
Goldoff
Administrador de RE
Tripulación
Verificad@ con 2FA
Esto que sigue no es una novedad, ni una nota de prensa. Ni siquiera una noticia. Es el resultado -más bien el resumen- de una conversación casual a partir de un encuentro no programado con el responsable de una de las marcas más peculiares del panorama relojero. Porque Bell&Ross es una marca peculiar desde el momento en que ha sido capaz de mantener durante -por ahora- veinte años una seña de identidad por la que pocos hubieran apostado en su momento ni a corto ni, por supuesto, a largo plazo. Treinta años más tarde, esa peculiaridad no solo no se ha perdido sino que se ve reforzada.
Así, recientemente -octubre de 2024- tuve la oportunidad de charlar distendidamente con Carlos Rosillo, la R de B&R o Bell&Ross. Huelga decir que la peculiaridad a la que me refería es la forma cuadrada de la mayoría de los relojes de su catálogo (nota: la empresa tiene treinta años, pero los relojes cuadrados se empezaron a presentar a partir de 2005). Siendo parisino de pies a cabeza, Carlos mantiene vínculos con Barcelona donde reside una rama de su familia, que fundó una potente aseguradora en el siglo pasado, de manera que fue ahí -aquí- donde le encontré.
Estas fechas han sido también escenario del lanzamiento de la ya famosa colección Cubitus de Patek Philippe, y tiene sentido traerlo a colación por dos motivos. Por un lado, y siendo el Cubitus un reloj cuadrado, las referencias a Bell&Ross han sido prácticamente inmediatas. Especialmente por el BR-05, que en 2019 ya fue vinculado al Nautilus por el 'parecido razonable' de su brazalete. Por el otro, Carlos me contó que había podido tocar y probarse los Cubitus (todos), y me dijo que gustos estéticos aparte -casi nada- era indudable que se trataba de un Patek, con todos los códigos de acabados perfectos que se podían esperar de la marca ginebrina. Le gustó tanto que no tuvo ningún empacho en colgar un reel en su propia cuenta de instagram comentándolo.
Le gusta definir a B&R como "marca de lujo de nicho". Lo de "nicho" estaría claro por la forma cuadrada de la mayoría de sus relojes, y al estatus de lujo ha llegado después de años de posicionamiento basado en una calculada estrategia que incluye la elección de partners, la forma de comunicarse y una política de precios combinada con el desarrollo de producto que ha hecho que el precio medio de "sell-out" haya crecido en casi un 50% en 5 años a causa del -enorme- éxito de la familia BR-05, la última en llegar. El tiempo dirá si ha acertado. Y hablo en singular a pesar de que está claro desde el principio que ahí hay dos cabezas pensantes. Lo que sucede es que cada una se dedica a sus asuntos (una diseña, la otra comunica) y no interfiere en los de la otra. Y si lo hacen, no trasciende al exterior.
Tenía yo mucho interés en ampliar los datos que me proporcionó en una entrevista que le hice años atrás:
Se hablaba ahí de la importancia que Helmut Sinn y la marca que lleva su apellido habían tenido en el desarrollo de Bell&Ross. De quien no habíamos hablado es -lo supe aquí- de un personaje con un perfil público mucho más bajo pero de tremenda importancia para lo que podríamos llamar el renacimiento de la relojería alemana del siglo XX: el ingeniero Lothar Schmidt, que fue quien compró Sinn al viejo aviador.
Hago un inciso aquí para auto-citarme:
Pocos recuerdan hoy a Günter Blümlein, responsable de la salvación de gran parte de las marcas históricas que sufrían seriamente el acoso del cuarzo a finales de los años 80 del siglo pasado. Gracias a él, nombres ahora tan sonoros como JLC, A. Lange&Söhne o IWC pudieron sobrevivir. Blümlein, además de un genio del marketing, era ingeniero, y fue bajo su dirección que IWC fue pionera en utilizar la cerámica y el titanio (con Porsche Design) para la construcción de cajas.
