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Mulleras
Visitante
Buenas noches.
Antes de ser bautizada se trataba de una Graf Von Faber-Castell Intuition Marfil, pero desde el primer momento no me dio más que problemas y me sirvió para aprender, por fin, con quien me jugaba los cuartos en el foro del que me banearon (no se engañen, que lo hicieron con razón, aunque fue la consecuencia que buscaba cuando lo provoqué).
La historia de esta pluma ha sido un auténtico viacrucis. Una secuencia de saltos de decepción en decepción y no solo por la pluma si no por los personajes que han participado, hasta dar con la persona adecuada con unos valores parecidos a los míos.
Vamos con ello.
Nada más ver las fotos del anuncio me enamoré de ella y al vendedor ya le había comprado anteriormente otra pluma inferior por lo que nunca sospeché que me la iba a meter doblada hasta el fondo. 175 euros tuvieron la culpa.
Cierto es y vive Dios que al recibirla ya note cierta resistencia a escribir correctamente y que los iridios estaban "raros“. Como mis conocimientos al respecto aún no tenían base alguna no le di importancia y la guardé con las otras.
Meses después decidí terminar mi novela con ella y para hacerlo empecé a investigar la razón por la que no escribía “bien”. Colgué algunas fotos en el foro y se dio esa situación en que el silencio puede cortarse con un cuchillo. Nadie se atrevía a decirme que me habían metido un gol por toda la escuadra. Es algo que no soporto. Entre velos y brumas que aún molestan más, recomendaron contratar los servicios de un artesano “fetiche” en ese foro para arreglar el plumín. Así lo hice ya que hacía varios meses que la había comprado y no tenía forma de demostrar que ya la había comprado así.
Como a mi me puede el ansia viva, le mandé al andoba ese la pluma, una prueba de escritura de como quería yo que escribiera esa y la pluma con la que escribí esa prueba, una Sheaffer Nonosense Calligraphy mediante mensajería urgente. El tío me tarda más de un mes en hacerme “el trabajo” y cuando me avisa le vuelvo a mandar el mensajero, previo pago del trabajo realizado, y cuando recibo la pluma no tiene nada que ver con lo solicitado. O no entendió lo que quería, o pasó de mi como de pincharse un ojo con un imperdible. Como tenía la convicción de que le di toda la información necesaria me pareció una tomadura de pelo. No acepté la devolución del importe pagado y terminamos “a palos”.
De ahí que tuviera que escribir el último tercio de mi novela con la Sheaffer Targa Calligraphy.
Engañado por el vendedor y ninguneado por el “artesano”, resignado, exilié la pluma en un cajón.
Pero un amigo se ofreció a repararla y mirar de conseguir que escribiera como a mi me gustaba, así que como no tenía nada que perder le di carta blanca para estropearla si era necesario ya que me dijo que nunca había hecho un trabajo de este calado.
Lo único que hizo “el artesano” fue dotar al plumín de dos iridios de quilo y medio con lo que era relativamente fácil trabajar con él.
Y casi lo consigue, pero como no me acababa de cuadrar del todo, soy muy exigente a la hora de escribir, intenté ajustarla yo mismo. Me la cargué. Ahí le acuñamos el nombre. “La Maldita”.
“La Maldita” volvió a las manos de mi amigo, que se ofreció a reparar mi cagada y me la devolvió, otra vez, casi perfecta. El punto de satisfacción fue tal que desde entonces se ha mantenido como mi favorita y, junto a la Waterman Goutte, siempre está entintada con Diamine Oxblood, lista para escribir (ahora no lo está porque en verano no me gusta tener más de dos o tres plumas entintadas y como he recibido otras nuevas, hasta que no se agoten sus cargas no volveré a cargar “La Maldita”).
Aún tuvo que volver una vez más a casa de mi amigo para dejarla perfecta, aunque acordamos mantenerle el apodo para recordar que, a veces, de un “troncho borroncho” podemos sacar una pequeña joya.
Actualmente ocupa la 3ª posición alfabética en LCDLD (La Caja De Las Doce) aunque, por ahora, sigue siendo mi pluma preferida y no la cambiaba por ninguna otra.
No se crean que se me ha olvidado. O que no lo tengo presente. Con este mensaje me queda uno menos para dejar de escribir.
En esta ocasión, el borrador se ha escrito en una agenda caducada (me dieron un montón de ellas y la uso para las notas diarias en el despacho) usando una Graf Von Faber-Castell Intuition, totalmente antagónica a “La Maldita” ya que se trata del modelo “Black” con el plumín original sin tocar (es el mismo que lleva “La Maldita”). Está cargada con tinta Lamy Turquesa, que le queda muy bien, y ocupa la segunda posición alfabética en LCDLD. Un saludo y muchas gracias.
