Flieger
Quasi-forer@
Sin verificar
En efecto, muy interesante.
En efecto, tienes mucha razón. Si cogemos algún grupo poco mestizado observaremos que presentan caracteres fenotípicos y genotípicos determinados, ok. Pero el problema viene del otro condicionante: la diferencia, aquello que permite agrupar a los “iguales” (hombre!, siempre con cierta variabilidad, no somos clónicos) y distinguirlo de los “otros”. El problema no es decir que masais e inuics son bien diferentes. El problema clasificatorio es trazar alguna línea más o menos clara entre los masais y sus vecinos o los inuic y los suyos. Si listamos su características (por larga y detallada que sea la lista), ocurrirá con facilidad que tendremos un grupo muy próximo (en sentido biológico, no geográfico) que presente un % muy alto de características comunes. Cuando esto ocurre, la clase o el grupo se nos escurre como arena entre las manos y los límites se vuelven difusos. Al final quedaría una especie de abanico de gamas muy complejas donde solo arbitrariamente podríamos establecer donde empieza y acaba un grupo. Y en todo caso, ¿para qué?.
Respecto de las clasificaciones de razas, sub-razas y hasta de ganaderías de otros seres (véase el Toro de Lidia, por ejemplo) no es que no se quejen –que no lo hacen claro, je!- es que responden a nuestro interés económico o ¿estético? por alguna peculiaridad de la raza. A base de manipularlos en nuestro beneficio (ahora con la ingeniería genética, que si es capaz de crear novedades, y desde hace Siglos por selección ganadera, sin ir más lejos) nos hemos acostumbrado a desarrollar o atrofiar peculiaridades de ciertos bichos hasta el paroxismo. La mayoría de ellas sin interés para el biólogo pero, tremendamente interesantes para el ingeniero agrónomo o el veterinario. Es lo que tiene eso de ser el “Rey de la Natraleza”.
En efecto, tienes mucha razón. Si cogemos algún grupo poco mestizado observaremos que presentan caracteres fenotípicos y genotípicos determinados, ok. Pero el problema viene del otro condicionante: la diferencia, aquello que permite agrupar a los “iguales” (hombre!, siempre con cierta variabilidad, no somos clónicos) y distinguirlo de los “otros”. El problema no es decir que masais e inuics son bien diferentes. El problema clasificatorio es trazar alguna línea más o menos clara entre los masais y sus vecinos o los inuic y los suyos. Si listamos su características (por larga y detallada que sea la lista), ocurrirá con facilidad que tendremos un grupo muy próximo (en sentido biológico, no geográfico) que presente un % muy alto de características comunes. Cuando esto ocurre, la clase o el grupo se nos escurre como arena entre las manos y los límites se vuelven difusos. Al final quedaría una especie de abanico de gamas muy complejas donde solo arbitrariamente podríamos establecer donde empieza y acaba un grupo. Y en todo caso, ¿para qué?.
Respecto de las clasificaciones de razas, sub-razas y hasta de ganaderías de otros seres (véase el Toro de Lidia, por ejemplo) no es que no se quejen –que no lo hacen claro, je!- es que responden a nuestro interés económico o ¿estético? por alguna peculiaridad de la raza. A base de manipularlos en nuestro beneficio (ahora con la ingeniería genética, que si es capaz de crear novedades, y desde hace Siglos por selección ganadera, sin ir más lejos) nos hemos acostumbrado a desarrollar o atrofiar peculiaridades de ciertos bichos hasta el paroxismo. La mayoría de ellas sin interés para el biólogo pero, tremendamente interesantes para el ingeniero agrónomo o el veterinario. Es lo que tiene eso de ser el “Rey de la Natraleza”.