Los recuerdos me habian impedido conciliar el sueño. Mientras el café humeante trataba de poner orden en mis pensamientos, no dejaba de mirar insistentemente el reloj ya que el bisel unidireccional no cuadraba exactamente con las 12 horas. Parece mentira pero puedo llegar a ser tan raro. No obstante el motivo de mi insomnio no era éste, no tenía nada que ver con las cosas materiales. El problema no dejaba de darme vueltas en la cabeza. La policía estaba detrás de la pista y la coartada parecía que que se desmoronaba por momentos. Busqué en mi agenda el número de aquella chica que conocí esa noche, Helena, y, a pesar de las altas horas de la madrugada marqué desde mi móvil NOKIA N95, 659 02..... El teléfono sonó varias veces, estaba a punto de desistir pero una voz sensual como pocas me contestó: buenas noches, quien llama a estás horas? Quede totalmente prendido, le contesté y dimos rienda suelta a nuestras lenguas. De nuevo comprobé que no es cierto - como decía mi madre - que no es bueno llamar más allá de las 10 de la noche. Ya es estos momentos los placeres ocultos se permiten todas las licencias, y decidimos que la virtualidad es más adecuada mutarla en verades tangibles, y más si hay en juego algo más que sonrisas inventadas o deseos a media voz. No creí que viniese, pero reconocerla al cruzar el umbral del "Absenta´s House" resultó, como mínimo, emocionante: todas las mujeres son aún más bellas si mienten.
De repente, se oyó un ruido de pasos en la escalera.
Alguien, desde la sombra aporreó mi puerta, sobresaltándome. El gató saltó del sofá y salió huyendo. Aquello no podía significar mas que una cosa...
Si no estoy en el Absenta House... Todo ha sido un sueño... Jooder!! Por un momento pensé que me estaba volviendo heterosexual.. un momento.. soy heterosexual.. puaj!.. la maldita resaca resuena a mi con cada golpe en la dichosa puerta.. ¿que hora es..?.. ¿donde demonios esta mi Rolex..?... ¡Ya va!.. ¡Ya va..!... ¿Donde demonios estan mis pantalones...?.. La noche debió ser ajitada, ya he perdido dos cosas..
Una de ellas ha debido ser la decencia porque no encuentro mi ropa interior, pero lo que más temo es haberla perdido a ella. La conciencia nunca me molestó o inquietó lo más mínimo, pero saberme abandonado es más insoportable que las responsabilidades que habré de asumir ante la Justicia y ante Dios.
¡Dios mio! ¿Que es esa mancha que hay en la alfombra? ¡Parece sangre!
-En la alfombra se veía una mancha roja, oscura, mas o menos redonda, de un tamaño de unos 90 centímetros...
-y... ¿Donde está Teresa? ¿A donde ha ido el maldito gato?
Rapidamente la pupila observo un paquete de Marlboro, me dispuse a encender un pitillo mientras mi mente agrupaba ideas sueltas y absurdas, risas y copas, cubitos de hielo y perfume, cuando en mi mano apunte una cajetilla de cerillas con el logo impreso "The Buda club", no lograba recordar nada de ese lugar ¿ acaso pase por alli tras salir del Absenta House ? ¿ donde estaba el gato ?
No dí más de tres caladas, que me llenaron los pulmones hasta casi perder el conocimiento, hacía calor y el maldito ventilador revolvía el ambiente calentorro que una noche de agosto. Aquella mancha de sangre...no recordaba nada. Junto al paquete de Marlboro una botella vacía de Champám barato y una copa con una marca de carmín. ¡ Teresa !, ahora lo recuerdo todo...
- Pom Pom Pom, otra vez la puerta.
-Aquel ruido interrumpió el hilo de mis pensamientos. debía huir. Nadie debía saber que aquella noche yo había estado en aquella casa.
Abrí la ventana y me deslice al patio sin hacer ruido.