Pues bien, quien estaba al co-mando de IWC era precisamente Lothar Schmidt, a quien se le encomendó la recuperación de A. Lange & Söhne desde el backstage, y entre 1990 y 1993 estuvo a cargo del desarrollo de la producción técnica . Que la historia de esa época no hable de él confirma ese perfil bajo que mencionaba.
Bell&Ross se fundó oficialmente en 1994, el mismo año en que Schmidt compra Sinn Spezialuhren a su fundador. Por razones que Carlos no supo o no quiso explicarme la relación entre los dos hombres se estropeó de tal forma que se llegó a prohibir la entrada de Helmut Sinn a las instalaciones de lo que había sido su empresa.
En cualquier caso Bellamich y Rosillo mantuvieron muy buenas relaciones con los dos. Por un lado, Helmut Sinn era la primera visita que atendían en cada inicio de Baselworld. Por el otro, siguieron colaborando con Schmidt y su ahora nueva marca para desarrollar nuevos modelos -Carlos recuerda con especial cariño los cronógrafos con Lemania 5100- e incluso acuerdos de distribución para territorios donde ésta no estaba todavía presente (EEUU, por ejemplo). Pero todo tiene un final, y para el principio del nuevo siglo -2005- ya estaban volando solos con sus propios relojes-instrumento cuadrados.
Otro tema que comentamos es la participación que el grupo Chanel tiene en Bell&Ross. No sólo está encantado con ello sino que además lo ha recomendado a sus amigos: él fue quien presentó a su amigo F.P. Journe a la marca (que acabó tomando un 25% del atelier). Además, esta relación les ha dado acceso a Chatelain, propiedad al 100% de Chanel, que les proporciona las cajas cerámicas de sus BR-03 y algunos concept-watch como el Cyber. Me dijo además, y con cierto orgullo, que uno de los miembros de la familia propietaria de Chanel sólo usa relojes Bell&Ross. Siendo los Wertheimer una de las primeras fortunas del mundo, como para no estar orgulloso.
Un placer esta hora larga compartida con Carlos Rosillo. Sin cita, sin guion y sin micrófonos, de manera que cualquier imprecisión sería achacable a mi memoria.
.
Así, recientemente -octubre de 2024- tuve la oportunidad de charlar distendidamente con Carlos Rosillo, la R de B&R o Bell&Ross. Huelga decir que la peculiaridad a la que me refería es la forma cuadrada de la mayoría de los relojes de su catálogo (nota: la empresa tiene treinta años, pero los relojes cuadrados se empezaron a presentar a partir de 2005). Siendo parisino de pies a cabeza, Carlos mantiene vínculos con Barcelona donde reside una rama de su familia, que fundó una potente aseguradora en el siglo pasado, de manera que fue ahí -aquí- donde le encontré.
Estas fechas han sido también escenario del lanzamiento de la ya famosa colección Cubitus de Patek Philippe, y tiene sentido traerlo a colación por dos motivos. Por un lado, y siendo el Cubitus un reloj cuadrado, las referencias a Bell&Ross han sido prácticamente inmediatas. Especialmente por el BR-05, que en 2019 ya fue vinculado al Nautilus por el 'parecido razonable' de su brazalete. Por el otro, Carlos me contó que había podido tocar y probarse los Cubitus (todos), y me dijo que gustos estéticos aparte -casi nada- era indudable que se trataba de un Patek, con todos los códigos de acabados perfectos que se podían esperar de la marca ginebrina. Le gustó tanto que no tuvo ningún empacho en colgar un reel en su propia cuenta de instagram comentándolo.
