujador con mas de 1.000 transacciones.
A todo ello se sumará un factor de seguridad de otro 15%.
Envíe mi puja máxima y en breve recibí el mensaje que me confirmaba como ganador a lo que correspondí con un ¡Tomaaaa!. La lagartija asomó tímidamente la cabeza y la cabra emitió un lacónico Beeeeee y se alejó bricando alegremente.
Brincando alegremente, también, bajé a trompicones y a las preguntas de los presentes sobre mi ausencia respondí con un lacónico Beeeeeee.
Bueno, realmente señalé el promontorio de rocas y dije: Estuve ahí arriba haciéndome un "selfie".
EL DESMONTAJE
Según el vendedor el reloj no funciona y el indicador de reserva de marcha está al máximo lo que puede indicar una avería grave o la simple necesidad de limpieza y lubricación.
Afortunadamente cuando lo recogí dos semanas después el reloj estaba en marcha aunque hacía paradas intermitentes y era incapaz de agotar la reserva de marcha.
Al movimiento se accede desde la parte superior y tras retirar el dial nos encontramos con una gran placa que lo cubre por completo. Los huecos del lado izquierdo corresponden a diferentes complicaciones de las que carece este modelo.
Detrás de la primera placa hay otra mucho mas gruesa sin decoración alguna y será al levantar esta cuando accederemos a la esencia del tourbillon.
Sí, la imagen es deliberadamente confusa e intenta dar una sensación de complejidad que en realidad no existe.
En la parte superior tenemos el barrilete con las piezas necesarias para la reserva de marcha que es excepcionalmente precisa.
A continuación la rueda de centro y, bajo la jaula del tourbillon, lo que en un rodaje convencional sería la rueda primera.
La diferencia esencial entre un rodaje convencional y un tourbillon es que en el primero las distintas ruedas van montadas una al lado de la otra mientras que en el tourbillon el montaje se hace en altura.
Por eso el tourbillon deja tanto espacio libre en la máquina al igual que un bloque de viviendas ocupa menos espacio que un conjunto de chalets.
El volante es más convencional de lo que pudiera parecer con la única diferencia de que su puente es especialmente fino, frágil y flexible. Los tornillos de compensación son falsos.
En este sentido, hay que prestar especial atención a la hora de apretar los tornillos y hacerlo poco a poco y a la vez. En caso contrario el puente se deforma y el volante se detiene.
Debajo encontramos otro delicado puente cubriendo el áncora y la rueda de escape.
La rueda tachada no cumple función alguna en esta versión.
Sin el puente se aprecia mejor la ubicación de ambos elementos y se empieza a intuir la forma en que la rueda de escape se desplaza.
Ahora tan sólo nos queda la jaula del tourbillon que está formada tanto por la parte de latón como por la rueda plateada que va fijada con tornillos a la platina del reloj y que se unen por un cojinete de bolas.
Finalmente la platina desnuda.
Respecto al funcionamiento del mecanismo y respondiendo a la eterna polémica sobre si se trata de un tourbillon o un carrusel lo mejor es acudir a la patente de Breguet y al texto escrito de su puño y letra.
La rueda A recibe la acción del resorte motor y la transmite a todo el sistema móvil encerrado en la jaula B
La rueda C está fijada a la caja del reloj.
El piñón D hace un sólo cuerpo con la jaula móvil B y engrana en la rueda motriz A.
En el eje E se sitúa el piñón de la rueda de escape que engrana en la rueda fija C.
Otra imagen para ilustrar la explicación.
Para finalizar una toma del piñón de la rueda de escape que engrana en el borde de la rueda fija.
Como ya sabéis estos relojes han sido fabricados en China por Liaoning y se podían conseguir por unos 500 euros.
También existe la versión suiza de Cecil Purnell ampliamente mejorada que costaba unos 20.000 euros.
Tras la experiencia considero que cualquier relojero que toque relojes mecánicos está sobradamente capacitado para revisar un tourbillon.
El tourbillon tiene las mismas piezas que un rodaje convencional pero con una disposición tan ingeniosa que modifica totalmente su apariencia a la vez que lo dota de unas cualidades prácticas y estéticas de las que el rodaje convencional carece.
Su gran limitación hasta los años 80 fue la dificultad para diseñar y construir una jaula con las características de peso y fiabilidad necesarios. Actualmente ambos aspectos, como tantos otros, están al alcance de cualquiera que tenga a su alcance una impresora 3D.
Tampoco me ha parecido un dispositivo especialmente delicado desde el punto de vista mecánico, otra cosa es que su manipulación si lo sea.
Y con esto me despido
Esperando que haya gustado
Que el otro día en un pueblo
Hasta piedras me tiraron.
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