Dos coches de policiá estaban aparcados prudentemente, la sombra de un tipo que cruzaba la calle, me hizo rodar por el suelo y casi caigo encima de una m...de un puto perro. De pronto pensé, ¡ Dios ! me he dejado la cartera y el tabaco...estoy perdido. No sabía qué hacer, tenía que buscar una forma de salir de la ciudad, pero no tenía dinero dinero ni documentación...
Sin embargo, con cuerte, sin ser visto y pasar desapercibido, ahi comienzo mi marcha, todos esos recuerdos me cruzan, fugaces, la calle oscura invita a meditar detenidamente, a cada paso ideas van y vienen, y no concluyo nada, no puedo ordenar mis putos pensamientos. Decido pues, ir a donde ese jóven, delgado, alto, recargado en aquel candil y fumando un cigarrillo, posiblemente logre obtener algo de pasta, o al menos un cigarrillo, !que va!, la suerte le sonríe al osado...
Pese a los peliagudo de la situación, iba siendo hora de poner en orden mis recuerdos, e intentar averiguar qué coño había pasado, cómo había llegado hasta allí. Intentaba, de forma infructuosa, hacer memoria, pero la verdad es que logré más bien poco, cosa que para nada me tranquilizó. Conseguía recordar estar sentado en un taburete de la barra del Absenta's, pero prácticamente nada más. Desde ahí a despertarme con los golpes en la puerta todo eran fogonazos, flashes, sombras, siluetas difuminadas, que por mucho que lo intentase no había forma de que reconstruyesen una historia medio coherente. Tenía el vago recuerdo de haber empuñado un arma durante la noche, seguramente una pistola, pero no era capaz de recordar ni dónde, ni cuándo, ni, y esto tal vez fuese lo peor, por qué ni contra qué o quién. Es más. ¿De dónde había salido aquélla pistola?
. De repente algo vibra en mi pantalón... tengo el sano vicio de quitar de cuajo esas estúpidas melodías del Nokia, a veces me dan ganas de asesinar a todos los estúpidos que en el interurbano me joden con sus vulgares sonidos y sus aún peores dimes y diretes... ¿ Pero qué me importa a mí lo que su jodida familia quiere para la comida ?. ¿ Y esa niñata histérica que discute con su amiga del alma, la misma que -seguro - le joderá al novio de su vida ?. Al cogerlo se corta la llamada, pero me sonaba vagamente tanto el número como la respiración, muy llena de vida cargada de sueños, y de reproches quizás injustos. Quizás he de tomarme una ducha, vomitar, o hacerlo todo a la vez y limpiar mi mente de todo lo que ahora se agolpa, como un puñetazo inmediato, en la poca sensatez que aún, espero, me queda.
Aquella llamada provocó en mi uno de esos escasos momentos de lucidez con los que el destino me sorprende de vez en cuando. No era ni el momento ni la situacion de andarse con pamplinas. Miré el reloj instintivamente, sin ver tan siquiera la hora que marcaba, le dí una ultima calada al que posiblemente sería el último cigarrillo de mi vida -vaya momento para dejar de fumar- y me encaminé sin vacilar a casa de Susana. Si había una persona en el mundo capaz de conocer la verdad, esta era Susana, si habia una persona en el mundo capaz de darme protección, esta era Susana, pero, ¿querría hacerlo?
Susana vivia a las afueras de la ciudad, en lo alto de un monte con vistas al puerto, en el ultimo piso de un bloque de apartamentos con aire esceptico, morena, rozando los cuarenta, ojos azules y piernas duras como rocas del mar, sin duda ella podria ayudarme y facilitarme algun contacto para conseguir una nueva identidad, el sol empezaba asomar por el este y el amanecer impasible arañaba los tejados de la ciudad.
LLamó a la puerta, la espera se me hace interminable, ruido de pasos, la mirilla.
¿Joder, que haces aquí a estas horas?. Solo una mirada. Me conoce bien sabe que hay problemas. Pasamos al salón. Por fin tabaco, enciendo un cigarrillo y el humo gris inunda mis pulmones devolviendome media vida.
