REusuario
Milpostista
Sin verificar
La esfera de este reloj Cortébert, lejos de parecer desgastada por el tiempo de manera caótica, ha adquirido la apariencia de un cielo estrellado, casi como si miráramos el firmamento en una noche despejada. El óxido, con sus manchas irregulares y variaciones en los tonos marrones y ocres, se distribuye por la esfera como si fueran estrellas dispersas. Es como si el paso de los años hubiera transformado este reloj en una ventana al cielo.
La singularidad de esta pieza no reside solo en su estética singular, sino también en el corazón que late en su interior: el calibre 665 de Cortébert. Esta marca suiza, con una herencia que se remonta a finales del siglo XVIII, fue conocida por su excelencia técnica y su capacidad para crear movimientos de gran precisión, que usaron marcas como Rolex o Panerai. El calibre 665 es un ejemplo perfecto de esa destreza. Se trata de un movimiento mecánico de principio de los años 50, de cuerda manual y 15 joyas, que late a 18.000 alternancias y que fue famoso por su fiabilidad y durabilidad.
Este movimiento no solo le dio al reloj una precisión destacada en su época, sino que ha permitido que, a pesar de las marcas del tiempo visibles en la esfera, el reloj siga funcionando con una exactitud más que digna. Es una pieza que ha soportado décadas, manteniendo su fiabilidad mecánica mientras la esfera se ha transformado en algo que va más allá de la funcionalidad. En definitiva, es un testimonio de la belleza que el tiempo puede crear cuando se mezcla con la habilidad relojera.
La singularidad de esta pieza no reside solo en su estética singular, sino también en el corazón que late en su interior: el calibre 665 de Cortébert. Esta marca suiza, con una herencia que se remonta a finales del siglo XVIII, fue conocida por su excelencia técnica y su capacidad para crear movimientos de gran precisión, que usaron marcas como Rolex o Panerai. El calibre 665 es un ejemplo perfecto de esa destreza. Se trata de un movimiento mecánico de principio de los años 50, de cuerda manual y 15 joyas, que late a 18.000 alternancias y que fue famoso por su fiabilidad y durabilidad.
Este movimiento no solo le dio al reloj una precisión destacada en su época, sino que ha permitido que, a pesar de las marcas del tiempo visibles en la esfera, el reloj siga funcionando con una exactitud más que digna. Es una pieza que ha soportado décadas, manteniendo su fiabilidad mecánica mientras la esfera se ha transformado en algo que va más allá de la funcionalidad. En definitiva, es un testimonio de la belleza que el tiempo puede crear cuando se mezcla con la habilidad relojera.