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Mulleras
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Buenas tardes.
Retomando el orden alfabético, ahora le toca a esta Pelikan 400 OBB. No he podido resistirme al ver el tintero Pelikan Edelstein Mandarin a semi cargar la pluma con ella. Es un color que me encanta y con este tipo de plumines hace unas sombras preciosas. El papel vuelve a ser el Rhodia Nº 16.
Esta no fue mi primera Pelikan, pero si que fue mi primera pluma con un plumín oblicuo, generando un punto de inflexión a mi modo de ver las plumas, usarlas y decidir, por fin, que es lo que quería en este basto mundo de la estilográfica.
Bien es cierto que ya había tenido mis escarceos con los stub y los itálicos, pero descubrir los oblicuos determinó los parámetros de búsqueda para las 24 plumas que debían formar mi colección. A lo de plumines “solo de oro” se añadió, “y rarunos” en la medida de lo posible.
Pero volvamos un poco hacia atrás. La pluma no recuerdo donde la compré, pero después de mi experiencia con la Pelikan M400 Old Style (la de escritura, no la del estado en que me llegó) tuve claro qué si las “nuevas” eran tan suaves al escribir, las originales tendrían que ser “la leche”, pues siempre leí que así era. Esta fue la única que encontré a la venta a un precio interesante y su estado prometía mucho. Lo de que el plumín fuera uno de estos “rarunos” no me hacía mucha gracia al principio, pero lo consideré un mal menor, y siempre podría comprar otra con el plumín “normal” y una vez dejada montada la que mejor estuviera, vender la excedente con el OBB para recuperar algo del gasto. ¡Lo qué hace la ignorancia!
Incluso llegué a pensar, antes de tenerla y ya haberla pagado, que la estaba cagando porque quizás la pluma, originalmente no vendría con ese plumín. Que, a lo largo de los años vividos por el instrumento, en algún momento sustituyeran el original por este. Pero una vez en casa vi que en el culote estaban grabadas, en verde, las letras OBB, y supuse que harían referencia al plumín que ha de llevar la pluma. Vamos, ya sería coincidencia que se la hubieran regalado a un tal Oscar Batalla Borbón y fueran las iniciales del interfecto.
Llegó a casa hecha un pincel. Impecable y limpia, aunque la volví a limpiar porque ya lo hago por rutina cada vez que recibo una, antes de entintarla y usarla. Recuerdo que la cargué con Pelikan Edelstein Olivine, que acababa de comprar y pensé que el color le iría bien. No fue muy acertada la elección porque ese color no luce como merece con ese plumín.
Me puse a escribir una carta a un amigo y me enamoré de ese trazo. Daba a la caligrafía unos tonos oscuros en los giros de las letras con líneas curvas y en los cambios de ángulo en las letras “de palo” que me dejaron de pasta de boniato. Además, incorporar el ángulo oblicuo de escritura que exige el plumín me salía de forma natural. Me enamoré. Y ahí es donde aprendí a que se referían los demás cuando hablaban de la flexibilidad de un plumín de los de antes.
Dejé la carta para más tarde y descargué la pluma. La volví a limpiar desmontando el grupo alimentador y plumín para dejarla como una patena. La cargué con Lamy Turquesa para ver ese efecto de sombreado con una tinta que, sin duda alguna, lo agradecería y…¡Madre del amor hermoso! ¡Qué belleza!
Escribí. Escribí. Escribí. Las notas sobre futuros proyectos literarios empezaron a fluir sin parar. Notas que luego carecían de sentido porque solo me importaba el hecho mecánico de escribir. Toda una tarde lluviosa de sábado cubrió el otoño de turquesa dejando a los marrones relegados para lo banal y cotidiano.
En fin. Es una de las plumas más gratificantes que he usado hasta ahora. Ese plumín es una delicia. Creo que se han hecho una idea del aprecio que tengo por esa estilográfica, ¿verdad?
Tengo que pensar sobre que escribir cuando se me acaben las plumas para seguir sumando mensajes y llegar al número de ellos que me permita venderles, por aquí, mis cositas. No será tarea fácil encontrarlo, pero algo se me ocurrirá. Ya lo iremos viendo. Un saludo y muchas gracias.
