Me gustan mucho, pero mucho, los dos relojes que abren el hilo de hoy. Resultan evocadores, con sus cicatrices; imposible no abstraerse e imaginar a quién pertenecieron y cómo los usaron ...
Yo llevo uno peculiar, de esos que en otro tiempo hubieran servido para iniciar sugerentes conversaciones de bareto, o de disco-pub

; hoy, me conformo con ver la cara de mis chavales al enseñárselo y oirles decir: qué guapada bro¡¡¡ me renta¡¡¡


Y sí, realmente da la hora¡¡¡
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