Goldoff
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Louis Erard es una de esas marcas que cuando uno la escucha por primera vez tiene la sensación de haberla oído antes. Puede que sea por la tradición de poner nombres y apellidos a los relojes, o tal vez porque hay otro Louis mucho más famoso (Vuitton) que ya rondaba por nuestra cabeza.
Se diría además que es una marca del montón, porque a pesar de sus casi 100 años de historia no se le conocen creaciones relojeras más allá de un "permiso para manufacturar movimientos" en 1956, y de ahí el "timeline" que cuentan en su sitio web salta directamente a "los 80", sin especificar, para decir que en 1992 cambia de manos, algo que vuelve a suceder once años después (2003).
En 2011, y para celebrar el 80 aniversario, recuperan un modelo que ya habían producido en esos años 80 del siglo pasado, probablemente justo antes de sucumbir a la crisis del cuarzo y sus secuelas. En esa época usaron el calibre Peseux 7001 de carga manual, famoso por su versatilidad y por la capacidad de ser muy afinado (hasta Blancpain usó esos calibres). El modelo en cuestión era un regulador, que tiene una subesfera para indicar las horas mientras la minutera y su recorrido ocupan la parte principal de la esfera. Además, y tratándose de un calibre de carga manual, también se indicaba la reserva de marcha.
Esto marca un punto de inflexión en el camino de Louis Erard, que no sólo se especializa en este tipo de relojes sino que unos años más tarde contrata al que se ha convertido en su alma creativa: Manuel Emch es un consultor externo que ha aportado su experiencia además de una nutrida agenda de colaboradores que van desde Vianney Halter hasta Alain Silberstein pasando por Konstantin Chaykin entre muchos otros. Se podría decir que son Manuel&Friends.
La comparación no es exagerada: Con 29 años, Emch fue el CEO más joven de Jacquet Droz, a la que llevó del anonimato al éxito en poco más de 9 años.
Tal vez parte del éxito sea que la gran mayoría son ediciones limitadas. Concretamente a 178 unidades -a veces menos- porque asocian el 178 con liderazgo (el 1), búsqueda, descubrimiento (el 7) y la buena suerte china (el 8). Hay tiradas más cortas, como 100 o incluso menos, como el tourbillon de Silberstein (78) o la edición del Atelier ÖI (solo 18).
Los precios, sin ser una ganga, parecerían hasta contenidos si los comparamos con según que marcas: desde 2.200 francos suizos, y al menos estos aportan algo distinto. Venden online desde Suiza, de manera que los impuestos no están incluidos (aunque si el envío es a una dirección suiza sí...)
Y esto es lo que vi en la pasada Watch Week de Ginebra, coincidiendo con la otra W&W. Una nueva vuelta de tuerca en la colección.
Los "Cíclopes" de Chaykin, en dos medidas, 39 y 42. Ediciones ya agotadas, algo bastante frecuente.
La versión Halloween, un tanto más siniestra pero igualmente agotada.
Louis Erard también hace cronos (La Sportive, tal vez colección menos interesante) y relojes de dos y tres agujas (dependiendo si hay o no segundera). Ya puestos, se mete en el campo de las "metiers d'art"con guillochés a mano, marquetería o esmalte "Grand Feu". Cualquier cosa menos monótonos, lo que nos llevaría a la posibilidad de convertirnos en coleccionistas de la marca sin tener que aguantar la cantinela de "si todos son iguales", porque ciertamente no lo son.
Este Semaine de Alain Silberstein es un buen ejemplo. Tres agujas (puedes contarlas) y un datario (entre el centro y las seis) que va poniendo mejor cara según avanza la semana, desde el lunes hasta el domingo. Aquí debe ser miércoles. Interesante forma de caja, por cierto.
El regulador verde
Lo que comentaba de las métiers d'art, que no van a ser las grandes manufacturas quienes ostenten el monoplio. Madera sobre madera.
O guilloché a mano.
Algo que me gusta de Louis Erard es que no trata de esconder el origen de sus calibres, y en su página web deja bien claro que trabaja con Sellita (una vez el Peseux 7001 de los reguladores originales dejó de estar disponible). Eso sí, personaliza la masa oscilante con su propio logo.
Hay una colaboración con The Horophile, la Metropolis, de las que han salido ya dos ediciones. Había en el Beau Rivage una tercera, que todavía no he visto publicada en ninguna parte y no estoy seguro de si ha sido "liberada" o no, de manera que la voy a poner en B/N para no fastidiar a nadie, per estoy seguro de que va a ser un éxito:
Como todos a los creadores, a Louis Erard, o más bien a Manuel Emch, le gusta provocar. No me explico de otra manera la colaboración con el artista (¿?) Olivier Mosset, el pintor de rectángulos, rombos y círculos cuyo ¿arte? me saca de mis casillas. Oh, wait, que igual se trata de eso...
Por cierto, el reloj de Mosset viene con una etiqueta roja advirtiendo que se trata de una obra de arte y que por tanto no conviene usarla. Tiene sentido si aceptamos que el arte como tal es inútil funcionalmente hablando, porque como reloj no sirve. Yo, que soy más básico, me quedo con el tourbillon de Silberstein.