Susana es como el tabaco, he intentado dejarlo mil veces, pero siempre acabo volviendo a caer. Recién levantada esta especialmente hermosa, muy hermosa. Debí haberme casado con ella, pero siempre he sido un gilipollas. Ahora ya no importa.
Susana denotaba tristeza. Mientras apuraba un trago de Cardhu con hielo, le contaba con voz temblorosa la vaga película que asolaba mi mente. Ella era una mujer fuerte, alta, delgada, como sacada de un largometraje de los años 40. La vida, le había enseñado a sufrir y a caminar, sin más ayuda que la de sus anchas e interminables caderas. La muerte de su madre cuando tan sólo era una niña, había curtido de cicatrices su alma y embellecido de forma notoria su figura.
Era tímida y se cohibía cuando se encuntraba entre varias personas, pero conmigo era muy explícita y pienso que la atracción era mutua, aunque ella además, me amaba. Antes de haber consumido la mitad de mi pitillo, ella estaba a orcajadas sobre mi, sobre la alfombra del salón, desnuda y dispuesta a recordarme lo que he perdido durante tantos años se sexo a disgusto y desvelos innecesarios, y tuve la impresión por un momento de que ella era conocedora de lo ocurrido la noche anterior. Ni siquiera me preguntó por Teresa, pero es imposible que ella pueda saber lo que había ocurrido. Tras 20 minutos de frenesí, me duché solo en su casa y empecé a contarle lo que recordaba de la noche anterior.
Durante una hora fuí desgranando mis vagos e imprecisos recuerdos, estar sentado en la barra del Absenta´s la pistola, la mirada insistente a mi reloj, esperando que sucediera algo o viniera alguien a una hora concreta...
Ese deslabazamiento de ideas parecía no llevar a ningún sitio. Susana ni gesticulaba ni se movía, ni siquiera decía nada sobre mi relato.
- No entiendo nada - dijo ella-. Es decir, lo único que recuerdas es lo que me has contado. ¿ En serio que no recuerdas nada más?.
- No - repuse tras un momento de reflexión-. No recuerdo nada más.
Sus ojos se abrieron, y de repente me di cuenta que ella sabía mas de lo que parecía, que me ocultaba algo.
- ¿ Hay algo que deba conocer y que me estás ocultando? - le pregunté.
- Que va, ¿ insinúas algo? - no me miraba a los ojos, tenía la mirada fija en la ventana que daba a la calle.
- No, pero a lo mejor me puedes ayudar a ordenar mis ideas.
No tenía buenas sensaciones. No me fiaba de Susana, otrora buena amiga. Su actitud me producía intranquilidad.
Nos mantuvimos en silencio diez minutos. El silencio se convertía en sopor, interrumpido por una llamada telefónica.
- Si - contesta ella.
...
- No, es un mal momento para eso - sigue al teléfono.
...
- Si, está conmigo- concluye.
Tras colgar me sonríe y se acerca.
- Tengo que contarte algo - dice Susana.
- ¿ Ahora?.
- Si, precisamente ahora.
- ¿recuerdas tu viaje a Suiza de hace unos meses?, dijo.
Pues claro que lo recordaba. Había sido un viaje largamente esperado por mí, pues yo era el encargado de presentar en la Basel de este año un grandísimo logro de mi compañía. Tan grande que seguramente el hecho de hacerlo público en la feria, marcase un hito en la historia de lo que hasta ahora había sido la relojería mecánica.
No en vano habíamos dedicado a su desarrollo más de cinco años y gastado cantidades obscenas de dinero. Tal había sido el gasto realizado que faltó poco para que la compañía se descapitalizara completamente.
Pero afortunadamente ese ímprobo esfuerzo dio su fruto, y lo que yo transportaba en mi maletín ese día, camino de la Basel; no tenía parangón.<!-- / message --><!-- sig -->