6aly
Habitual
Sin verificar
Quien da más por el ultimo poema objeto de Galy, manos lentas.
No se cohíban, pujen, pujen, pujen, es para una buena obra nada menos que comprar unas botellitas de aceite , para engrasar relojes, y como no alguna otra pa la ensalada, el plato de plato, a palo seco seguro que mesienta mal.
No se cohíban pujen, pujen, pujen es para una buena obra, para comprar unas botellitas de aceite, para engrasar relojes, y como no alguna otra pa la ensalada, del plato de plato.
Como podréis comprobar esta obra no tiene valor eso que no os eche para atrás.
La obra se entregará al que más pague por ella , firmada por su autor.
El cuento de la lechera.
Dichosa Artritis, de nuevo me volvía a pasar, hoy adquirí unas campanas de cristal, para negociar, y en mi cabeza al igual que en el cuento de la lechera, iba pensando en que invertir las ganancias, con los beneficios me comprare una botellita de aceite, me decia a mi mismo, y lla veis resultado no llegaron las queseras a casa, y al igual que en el cuento de la lechera, el aceite se esfumo.
Al llegar a casa pensé, a las penas puñaladas, y qué hacer con los restos de mis queseras, acordandome lo que suelen hacer los artistas de Artes plásticas, con los que he coincidí en exposiciones colectivas, sus penas los convertían en obras de arte, y las vendían por un pastón.
Saludos, Galy, ladrón de tiempo.
No se cohíban, pujen, pujen, pujen, es para una buena obra nada menos que comprar unas botellitas de aceite , para engrasar relojes, y como no alguna otra pa la ensalada, el plato de plato, a palo seco seguro que mesienta mal.
No se cohíban pujen, pujen, pujen es para una buena obra, para comprar unas botellitas de aceite, para engrasar relojes, y como no alguna otra pa la ensalada, del plato de plato.
Como podréis comprobar esta obra no tiene valor eso que no os eche para atrás.
La obra se entregará al que más pague por ella , firmada por su autor.
El cuento de la lechera.
Dichosa Artritis, de nuevo me volvía a pasar, hoy adquirí unas campanas de cristal, para negociar, y en mi cabeza al igual que en el cuento de la lechera, iba pensando en que invertir las ganancias, con los beneficios me comprare una botellita de aceite, me decia a mi mismo, y lla veis resultado no llegaron las queseras a casa, y al igual que en el cuento de la lechera, el aceite se esfumo.
Al llegar a casa pensé, a las penas puñaladas, y qué hacer con los restos de mis queseras, acordandome lo que suelen hacer los artistas de Artes plásticas, con los que he coincidí en exposiciones colectivas, sus penas los convertían en obras de arte, y las vendían por un pastón.
Saludos, Galy, ladrón de tiempo.