Dos grandes retos para un nuevo gestor.
El saneamiento del balance y el empuje a la rentabilidad son dos frentes que deberá abordar Goirigolzarri, que tomará las riendas de la entidad esta semana. El riesgo en el sector inmobiliario, de 66.000 millones de euros, es el principal lastre.
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Un giro de 180 grados a la entidad. José Ignacio Goirigolzarri, que en los próximos días tomará las riendas de Bankia, tiene por delante un reto de altura. El banquero abandonó hace dos años y medio una entidad, BBVA, con unas características muy distintas a las del grupo en el que aterriza ahora. Banco Financiero y de Ahorros (BFA), en el que se integra Bankia, tiene un balance con un nivel de deterioro y saneamiento pendiente importante, resultado, en su mayor parte, de una alta exposición al sector inmobiliario. Este deterioro no sería un hándicap tan fuerte si Bankia tuviera un negocio recurrente y diversificado, con un flujo de ingresos potente que permitiera sanear balance, reforzar capital, y cumplir con el Estado (devolviendo el dinero prestado) y los accionistas (generando beneficios y pagando dividendos).
El grupo también encara importantes vencimientos de deuda a corto plazo (20.233 millones) y, por otra parte, aún no ha culminado al 100% la integración de las siete cajas fundadoras: Caja Madrid, Bancaja, Ávila, Segovia, Rioja, Laietana e Insular. Es un proceso que presenta una enorme complejidad, ya no sólo desde el punto de vista de negocio y técnico, sino también en términos de entendimiento entre los socios. La prueba son las fricciones que la intervención de Banco de Valencia ha desatado en el grupo, donde el componente político sigue siendo muy fuerte y es otro punto débil (ver pág. 4).
Bajo la lupa
Goirigolzarri, por otra parte, va a ser el máximo responsable de una entidad soportada por el Estado, con todo lo que acarrea el apoyo público: limitaciones de negocio y de políticas de retribución a directivos y accionistas, entre otras. Bankia, aún más, va a ser mirada con lupa por las autoridades económicas, y también por el mercado, lo que añade un plus de presión y desgaste para la entidad y sus más de 21.000 empleados.
Riesgo inmobiliario. Banco Financiero tenía a cierre del pasado año riesgos (no sólo a través de la cartera de créditos) por 65.983 millones en el sector constructor e inmobiliario, con un peso del 22,1% en el balance. El grupo tiene una cartera de préstamos al segmento promotor de 37.517 millones, de los que prácticamente la mitad (unos 18.000 millones) son dudosos o están en riesgo de mora. A ellos hay que sumar otros 13.950 millones en inmuebles adjudicados o adquiridos. Los niveles de cobertura de los activos problemáticos oscilan entre el 20,4% (las viviendas embargadas a familias) y el 42,5%(el crédito moroso promotor).
Morosidad. La tasa de mora del grupo está en el 8,5%, ligeramente por encima de la media del sector, en el 8,1%. La cartera de créditos suma 198.400 millones de euros, de los que unos 17.500 millones son dudosos. La cifra sería mayor si la entidad, como todo el sector, no hubiera refinanciado deudas para gestionar la morosidad. Según la memoria anual, publicada la semana pasada, hay 9.920 millones de euros que estarían vencidos o deteriorados de no haberse renegociado durante el ejercicio 2011.
Rentabilidad. Los activos dudosos (17.500 millones) y la cartera de inmuebles (13.950 millones) suman 31.450 millones. Eso supone, en la práctica, que más del 10% de los activos son improductivos. No aportan rentabilidad y están consumiendo provisiones y capital. El grupo tiene hipotecados unos 3.720 millones de euros en recursos propios para sostener la parte no rentable de su balance.
Solvencia. Banco Financiero tenía una ratio de solvencia de calidad (capital principal) del 8,2% en 2011, por encima del mínimo exigido (8%). Los fondos propios de la entidad se han visto afectados por el saneamiento contra patrimonio por 4.000 millones (2.752 millones netos) que ha realizado para acelerar la limpieza de riesgos, aprovechando el margen de la norma contable internacional. Los argumentos ofrecidos por la entidad para realizar este saneamiento deben tener el visto bueno del auditor, el Banco de España y la CNMV. En el momento de constituirse la fusión, ya se realizó un saneamiento neto provisional con cargo a capital por 6.419 millones.
Liquidez. La acumulación de vencimientos de deuda también ha sido un frente de presión en los últimos meses, aunque se ha mitigado con las subastas de liquidez a tres años realizadas por el Banco Central Europeo. El grupo debe refinanciar en 2012 compromisos en los mercados mayoristas por 20.233 millones de euros. El saldo cae en 2013 y 2014, hasta situarse entre 7.800 y 10.000 millones (ver gráfico).
Banco de Valencia. Otro de los focos de inestabilidad, desatado en febrero, es la auditoría externa que BFA encargó sobre Banco de Valencia a KPMG. Provocó un fuerte enfrentamiento entre Caja Madrid y Bancaja. Todo este proceso, que podría llegar a plantear un cambio en los porcentajes accionariales de la fusión, podría verse alterado ahora.
Integración. Será vital que el relevo en la entidad no frene el proceso de integración, clave en la consecución de sinergias. A mediados de este año, debería estar ya al 90%. El recién estrenado Plan Estratégico 2012-2015 podría tener los días contados.
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No te preocupes, no le pasara nada a tu dinero. La situación es mosqueante, pero es lo que hay.