Roger
Forer@ Senior
Sin verificar
De vez en cuando es inevitable hacer balance de las estilográficas que tenemos: cuáles preferimos, cuáles no usamos casi nunca, con cuál nos equivocamos... Después de unos cuantos años usando mi corta colección, puedo decir que mi Delta Dolcevita Oversize no sale casi nunca de su caja: aunque me sigue gustando, la encuentro demasiado ostentosa; el plumín es muy bueno, pero algo seco si utilizo el convertidor, algo irregular si la utilizo con cuentagotas. He comprobado que si una pluma tiene más de un pero, si le podemos hacer más de una objeción, termina quedándose en la caja.
La Parker Duofold, la más viejita de las que tengo, ya dio su guerra; perdió el cromado y, aunque me sigue pareciendo una pieza muy bella, ya no me convence como escribe. La saco poco y poco convencido.
La Pelikan M1005 nunca me gustó demasiado; la encontraba grandota y aburrida, y su plumín, un EF, al principio escribía como un B. Pasó por la manos de Joseph y ahora escribe muy ben. Le reconozco lo bueno que tiene y, de hecho, con el tiempo ha ganado enteros en mi colección. No és una indiscutible, pero sale de vez en cuando de la caja.
La Platinum 3776, la más senzilla, es al tacto la que proporciona menos emociones, pero su plumín SF es infalible, escribe con un trazo muy fino, como a mí me gusta, y me va perfecta para corregir textos (hago de profesor), por lo que siempre está llena de tinta roja. Nunca descansa en su caja, siempre está trabajando, pero para una cosa muy concreta.
La Sailor KOP, después de un periode de enamoramiento, me decepcionó porque su plumín a veces perdía el trazo y no era lo suficientemente fino para mí. La mandé a Mike Masuyama hace ya unos cuantos años, quien hizo un trabajo excelente. Ahora escribe de fábula y está casi siempre cargada. La pluma es una maravilla; la ebonita va envejeciendo, se va decolorando, pero eso es porque la uso, que es de lo que se trata. Todo lo que usamos envejece, pero si envejece bien todavía lo apreciamos más.
La Aurora 88 fue un descubrimiento sin igual. Hasta entonces me gustaban la plumas grandes. Esta Aurora me hizo ver que no es necesario ser tan enorme, que hay una medida justa, unas dimensiones que hacen el trabajo a la perfección. Además, su pistón es estupendo y el diseño, tan intemporal como soberbio por su contención. El plumín, un EF, rascaba un poco y acaba de pasar por las manos de Joseph, que lo ha dejado perfecto. Es la pluma para todo, para cada día, para el trabajo y para el ocio. Nunca descansa. Diría que será "mi" pluma, la que nunca me abandonará, con permiso de la Sailor.
Finalmente, el capricho mayor: la Aurora 85 Aniversario. Fue mi regalo de 50 años. Innecesaria, pero tan preciosa... El plumín, un F, no me gustó des del primer día, y finalmente también se lo envié a Joseph. Ahora escribe bien. Claro, no es una pluma para sacarla de casa, o no demasiado. Es la joya, el capricho. Me encanta, y sin duda también me acompañará siempre. Pero esta tiene su importancia por cuestiones que no tienen nada que ver con la razón y el día a día.
Resumiendo, con la Sailor y la Aurora 88 tendría suficiente. Con ellas lo haría todo. Las demás acompañan. Si jamás vuelvo a comprarme otra pluma será sin duda por mero capricho. No habrá ninguna necesidad. Pero esto es una obviedad como una catedral.
Buenas fiestas!
La Parker Duofold, la más viejita de las que tengo, ya dio su guerra; perdió el cromado y, aunque me sigue pareciendo una pieza muy bella, ya no me convence como escribe. La saco poco y poco convencido.
La Pelikan M1005 nunca me gustó demasiado; la encontraba grandota y aburrida, y su plumín, un EF, al principio escribía como un B. Pasó por la manos de Joseph y ahora escribe muy ben. Le reconozco lo bueno que tiene y, de hecho, con el tiempo ha ganado enteros en mi colección. No és una indiscutible, pero sale de vez en cuando de la caja.
La Platinum 3776, la más senzilla, es al tacto la que proporciona menos emociones, pero su plumín SF es infalible, escribe con un trazo muy fino, como a mí me gusta, y me va perfecta para corregir textos (hago de profesor), por lo que siempre está llena de tinta roja. Nunca descansa en su caja, siempre está trabajando, pero para una cosa muy concreta.
La Sailor KOP, después de un periode de enamoramiento, me decepcionó porque su plumín a veces perdía el trazo y no era lo suficientemente fino para mí. La mandé a Mike Masuyama hace ya unos cuantos años, quien hizo un trabajo excelente. Ahora escribe de fábula y está casi siempre cargada. La pluma es una maravilla; la ebonita va envejeciendo, se va decolorando, pero eso es porque la uso, que es de lo que se trata. Todo lo que usamos envejece, pero si envejece bien todavía lo apreciamos más.
La Aurora 88 fue un descubrimiento sin igual. Hasta entonces me gustaban la plumas grandes. Esta Aurora me hizo ver que no es necesario ser tan enorme, que hay una medida justa, unas dimensiones que hacen el trabajo a la perfección. Además, su pistón es estupendo y el diseño, tan intemporal como soberbio por su contención. El plumín, un EF, rascaba un poco y acaba de pasar por las manos de Joseph, que lo ha dejado perfecto. Es la pluma para todo, para cada día, para el trabajo y para el ocio. Nunca descansa. Diría que será "mi" pluma, la que nunca me abandonará, con permiso de la Sailor.
Finalmente, el capricho mayor: la Aurora 85 Aniversario. Fue mi regalo de 50 años. Innecesaria, pero tan preciosa... El plumín, un F, no me gustó des del primer día, y finalmente también se lo envié a Joseph. Ahora escribe bien. Claro, no es una pluma para sacarla de casa, o no demasiado. Es la joya, el capricho. Me encanta, y sin duda también me acompañará siempre. Pero esta tiene su importancia por cuestiones que no tienen nada que ver con la razón y el día a día.
Resumiendo, con la Sailor y la Aurora 88 tendría suficiente. Con ellas lo haría todo. Las demás acompañan. Si jamás vuelvo a comprarme otra pluma será sin duda por mero capricho. No habrá ninguna necesidad. Pero esto es una obviedad como una catedral.
Buenas fiestas!
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