Laurent Ferrier es un relojero del que podríamos decir que ha vivido detrás de bastidores o “behind the scene”, un genio creador al servicio de otros (trabajó en Patek Philippe durante más de 30 años, donde llegó a ser director técnico) hasta que algo le dice que debe seguir su propio camino. Tercera generación de relojeros pero también aficionado a las carreras de motor, en 1979 queda tercero en las 24 horas de Le Mans… Justo detrás de un tipo llamado Paul Newman. Y eso también tiene su importancia en esta historia, porque es precisamente un antiguo partner de la competición automovilística quien en 2008 ofrece a Laurent Ferrier la financiación necesaria para llevar a cabo sus sueños relojeros.
Y esos sueños no son otros que la pura esencia relojera vinculada a los grandes maestros del siglo XVII que dieron su propio nombre a sus creaciones superando los desafíos técnicos de su época. Es decir, lo que había estado haciendo para otros pero sin las ataduras de un proyecto ajeno. Los desafíos siguen ahí, aunque la técnica ha evolucionado. Lo mejor, que Laurent Ferrier no es un nombre sacado de las bibliotecas sino una saga (también su hijo Christian, ingeniero en micromecánica por la escuela de relojería de Ginebra, se ha incorporado a la empresa) que tiene el clasicismo como modelo sin perder de vista los imprescindibles pasos empresariales aprendidos durante toda una vida de profesión en una de las grandes del sector. Por ahora son 50 personas en el atelier de Plan les Ouates para producir una media de 150 relojes al año.
Lo que presenta Laurent Ferrier en el SIHH 2016 son ni más ni menos que cuatro novedades. El Galet Classic Square es el “mix” entre dos ganadores como son el Galet Classic Tourbillon y el Galet Square con microrrotor, ambos merecedores de un premio en el Grand Prix d’Horlogerie de Geneve (GPHG), uno en 2010 y el otro en 2015. El resultado es un Galet Square con tourbillon y esfera esmaltada grand-feu. Este tourbillon tiene, como elemento diferenciador de otros ingenios
similares, un doble espiral montado en el centro del volante que mejora la precisión pero sobre todo el afinado. Además, el sistema de carga manual muestra un trinquete “de hoja larga” inspirado en el que se usaba en los cronómetros del iglo XIX y que produce un sonido singular al ser armado (darle cuerda). Todos estos elementos pueden admirarse a través del fondo de zafiro del que viene provista la caja de oro blanco del Galet Classic Square, cuyo precio antes de impuestos es de 180.000 francos suizos.
No todo son tourbillones en Laurent Ferrier. El calibre FBN.229.01 automático está equipado con un microrrotor unidireccional y dispone de tres días de reserva de marcha. Incorpora un “escape natural” que tiene la particularidad de estar formado por dos ruedas de escape y un”áncora” (más bien una leva) de silicio que a su vez dan un doble impulso al volante, siguiendo un esquema del insoslayable Breguet. Puro arte relojero teniendo en cuenta que además todos los componentes están terminados a mano. Pues este calibre extraordinario es el que anima el Galet Square Boreal (Galet significa “guijarro”, forma natural donde las haya), otro ejercicio de sublime simplicidad. Horas, minutos y pequeños segundos a las seis en verde o beige, pero en cualquiera de los dos colores de una legibilidad perfecta. 35.000 francos suizos antes de impuestos.
El “escape natural”, en vivo:
El calibre LF.230.01 es una evolución del FBN.229.01 que acabamos de ver con la complicación añadida del doble huso horario o GMT, y anima tanto al Galet Traveller Boreál como al Galet Traveller Globe Night Blue. Ambos presentan una ventana a las nueve que indica el “home time” -o “tiempo de casa” cuando estamos de viaje- y otra a las tres con el calendario. La hora local o del lugar donde nos encontremos (indicada por la aguja horaria) se ajusta con los pulsadores situados en la carrura o canto de la caja: pulsando –con la uña- el superior adelantaremos una hora por pulsación, mientras que para retrasar lo haremos con el pulsador inferior, todo esto sin alterar el movimiento de la aguja
minutera. El calendario está sincronizado con las agujas, y saltará de día en cuanto la horaria pase las doce. Lo que hace peculiar a este calibre es que los anillos con las dos indicaciones no son concéntricos, aunque eso sólo podremos verlo con la esfera desmontada.Y hablando de esfera: el Globe Night Blue tiene la suya decorada a mano mostrando un mapamundi nocturno donde se han representado las principales ciudades mediante la luminosidad que emiten. Un trabajo de miniaturista combinando el oro con esmalte champlevé para lograr piezas únicas. Ambos en caja de oro blanco, el Boreál Traveller tiene un precio de 54.000 francos suizos mientras que el Night Globe cuesta 75.000 CHF, siempre antes de impuestos.
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