flandecoco
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Sin verificar
Buenas noches, aficionados relojeros.
El pasado abril me decidí a comprar un flieger. Como todos los que transitáis este foro, soy un enamorado de los relojes y la historia militares. Buscaba, por tanto, una pieza con la mayor carga histórica posible y el máximo grado de fidelidad al original. Tras investigar en profundidad, identifiqué tres marcas alemanas con raíces bien asentadas en la historia de la Luftwaffe y la Segunda Guerra Mundial: IWC, Laco y Stowa.
Después de evaluar las opciones y los catálogos de las tres marcas, concluí que la propuesta más fiel a los relojes de piloto que surcaban los cielos de aquella época eran los modelos de aviador originales de Laco. Obviamente, también entraron en juego otras consideraciones, como las prestaciones del reloj y su coste.
Tras analizar la oferta de Laco, los tamaños disponibles y las configuraciones, me decidí por una fiel reproducción del Fliegeruhr Type A: el Laco Münster automático.
Como no podría ser de otra manera, es un reloj con una estética sobria y funcional: esfera inconfundible y sin firmar, caja arenada de 42 mm y una fosforescencia simplemente impresionante. En su interior late el ubicuo Sellita SW200, con una reserva de marcha y una precisión más que decentes. Tanto la inscripción lateral como la trasera y la corona son fieles a los flieger históricos. En definitiva, el reloj lo tiene todo para entusiasmar a cualquier aficionado a la relojería militar.
El pasado abril me decidí a comprar un flieger. Como todos los que transitáis este foro, soy un enamorado de los relojes y la historia militares. Buscaba, por tanto, una pieza con la mayor carga histórica posible y el máximo grado de fidelidad al original. Tras investigar en profundidad, identifiqué tres marcas alemanas con raíces bien asentadas en la historia de la Luftwaffe y la Segunda Guerra Mundial: IWC, Laco y Stowa.
Después de evaluar las opciones y los catálogos de las tres marcas, concluí que la propuesta más fiel a los relojes de piloto que surcaban los cielos de aquella época eran los modelos de aviador originales de Laco. Obviamente, también entraron en juego otras consideraciones, como las prestaciones del reloj y su coste.
Tras analizar la oferta de Laco, los tamaños disponibles y las configuraciones, me decidí por una fiel reproducción del Fliegeruhr Type A: el Laco Münster automático.
Como no podría ser de otra manera, es un reloj con una estética sobria y funcional: esfera inconfundible y sin firmar, caja arenada de 42 mm y una fosforescencia simplemente impresionante. En su interior late el ubicuo Sellita SW200, con una reserva de marcha y una precisión más que decentes. Tanto la inscripción lateral como la trasera y la corona son fieles a los flieger históricos. En definitiva, el reloj lo tiene todo para entusiasmar a cualquier aficionado a la relojería militar.
Una vez adquirido el reloj, y como es lógico, vivimos una maravillosa luna de miel. A todo el mundo que me preguntaba (y, a veces, a los que no lo hacían) les explicaba las bondades de la pieza, su carga histórica y su excelente relación valor-coste.
Pero los primeros días pasaron y el reloj se iba quedando cada vez más tiempo en el banquillo. No encontraba el momento ni el atuendo adecuados con los que combinarlo.
Atribuyo la pérdida de interés a la configuración de la caja más que a sus dimensiones. Pese a sus contenidos 42 mm de diámetro, las asas, finas pero elevadas, hacen que la correa quede algo levantada. Este hecho, sumado a los 13 mm de grosor y a una distancia entre asas de 50 mm, provoca que el reloj resulte abultado y poco versátil. La correa, gruesa y algo incómoda, refuerza esa sensación de volumen general.
Cabe destacar dos aspectos. El primero es que los flieger originales se llevaban por encima de la chaqueta de aviador y tenían diámetros superiores a los 50 mm (si buscas algo fidedigno, debes apostar por el caballo más grande). En línea con lo anterior, Laco recomienda en su propio contenido que el flieger se lleve algo más grande de lo habitual. Ambos aspectos me empujaron a optar por la versión de 42 mm en lugar de la inferior de 37 mm, que me pareció insuficiente.
El segundo aspecto es que, como a muchos de nosotros nos pasa, la acumulación de piezas dificulta que cada una ocupe el tiempo que merece en la muñeca. Tal vez, en una colección más contenida, este reloj habría gozado del protagonismo que le correspondía.
