severino
Milpostista
Sin verificar
Había oído de todo acerca de esta buena señora e iba con ciertas prevenciones, pero la pieza, una Sheaffer de los 30, bien lo merecía.
Los que sois de Madrid sabéis que hoy ha hecho un día especialmente raro, nada que ver con ese sol limpio de ayer, y a las cinco y media ya oscurecía. Quizás ello ha acentuado la sensación en entrar en un lugar como fuera del mundo, con la calidez de las maderas, la luz amarilla y las plumas viejas. Y allí estaba ella, haciéndole de todo a otra Sheaffer con una facilidad pasmosa, qué mano, Dios mío, qué mano, y qué manera de hacer funcionar lo que no funcionaba así, como si nada. Y, a la vez, hablaba con el propietario, un chico joven diría que japonés, y de su boca salían fechas, datos y materiales mientras trabajaba, ya digo, como quien no presta atención a lo que hace, pero con una mezcla de delicadeza y seguridad dignas de ver.
Le llegó el turno a la mía, la desmontó en un abrir y cerrar de ojos, le buscó una solución a cada problema, me ofreció alternativas y, al final, un presupuesto muy por debajo de lo que yo podía esperar.
Bueno, digo de había escuchado de todo acerca de esta buena mujer, y una de las cosas era que resulta imposible salir de su taller con las manos vacías. Bien claro tenía yo que no sería mi caso cuando anteayer mismo adquirí una Montblanc, que, por cierto, no fue nunca marca de mi devoción. Bueno, pues he salido con otra.
Y es del Madrid y le gusta Marcelo.
Pero lo dicho, qué mano tiene esa mujer.
Saludos
Los que sois de Madrid sabéis que hoy ha hecho un día especialmente raro, nada que ver con ese sol limpio de ayer, y a las cinco y media ya oscurecía. Quizás ello ha acentuado la sensación en entrar en un lugar como fuera del mundo, con la calidez de las maderas, la luz amarilla y las plumas viejas. Y allí estaba ella, haciéndole de todo a otra Sheaffer con una facilidad pasmosa, qué mano, Dios mío, qué mano, y qué manera de hacer funcionar lo que no funcionaba así, como si nada. Y, a la vez, hablaba con el propietario, un chico joven diría que japonés, y de su boca salían fechas, datos y materiales mientras trabajaba, ya digo, como quien no presta atención a lo que hace, pero con una mezcla de delicadeza y seguridad dignas de ver.
Le llegó el turno a la mía, la desmontó en un abrir y cerrar de ojos, le buscó una solución a cada problema, me ofreció alternativas y, al final, un presupuesto muy por debajo de lo que yo podía esperar.
Bueno, digo de había escuchado de todo acerca de esta buena mujer, y una de las cosas era que resulta imposible salir de su taller con las manos vacías. Bien claro tenía yo que no sería mi caso cuando anteayer mismo adquirí una Montblanc, que, por cierto, no fue nunca marca de mi devoción. Bueno, pues he salido con otra.
Y es del Madrid y le gusta Marcelo.
Pero lo dicho, qué mano tiene esa mujer.
Saludos