Pues aún recuerdo el día en que mi madre llegó a casa con él riéndose a carcajadas. Resulta que hubo una concentración de moteros de Harley Davidson en la plaza España de Barcelona y como él era profesional del tema y le gustaban los motores, se puso a hablar con un motero, con su chaqueta-cuero con tachuelas, tatuajes varios, casco con cuernos y con toda una ferretería encima, parecida por lo visto, a la que tu llevas.
Ambos descubrieron que compartían la misma pasión por los motores y estuvieron conversando un buen rato.
Imagínate el plan. Mi padre, con una de sus americanas viejas de pana, con coderas y con corbata y este señor con su aspecto vikingo, hablando amigablemente sobre el motor de su Harley durante una hora entera.