Así que tenía un flieger, pero no lo usaba. Hace poco maduró una idea en mi cabeza: ¿quién me va a examinar para saber si mi reloj es más o menos fiel al original? ¿Vendrá Hermann Göring a comprobar si el reloj que llevo puesto es el que debe ser? (Por muchos motivos, espero sinceramente que no). ¿Por qué no puedo llevar un flieger a diario y disfrutarlo al máximo? Este es mi último aprendizaje en la senda de la iluminación relojera... Así que volví a valorar mis opciones.
Como estoy verdaderamente convencido del valor de la propuesta de Laco, le volví a dar una vuelta a su catálogo. Me topé con el Flieger Pro, una versión modernizada de estas piezas con raíces en el original. El diámetro es exactamente el mismo, pero su menor grosor y, sobre todo, la configuración de las asas hacen que su tamaño resulte mucho más contenido y ajustado a mis gustos. La correa también es más fina y, por tanto, más flexible y cómoda. Existe la opción, además, de añadir una conveniente ventana de fecha y la firma del fabricante, que considero imprescindible para dar el relieve necesario a la pieza.
He comprado recientemente el Flieger Pro y estoy viviendo una auténtica luna de miel con él. Uno al lado del otro parecen hermanos bien avenidos, pero en la muñeca uno es un cómodo Mercedes-Benz con el que te irías de viaje, mientras que el otro es un Panzer con el que sólo me imaginaría montar una Blitzkrieg... Lamentablemente, es muy probable que el Laco Münster sea el próximo en abandonar el barco.
Pero los primeros días pasaron y el reloj se iba quedando cada vez más tiempo en el banquillo. No encontraba el momento ni el atuendo adecuados con los que combinarlo.
Atribuyo la pérdida de interés a la configuración de la caja más que a sus dimensiones. Pese a sus contenidos 42 mm de diámetro, las asas, finas pero elevadas, hacen que la correa quede algo levantada. Este hecho, sumado a los 13 mm de grosor y a una distancia entre asas de 50 mm, provoca que el reloj resulte abultado y poco versátil. La correa, gruesa y algo incómoda, refuerza esa sensación de volumen general.
Cabe destacar dos aspectos. El primero es que los flieger originales se llevaban por encima de la chaqueta de aviador y tenían diámetros superiores a los 50 mm (si buscas algo fidedigno, debes apostar por el caballo más grande). En línea con lo anterior, Laco recomienda en su propio contenido que el flieger se lleve algo más grande de lo habitual. Ambos aspectos me empujaron a optar por la versión de 42 mm en lugar de la inferior de 37 mm, que me pareció insuficiente.
El segundo aspecto es que, como a muchos de nosotros nos pasa, la acumulación de piezas dificulta que cada una ocupe el tiempo que merece en la muñeca. Tal vez, en una colección más contenida, este reloj habría gozado del protagonismo que le correspondía.
Así que tenía un flieger, pero no lo usaba. Hace poco maduró una idea en mi cabeza: ¿quién me va a examinar para saber si mi reloj es más o menos fiel al original? ¿Vendrá Hermann Göring a comprobar si el reloj que llevo puesto es el que debe ser? (Por muchos motivos, espero sinceramente que no). ¿Por qué no puedo llevar un flieger a diario y disfrutarlo al máximo? Este es mi último aprendizaje en la senda de la iluminación relojera... Así que volví a valorar mis opciones.
Como estoy verdaderamente convencido del valor de la propuesta de Laco, le volví a dar una vuelta a su catálogo. Me topé con el Flieger Pro, una versión modernizada de estas piezas con raíces en el original. El diámetro es exactamente el mismo, pero su menor grosor y, sobre todo, la configuración de las asas hacen que su tamaño resulte mucho más contenido y ajustado a mis gustos. La correa también es más fina y, por tanto, más flexible y cómoda. Existe la opción, además, de añadir una conveniente ventana de fecha y la firma del fabricante, que considero imprescindible para dar el relieve necesario a la pieza.
He comprado recientemente el Flieger Pro y estoy viviendo una auténtica luna de miel con él. Uno al lado del otro parecen hermanos bien avenidos, pero en la muñeca uno es un cómodo Mercedes-Benz con el que te irías de viaje, mientras que el otro es un Panzer con el que sólo me imaginaría montar una Blitzkrieg... Lamentablemente, es muy probable que el Laco Münster sea el próximo en abandonar el barco.
¿Y vosotros, por qué optáis: por fidelidad o por funcionalidad? ¿Preferís un reloj más fiel al original, sacrificando su practicidad, o una adaptación moderna que conserve sus raíces históricas?