Para celebrarlo comparto con vosotros un reloj de carroza.
Maestro relojero Jacques Francois Dufour. GENEVE. Fecha de construcción:
C.1780. Reloj de carruaje con despertador de gran tamaño.
CAJA: En latón con revestimiento exterior de carey, con pintura hecha a mano de tipo bucólico o pastoril, de un joven bajando de un árbol y ofreciendo un nido a su amada. También podemos observar orificios remachados y apliques de metal decorando su contorno, para escuchar mejor el timbre.
ESFERA: Esmalte blanco sobre cobre, numeración árabe. Agujas originales tipo Luis XVI. Toma de cuerda entre el 3 y el 4.
MÁQUINA: Latón dorado de platina plena. Pilares de sección cilíndricos. Puente de volante calado y grabado. La maquinaria va unida a la caja mediante una bisagra que permite extraerla sin separarla del todo.
ESCAPE: Rueda catalina y regulador de esfera en plata. Tamaño 90 mm. 500 gramos de peso.
El reloj de carroza existe desde hace más de 300 años. Su historia comenzó alrededor de 1600, cuando comenzó a florecer la conducción en vagones lujosamente equipados, con sus pasajeros ilustres, ricos y dueños de las carrozas, que gustasen de ir conociendo la hora durante todo el trayecto.
Existen variados modelos, entre los siglos XVII y XVIII. Tenían la forma de un reloj de bolsillo, pero en gran formato, desde 9 centímetros hasta 12 y de 500 gamos hasta un kilo. Los modernos denominados de iglesia, de alcoba o de cabecera, ambos eran con timbre, sonería al paso y de repetición (a demanda).
Después de la invención de la soneria a demanda, aparecen relojes de carruaje que tenían una característica especial curiosa: una cuerda con la que se puede activar el mecanismo de la sonería al tirar de ella. Esto significaba que en cualquier momento podían saber la hora, incluso en la oscuridad.
Los relojes de carruaje de Inglaterra fueron los primeros en el siglo XVIII en partir al minuto y seguir el horario especificado. Llegaron con tanta precisión que los relojes de las iglesias de los respectivos lugares se establecieron en base a ellos, no al revés. El guardia estaba equipado con un robusto reloj de bolsillo, que llevaba bien protegido en su bolso de cuero. El cochero tenía que seguir comprobando con el guardia la hora del viaje rápido en el coche. Las pinturas contemporáneas muestran escenas del cochero volviéndose hacia el guardia (o conductor).
La hora exacta se volvió aún más importante después de 1850 con la desaparición de las rutas de transporte postal debido a los nuevos ferrocarriles. Un cochero adecuado ahora tenía una bolsa de cuero que se describía así: dos correas, una alrededor del cuello, la otra alrededor del cuerpo, un bolsillo en el interior para guardar los papeles de viaje, en el exterior un contenedor para cerrar con una llave de latón. Cierre, en el que estaba bloqueado el reloj.