Le gusta definir a B&R como "marca de lujo de nicho". Lo de "nicho" estaría claro por la forma cuadrada de la mayoría de sus relojes, y al estatus de lujo ha llegado después de años de posicionamiento basado en una calculada estrategia que incluye la elección de partners, la forma de comunicarse y una política de precios combinada con el desarrollo de producto que ha hecho que el precio medio de "sell-out" haya crecido en casi un 50% en 5 años a causa del -enorme- éxito de la familia BR-05, la última en llegar. El tiempo dirá si ha acertado. Y hablo en singular a pesar de que está claro desde el principio que ahí hay dos cabezas pensantes. Lo que sucede es que cada una se dedica a sus asuntos (una diseña, la otra comunica) y no interfiere en los de la otra. Y si lo hacen, no trasciende al exterior.
Tenía yo mucho interés en ampliar los datos que me proporcionó en una entrevista que le hice años atrás:

Sinn o la pre-historia de Bell & Ross -
Antes de convertirse en una marca universal, Bell & Ross dio sus primeros pasos de la mano de un visionario: Helmut Sinn
relojes-especiales.com
Se hablaba ahí de la importancia que Helmut Sinn y la marca que lleva su apellido habían tenido en el desarrollo de Bell&Ross. De quien no habíamos hablado es -lo supe aquí- de un personaje con un perfil público mucho más bajo pero de tremenda importancia para lo que podríamos llamar el renacimiento de la relojería alemana del siglo XX: el ingeniero Lothar Schmidt, que fue quien compró Sinn al viejo aviador.
Hago un inciso aquí para auto-citarme:
Pocos recuerdan hoy a Günter Blümlein, responsable de la salvación de gran parte de las marcas históricas que sufrían seriamente el acoso del cuarzo a finales de los años 80 del siglo pasado. Gracias a él, nombres ahora tan sonoros como JLC, A. Lange&Söhne o IWC pudieron sobrevivir. Blümlein, además de un genio del marketing, era ingeniero, y fue bajo su dirección que IWC fue pionera en utilizar la cerámica y el titanio (con Porsche Design) para la construcción de cajas.
Pues bien, quien estaba al co-mando de IWC era precisamente Lothar Schmidt, a quien se le encomendó la recuperación de A. Lange & Söhne desde el backstage, y entre 1990 y 1993 estuvo a cargo del desarrollo de la producción técnica . Que la historia de esa época no hable de él confirma ese perfil bajo que mencionaba.
Bell&Ross se fundó oficialmente en 1994, el mismo año en que Schmidt compra Sinn Spezialuhren a su fundador. Por razones que Carlos no supo o no quiso explicarme la relación entre los dos hombres se estropeó de tal forma que se llegó a prohibir la entrada de Helmut Sinn a las instalaciones de lo que había sido su empresa.
En cualquier caso Bellamich y Rosillo mantuvieron muy buenas relaciones con los dos. Por un lado, Helmut Sinn era la primera visita que atendían en cada inicio de Baselworld. Por el otro, siguieron colaborando con Schmidt y su ahora nueva marca para desarrollar nuevos modelos -Carlos recuerda con especial cariño los cronógrafos con Lemania 5100- e incluso acuerdos de distribución para territorios donde ésta no estaba todavía presente (EEUU, por ejemplo). Pero todo tiene un final, y para el principio del nuevo siglo -2005- ya estaban volando solos con sus propios relojes-instrumento cuadrados.
Otro tema que comentamos es la participación que el grupo Chanel tiene en Bell&Ross. No sólo está encantado con ello sino que además lo ha recomendado a sus amigos: él fue quien presentó a su amigo F.P. Journe a la marca (que acabó tomando un 25% del atelier). Además, esta relación les ha dado acceso a Chatelain, propiedad al 100% de Chanel, que les proporciona las cajas cerámicas de sus BR-03 y algunos concept-watch como el Cyber. Me dijo además, y con cierto orgullo, que uno de los miembros de la familia propietaria de Chanel sólo usa relojes Bell&Ross. Siendo los Wertheimer una de las primeras fortunas del mundo, como para no estar orgulloso.
Un placer esta hora larga compartida con Carlos Rosillo. Sin cita, sin guion y sin micrófonos, de manera que cualquier imprecisión sería achacable a mi memoria.
.