Retomando el orden alfabético, ahora le toca a esta Pelikan 400 OBB. No he podido resistirme al ver el tintero Pelikan Edelstein Mandarin a semi cargar la pluma con ella. Es un color que me encanta y con este tipo de plumines hace unas sombras preciosas. El papel vuelve a ser el Rhodia Nº 16.
Esta no fue mi primera Pelikan, pero si que fue mi primera pluma con un plumín oblicuo, generando un punto de inflexión a mi modo de ver las plumas, usarlas y decidir, por fin, que es lo que quería en este basto mundo de la estilográfica.
Bien es cierto que ya había tenido mis escarceos con los stub y los itálicos, pero descubrir los oblicuos determinó los parámetros de búsqueda para las 24 plumas que debían formar mi colección. A lo de plumines “solo de oro” se añadió, “y rarunos” en la medida de lo posible.
Pero volvamos un poco hacia atrás. La pluma no recuerdo donde la compré, pero después de mi experiencia con la Pelikan M400 Old Style (la de escritura, no la del estado en que me llegó) tuve claro qué si las “nuevas” eran tan suaves al escribir, las originales tendrían que ser “la leche”, pues siempre leí que así era. Esta fue la única que encontré a la venta a un precio interesante y su estado prometía mucho. Lo de que el plumín fuera uno de estos “rarunos” no me hacía mucha gracia al principio, pero lo consideré un mal menor, y siempre podría comprar otra con el plumín “normal” y una vez dejada montada la que mejor estuviera, vender la excedente con el OBB para recuperar algo del gasto. ¡Lo qué hace la ignorancia!
Incluso llegué a pensar, antes de tenerla y ya haberla pagado, que la estaba cagando porque quizás la pluma, originalmente no vendría con ese plumín. Que, a lo largo de los años vividos por el instrumento, en algún momento sustituyeran el original por este. Pero una vez en casa vi que en el culote estaban grabadas, en verde, las letras OBB, y supuse que harían referencia al plumín que ha de llevar la pluma. Vamos, ya sería coincidencia que se la hubieran regalado a un tal Oscar Batalla Borbón y fueran las iniciales del interfecto.
Llegó a casa hecha un pincel. Impecable y limpia, aunque la volví a limpiar porque ya lo hago por rutina cada vez que recibo una, antes de entintarla y usarla. Recuerdo que la cargué con Pelikan Edelstein Olivine, que acababa de comprar y pensé que el color le iría bien. No fue muy acertada la elección porque ese color no luce como merece con ese plumín.
Me puse a escribir una carta a un amigo y me enamoré de ese trazo. Daba a la caligrafía unos tonos oscuros en los giros de las letras con líneas curvas y en los cambios de ángulo en las letras “de palo” que me dejaron de pasta de boniato. Además, incorporar el ángulo oblicuo de escritura que exige el plumín me salía de forma natural. Me enamoré. Y ahí es donde aprendí a que se referían los demás cuando hablaban de la flexibilidad de un plumín de los de antes.
Dejé la carta para más tarde y descargué la pluma. La volví a limpiar desmontando el grupo alimentador y plumín para dejarla como una patena. La cargué con Lamy Turquesa para ver ese efecto de sombreado con una tinta que, sin duda alguna, lo agradecería y…¡Madre del amor hermoso! ¡Qué belleza!
Escribí. Escribí. Escribí. Las notas sobre futuros proyectos literarios empezaron a fluir sin parar. Notas que luego carecían de sentido porque solo me importaba el hecho mecánico de escribir. Toda una tarde lluviosa de sábado cubrió el otoño de turquesa dejando a los marrones relegados para lo banal y cotidiano.
En fin. Es una de las plumas más gratificantes que he usado hasta ahora. Ese plumín es una delicia. Creo que se han hecho una idea del aprecio que tengo por esa estilográfica, ¿verdad?
Tengo que pensar sobre que escribir cuando se me acaben las plumas para seguir sumando mensajes y llegar al número de ellos que me permita venderles, por aquí, mis cositas. No será tarea fácil encontrarlo, pero algo se me ocurrirá. Ya lo iremos viendo. Un saludo y muchas gracias.