Antes de ser bautizada se trataba de una Graf Von Faber-Castell Intuition Marfil, pero desde el primer momento no me dio más que problemas y me sirvió para aprender, por fin, con quien me jugaba los cuartos en el foro del que me banearon (no se engañen, que lo hicieron con razón, aunque fue la consecuencia que buscaba cuando lo provoqué).
La historia de esta pluma ha sido un auténtico viacrucis. Una secuencia de saltos de decepción en decepción y no solo por la pluma si no por los personajes que han participado, hasta dar con la persona adecuada con unos valores parecidos a los míos.
Vamos con ello.
Nada más ver las fotos del anuncio me enamoré de ella y al vendedor ya le había comprado anteriormente otra pluma inferior por lo que nunca sospeché que me la iba a meter doblada hasta el fondo. 175 euros tuvieron la culpa.
Cierto es y vive Dios que al recibirla ya note cierta resistencia a escribir correctamente y que los iridios estaban "raros“. Como mis conocimientos al respecto aún no tenían base alguna no le di importancia y la guardé con las otras.
Meses después decidí terminar mi novela con ella y para hacerlo empecé a investigar la razón por la que no escribía “bien”. Colgué algunas fotos en el foro y se dio esa situación en que el silencio puede cortarse con un cuchillo. Nadie se atrevía a decirme que me habían metido un gol por toda la escuadra. Es algo que no soporto. Entre velos y brumas que aún molestan más, recomendaron contratar los servicios de un artesano “fetiche” en ese foro para arreglar el plumín. Así lo hice ya que hacía varios meses que la había comprado y no tenía forma de demostrar que ya la había comprado así.
Como a mi me puede el ansia viva, le mandé al andoba ese la pluma, una prueba de escritura de como quería yo que escribiera esa y la pluma con la que escribí esa prueba, una Sheaffer Nonosense Calligraphy mediante mensajería urgente. El tío me tarda más de un mes en hacerme “el trabajo” y cuando me avisa le vuelvo a mandar el mensajero, previo pago del trabajo realizado, y cuando recibo la pluma no tiene nada que ver con lo solicitado. O no entendió lo que quería, o pasó de mi como de pincharse un ojo con un imperdible. Como tenía la convicción de que le di toda la información necesaria me pareció una tomadura de pelo. No acepté la devolución del importe pagado y terminamos “a palos”.
De ahí que tuviera que escribir el último tercio de mi novela con la Sheaffer Targa Calligraphy.
Engañado por el vendedor y ninguneado por el “artesano”, resignado, exilié la pluma en un cajón.
Pero un amigo se ofreció a repararla y mirar de conseguir que escribiera como a mi me gustaba, así que como no tenía nada que perder le di carta blanca para estropearla si era necesario ya que me dijo que nunca había hecho un trabajo de este calado.
Lo único que hizo “el artesano” fue dotar al plumín de dos iridios de quilo y medio con lo que era relativamente fácil trabajar con él.
Y casi lo consigue, pero como no me acababa de cuadrar del todo, soy muy exigente a la hora de escribir, intenté ajustarla yo mismo. Me la cargué. Ahí le acuñamos el nombre. “La Maldita”.
“La Maldita” volvió a las manos de mi amigo, que se ofreció a reparar mi cagada y me la devolvió, otra vez, casi perfecta. El punto de satisfacción fue tal que desde entonces se ha mantenido como mi favorita y, junto a la Waterman Goutte, siempre está entintada con Diamine Oxblood, lista para escribir (ahora no lo está porque en verano no me gusta tener más de dos o tres plumas entintadas y como he recibido otras nuevas, hasta que no se agoten sus cargas no volveré a cargar “La Maldita”).
Aún tuvo que volver una vez más a casa de mi amigo para dejarla perfecta, aunque acordamos mantenerle el apodo para recordar que, a veces, de un “troncho borroncho” podemos sacar una pequeña joya.
Actualmente ocupa la 3ª posición alfabética en LCDLD (La Caja De Las Doce) aunque, por ahora, sigue siendo mi pluma preferida y no la cambiaba por ninguna otra.
No se crean que se me ha olvidado. O que no lo tengo presente. Con este mensaje me queda uno menos para dejar de escribir.
En esta ocasión, el borrador se ha escrito en una agenda caducada (me dieron un montón de ellas y la uso para las notas diarias en el despacho) usando una Graf Von Faber-Castell Intuition, totalmente antagónica a “La Maldita” ya que se trata del modelo “Black” con el plumín original sin tocar (es el mismo que lleva “La Maldita”). Está cargada con tinta Lamy Turquesa, que le queda muy bien, y ocupa la segunda posición alfabética en LCDLD. Un saludo y muchas gracias.