cronopios
Milpostista
Sin verificar
Hola os presento este reloj de sol, que entro en mi colección y pienso que es interesante.
La historia del cuadrante solar portátil es extremadamente antigua, anterior al fijo, y se remonta a Caldea, Egipto, Grecia y Roma. Estos relojes “antiguos” hacen referencia a las horas temporales. Los “modernos” surgen a mediados del siglo XV y refieren horas equinocciales. Desde nuestro punto de vista actual de coleccionista, son más interesantes los “modernos”, de “dirección” o “equinocciales. En vez de la observación directa de la altura del sol, es más cómoda la sombra que proyecta un estilete llamado gnomon, paralelo al eje terrestre. La mayoría de estos aparatos precisan estar orientados según su situación geográfica, de ahí que lleven una brújula incorporada. Sus formas son variadísimas, testigos de excepción de la ingeniosidad humana, de ahí que solamente hagamos referencia a las más usuales y con mayores posibilidades de llegar a nuestras manos.
Admirablemente construidos por artesanos del gremio de “constructores de compases”, cuyo nivel más alto se alcanza en Nuremberg y Augsburgo, obtienen un margen de error de cinco minutos que, posteriormente por medio del “heliocronómetro” del siglo XVIII, se reduce a un minuto escaso. Dicho nivel de calidad se refleja en los ejemplares supervivientes y en la bibliografía contemporánea. Así vemos el libro de BOHN “Neueroffnetes Warenlager” (Hamburgo, 1763) en su capítulo dedicado a la gnomónica. Los nuremburgueses fabrican para su venta centenares de ejemplares en latón, asta, madera, u otros materiales. Algunos se disponen en cajas planas y cuadradas que son llamadas generalmente “compas de Núremberg”, en marfil o cualquier clase de asta; con las cifras y trazos indicados en negro o rojo. Estos compases de Nuremberg pueden trasportarse consigo ventajosamente en un saco o durante un viaje. Otros han de tenerse libremente al aire o sencillamente dirigidos hacia el sol, como los anillos solares o indicadores cilíndricos, de los cuales un gran número son llevados por los nuremburgeses de mercado en mercado.
Hacia fines del siglo XVII, se hace enormemente popular un modelo de cuadrante horizontal (como el compás de Núremberg), creado por un constructor de origen inglés, instalado en Paris: Michael Butterfield. En forma de octógono alargado y provisto de una brújula para orientar el gnomon paralelamente al eje terrestre. El gnomon es triangular, abatible y regulable, fue tal su éxito que llegó a conocerse genéricamente hasta nuestros días como un “Butterfield”, fuese cual fuese se origen. No hemos de olvidar que, para trasformar el tiempo solar verdadero en tiempo medio, es preciso efectuar la corrección consecuente. Los mejores ejemplares de siglo XVIII llevan incorporadas unas tablas de ecuación para facilitar esta operación.
La historia del cuadrante solar portátil es extremadamente antigua, anterior al fijo, y se remonta a Caldea, Egipto, Grecia y Roma. Estos relojes “antiguos” hacen referencia a las horas temporales. Los “modernos” surgen a mediados del siglo XV y refieren horas equinocciales. Desde nuestro punto de vista actual de coleccionista, son más interesantes los “modernos”, de “dirección” o “equinocciales. En vez de la observación directa de la altura del sol, es más cómoda la sombra que proyecta un estilete llamado gnomon, paralelo al eje terrestre. La mayoría de estos aparatos precisan estar orientados según su situación geográfica, de ahí que lleven una brújula incorporada. Sus formas son variadísimas, testigos de excepción de la ingeniosidad humana, de ahí que solamente hagamos referencia a las más usuales y con mayores posibilidades de llegar a nuestras manos.
Admirablemente construidos por artesanos del gremio de “constructores de compases”, cuyo nivel más alto se alcanza en Nuremberg y Augsburgo, obtienen un margen de error de cinco minutos que, posteriormente por medio del “heliocronómetro” del siglo XVIII, se reduce a un minuto escaso. Dicho nivel de calidad se refleja en los ejemplares supervivientes y en la bibliografía contemporánea. Así vemos el libro de BOHN “Neueroffnetes Warenlager” (Hamburgo, 1763) en su capítulo dedicado a la gnomónica. Los nuremburgueses fabrican para su venta centenares de ejemplares en latón, asta, madera, u otros materiales. Algunos se disponen en cajas planas y cuadradas que son llamadas generalmente “compas de Núremberg”, en marfil o cualquier clase de asta; con las cifras y trazos indicados en negro o rojo. Estos compases de Nuremberg pueden trasportarse consigo ventajosamente en un saco o durante un viaje. Otros han de tenerse libremente al aire o sencillamente dirigidos hacia el sol, como los anillos solares o indicadores cilíndricos, de los cuales un gran número son llevados por los nuremburgeses de mercado en mercado.
Hacia fines del siglo XVII, se hace enormemente popular un modelo de cuadrante horizontal (como el compás de Núremberg), creado por un constructor de origen inglés, instalado en Paris: Michael Butterfield. En forma de octógono alargado y provisto de una brújula para orientar el gnomon paralelamente al eje terrestre. El gnomon es triangular, abatible y regulable, fue tal su éxito que llegó a conocerse genéricamente hasta nuestros días como un “Butterfield”, fuese cual fuese se origen. No hemos de olvidar que, para trasformar el tiempo solar verdadero en tiempo medio, es preciso efectuar la corrección consecuente. Los mejores ejemplares de siglo XVIII llevan incorporadas unas tablas de ecuación para facilitar esta operación.
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