La correa, por cierto, todo un acierto, EMO
Para los mitómanos: mi cita coincidió con la de un personaje famoso, nada menos que Teddy Baldassarre. Al fondo, el mismísimo Emch.
Se diría además que es una marca del montón, porque a pesar de sus casi 100 años de historia no se le conocen creaciones relojeras más allá de un "permiso para manufacturar movimientos" en 1956, y de ahí el "timeline" que cuentan en su sitio web salta directamente a "los 80", sin especificar, para decir que en 1992 cambia de manos, algo que vuelve a suceder once años después (2003).
En 2011, y para celebrar el 80 aniversario, recuperan un modelo que ya habían producido en esos años 80 del siglo pasado, probablemente justo antes de sucumbir a la crisis del cuarzo y sus secuelas. En esa época usaron el calibre Peseux 7001 de carga manual, famoso por su versatilidad y por la capacidad de ser muy afinado (hasta Blancpain usó esos calibres). El modelo en cuestión era un regulador, que tiene una subesfera para indicar las horas mientras la minutera y su recorrido ocupan la parte principal de la esfera. Además, y tratándose de un calibre de carga manual, también se indicaba la reserva de marcha.
Esto marca un punto de inflexión en el camino de Louis Erard, que no sólo se especializa en este tipo de relojes sino que unos años más tarde contrata al que se ha convertido en su alma creativa: Manuel Emch es un consultor externo que ha aportado su experiencia además de una nutrida agenda de colaboradores que van desde Vianney Halter hasta Alain Silberstein pasando por Konstantin Chaykin entre muchos otros. Se podría decir que son Manuel&Friends.
La comparación no es exagerada: Con 29 años, Emch fue el CEO más joven de Jacquet Droz, a la que llevó del anonimato al éxito en poco más de 9 años.
Tal vez parte del éxito sea que la gran mayoría son ediciones limitadas. Concretamente a 178 unidades -a veces menos- porque asocian el 178 con liderazgo (el 1), búsqueda, descubrimiento (el 7) y la buena suerte china (el 8). Hay tiradas más cortas, como 100 o incluso menos, como el tourbillon de Silberstein (78) o la edición del Atelier ÖI (solo 18).
Los precios, sin ser una ganga, parecerían hasta contenidos si los comparamos con según que marcas: desde 2.200 francos suizos, y al menos estos aportan algo distinto. Venden online desde Suiza, de manera que los impuestos no están incluidos (aunque si el envío es a una dirección suiza sí...)
Y esto es lo que vi en la pasada Watch Week de Ginebra, coincidiendo con la otra W&W. Una nueva vuelta de tuerca en la colección.
Los "Cíclopes" de Chaykin, en dos medidas, 39 y 42. Ediciones ya agotadas, algo bastante frecuente.
La versión Halloween, un tanto más siniestra pero igualmente agotada.
Louis Erard también hace cronos (La Sportive, tal vez colección menos interesante) y relojes de dos y tres agujas (dependiendo si hay o no segundera). Ya puestos, se mete en el campo de las "metiers d'art"con guillochés a mano, marquetería o esmalte "Grand Feu". Cualquier cosa menos monótonos, lo que nos llevaría a la posibilidad de convertirnos en coleccionistas de la marca sin tener que aguantar la cantinela de "si todos son iguales", porque ciertamente no lo son.
Este Semaine de Alain Silberstein es un buen ejemplo. Tres agujas (puedes contarlas) y un datario (entre el centro y las seis) que va poniendo mejor cara según avanza la semana, desde el lunes hasta el domingo. Aquí debe ser miércoles. Interesante forma de caja, por cierto.
Lo que comentaba de las métiers d'art, que no van a ser las grandes manufacturas quienes ostenten el monoplio. Madera sobre madera.
O guilloché a mano.
Algo que me gusta de Louis Erard es que no trata de esconder el origen de sus calibres, y en su página web deja bien claro que trabaja con Sellita (una vez el Peseux 7001 de los reguladores originales dejó de estar disponible). Eso sí, personaliza la masa oscilante con su propio logo.
Hay una colaboración con The Horophile, la Metropolis, de las que han salido ya dos ediciones. Había en el Beau Rivage una tercera, que todavía no he visto publicada en ninguna parte y no estoy seguro de si ha sido "liberada" o no, de manera que la voy a poner en B/N para no fastidiar a nadie, per estoy seguro de que va a ser un éxito:
Como todos a los creadores, a Louis Erard, o más bien a Manuel Emch, le gusta provocar. No me explico de otra manera la colaboración con el artista (¿?) Olivier Mosset, el pintor de rectángulos, rombos y círculos cuyo ¿arte? me saca de mis casillas. Oh, wait, que igual se trata de eso...
Por cierto, el reloj de Mosset viene con una etiqueta roja advirtiendo que se trata de una obra de arte y que por tanto no conviene usarla. Tiene sentido si aceptamos que el arte como tal es inútil funcionalmente hablando, porque como reloj no sirve. Yo, que soy más básico, me quedo con el tourbillon de Silberstein.
La correa, por cierto, todo un acierto, EMO
Para los mitómanos: mi cita coincidió con la de un personaje famoso, nada menos que Teddy Baldassarre. Al fondo, el mismísimo Emch.