Capitan Ahab
Novat@
Sin verificar
Creo que toca presentarse, en mi caso con urgencia pues tras unos pocos mensajes he visto que mi llegada ha sido clamorosa, así que hay que hacerlo pronto antes de que me baneen. Ja, ja, es broma.
Soy de Madrí, así, no de Madrid, castizo aunque sólo de segunda generación. Media familia en provincias. El bisabuelo indiano pero nos arruinamos en la guerra civil y el abuelo vino a Madrid por lo del estraperlo. Por ser del Régimen le concedieron una gasolinera y de ahí a despegar revendiendo la gasolina sacada de la base americana. Así se levanta un país en una postguerra, qué le vamos a hacer.
Siempre me produjeron indiferencia los relojes, tuve muchos, todos de merchandising: Coca Cola, Banesto, Ford, Telefónica, Ballantines... y muchos nombres de empresas desconocidas. Abundaban por casa. Recuerdo uno de Camel con el dromedario y todo, ese sí que me gustaba y lo llevé hasta que lo casqué. Luego me compré los Casio ProTrek, ni siquiera G-Shock, para ir a la montaña y con la bici. Y así iba feliz. Pero tuve tres revelaciones.
La primera cuando heredé a los 14 el Omega Seamaster de mi padre que mi abuela le había regalado cuando fue cadete. Fui entonces consciente del peso de la saga. Luego en la uni me eché una novia... ¿o fue al revés? que se le ocurrió regalarme un Viceroy muy mono en el paso de ecuador y que había que llevar siempre para demostrar amor, obvio. Y ahí fui consciente de que una relación lleva sus cargas. Al acabar seguimos caminos separados y lo regalé a un primo, carga superada y me compré un smart, como mis amigos.
Terminado el grado y holgazaneando en la piscina me llegó la tercera y definitiva revelación, uno de los amigos de mi padre, empresarios todos ellos, me dice: Borjita (por decir un nombre que os guste) ahora ya te puedes comprar tu propio Rolex, ya eres uno de los nuestros. La verdad, nunca le había dado tal significado a esos relojes. Cierto que mi padre tiene tres, que alguna vez le había birlado alguno para hacer el gamba en una fiesta con los amigos, pero llevar un Rolex nunca fue emocionante.
Emocionante fue cogerle el coche cuando estaba de viaje, y eso sin tener carnet, ir al polígono Marconi a ver a las puris y quedarnos sin gasolina. Maldito Lancia y su no indicador de reserva. Emocionante fue ir empujando y asomar la policía municipal, suerte que ellas avisan rápido y disimulamos. Que papá ha ido a La Ballena a por un bidón de gasolina y ahora vuelve. Y ellas, piadosas, corroborando nuestra versión, aunque luego pidieron pasta por el favor, pero bueno, salimos.
Esas emociones no las da nunca un Rolex, las da un maldito Lancia, pero un Rolex no es para eso. Un Rolex es el símbolo de haber llegado, de ser uno de pocos. No todos los que llegan llevan Rolex, obvio, pero sí todos los que lo llevan deben haber llegado. Así que yo me pasé por el CO de Canalejas y ya estoy en la famosa lista para un OP. Mi viejo me ofreció sus contactos pero yo le dije: Papá, que Franco ya murió, ahora hay que ser honrados. Lo que no le dije es que en cuanto medio ahorro para pagarlo, o por boda, o por viaje, me lo pulo. Es lo que pasa cuando trabajas en un family business, que lo haces by de face sin sueldo, por lo que te quieran dar como si siguieras siendo un estudiante. Una motivación más para mis propios negocios, obvio.
Pero hay vida más allá de Rolex y por eso estoy aquí, para descubrir las otras estrellas menos rutilantes de este universo del dios Cronos. A ver si consigo interesarme por otras piezas más terrenales, no va a ser fácil, pero las montañas se hicieron para escalarlas. Un saludo cordial.
Soy de Madrí, así, no de Madrid, castizo aunque sólo de segunda generación. Media familia en provincias. El bisabuelo indiano pero nos arruinamos en la guerra civil y el abuelo vino a Madrid por lo del estraperlo. Por ser del Régimen le concedieron una gasolinera y de ahí a despegar revendiendo la gasolina sacada de la base americana. Así se levanta un país en una postguerra, qué le vamos a hacer.
Siempre me produjeron indiferencia los relojes, tuve muchos, todos de merchandising: Coca Cola, Banesto, Ford, Telefónica, Ballantines... y muchos nombres de empresas desconocidas. Abundaban por casa. Recuerdo uno de Camel con el dromedario y todo, ese sí que me gustaba y lo llevé hasta que lo casqué. Luego me compré los Casio ProTrek, ni siquiera G-Shock, para ir a la montaña y con la bici. Y así iba feliz. Pero tuve tres revelaciones.
La primera cuando heredé a los 14 el Omega Seamaster de mi padre que mi abuela le había regalado cuando fue cadete. Fui entonces consciente del peso de la saga. Luego en la uni me eché una novia... ¿o fue al revés? que se le ocurrió regalarme un Viceroy muy mono en el paso de ecuador y que había que llevar siempre para demostrar amor, obvio. Y ahí fui consciente de que una relación lleva sus cargas. Al acabar seguimos caminos separados y lo regalé a un primo, carga superada y me compré un smart, como mis amigos.
Terminado el grado y holgazaneando en la piscina me llegó la tercera y definitiva revelación, uno de los amigos de mi padre, empresarios todos ellos, me dice: Borjita (por decir un nombre que os guste) ahora ya te puedes comprar tu propio Rolex, ya eres uno de los nuestros. La verdad, nunca le había dado tal significado a esos relojes. Cierto que mi padre tiene tres, que alguna vez le había birlado alguno para hacer el gamba en una fiesta con los amigos, pero llevar un Rolex nunca fue emocionante.
Emocionante fue cogerle el coche cuando estaba de viaje, y eso sin tener carnet, ir al polígono Marconi a ver a las puris y quedarnos sin gasolina. Maldito Lancia y su no indicador de reserva. Emocionante fue ir empujando y asomar la policía municipal, suerte que ellas avisan rápido y disimulamos. Que papá ha ido a La Ballena a por un bidón de gasolina y ahora vuelve. Y ellas, piadosas, corroborando nuestra versión, aunque luego pidieron pasta por el favor, pero bueno, salimos.
Esas emociones no las da nunca un Rolex, las da un maldito Lancia, pero un Rolex no es para eso. Un Rolex es el símbolo de haber llegado, de ser uno de pocos. No todos los que llegan llevan Rolex, obvio, pero sí todos los que lo llevan deben haber llegado. Así que yo me pasé por el CO de Canalejas y ya estoy en la famosa lista para un OP. Mi viejo me ofreció sus contactos pero yo le dije: Papá, que Franco ya murió, ahora hay que ser honrados. Lo que no le dije es que en cuanto medio ahorro para pagarlo, o por boda, o por viaje, me lo pulo. Es lo que pasa cuando trabajas en un family business, que lo haces by de face sin sueldo, por lo que te quieran dar como si siguieras siendo un estudiante. Una motivación más para mis propios negocios, obvio.
Pero hay vida más allá de Rolex y por eso estoy aquí, para descubrir las otras estrellas menos rutilantes de este universo del dios Cronos. A ver si consigo interesarme por otras piezas más terrenales, no va a ser fácil, pero las montañas se hicieron para escalarlas. Un saludo cordial.