Sinn es a Bell & Ross lo que un buen profesor a un mejor alumno: fuente de inspiración y de alguna forma el punto de partida de la fulgurante carrera del pupilo que acaba por eclipsar al mentor. Bruno Belamich y Carlos Rosillo se inventaron Bell & Ross de la nada hace veinte años y hoy día es una de las marcas más conocidas del panorama relojero, con eso que se ha dado en llamar ADN perfectamente definido en sus cajas cuadradas inspiradas en los instrumentos de vuelo de un avión. Helmut Sinn fue aviador durante la SGM y había orientado su empresa relojera a producir relojes-herramienta para ese entorno, y fue precisamente este el motivo por el que los dos jóvenes emprendedores se fijaron en él.
La relación empieza cuando en 1992 Bruno Belamich (la B del tándem), que fue quien originalmente había pensado en una compañía relojera como proyecto de final de carrera, se pone en contacto con el viejo aviador (más de setenta años a la sazón, y todavía al pie del cañón) y éste lo invita a diseñar para él mientras accede a producir los primeros relojes para Bell & Ross. La estrategia comercial de Sinn nunca había pasado por vender a través del canal detallista tradicional sino que se vendía directamente al público desde la propia marca (aquí, una entrevista reciente a Helmut Sinn donde explica sus motivos), lo que abrió una ventana a Rosillo para aplicar lo que se ha demostrado como una buena combinación de marketing con los mejores ingredientes: buen producto, buena comunicación y buena distribución… por el canal tradicional.
Mientras madura el ADN mencionado más arriba, durante un tiempo (poco) conviven en el catálogo de Bell & Ross modelos de Sinn con las nuevas propuestas, lo que lleva a una situación de encontrar el mismo reloj a precios muy distintos (el margen del canal detallista manda) en uno u otro catálogo. En contrapartida y visto con la perspectiva del tiempo, esos relojes B&R son hoy piezas de coleccionista.
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En 1994 Helmut Sinn vende la empresa y Bell & Ross sigue manteniendo una buena relación con los nuevos gestores, pero ya ha llegado a la conclusión de que necesita su propia personalidad y en una jugada maestra en 1997 da entrada a Chanel en el accionariado, lo que le permite tener acceso a la factoría de Chatelain en la Chaux de Fonds y empezar a caminar sola después de haber establecido una buena base. Por cierto, en ese mismo año su Hydromax Challenger, todavía producido por Sinn pero ya sin el “by”, entra en el Guinness por sus 11.000 metros de resistencia al agua. En el año 1998 presenta ya su propia colección sin referencias externas. El resto ya es (también) historia, pero mucho más conocida.
Nota final: Este artículo está basado en la entrevista que nos concedió Carlos Rosillo (La R de Bell & Ross) durante la feria de Baselworld, donde el tiempo es más valioso que el oro dado lo limitado del mismo y la cantidad de compromisos que atender. Mi agradecimiento por ello.