M
Mulleras
Visitante
Buenas noches.
Siguiendo por orden alfabético, ahora le tocaría el turno a la Graf Von Faber-Castell Intuition Black, pero como el grupo alimentador están “en remojo”, saltamos a la siguiente.
Se trata de la famosa Montblanc 146. Nada voy a descubrirles sobre ella, pero como todas mis plumas tiene su historia.
No me gustan las plumas Montblanc. No me gustan porque son las de siempre. No me gustan porque hay a la venta más Montblancs que Lamys. Son una peste. Le das una patada a una piedra y, debajo, aparecen un alacrán y un “manojillo” de Montblancs.
No entiendo como la Ley de la oferta y la demanda gira la cara cuando aparece una de estas a la venta. Si hubieran pocas y no se fabricaran desde hace décadas lo entendería, pero ¿la 146? ¿Cómo este trasto puede mantener el tipo en el mercado de ocasión y en “El Corte Inglés”?
La mía es de la primera mitad de la década de los 80. De la época de los inicios del “Spaguetti Dance”, del “Thriller” de Michael Jackson y de los saltos de Kit por esas carreteras de Dios, cazando a los malos, claro que si a mi me tocara mis cosas las mecánicas que Devon le proporcionaba al ínclito coche igual también me ponía a dar saltos.
En ningún momento me gustaron y nunca me propuse comprar una, pero un buen amigo me dijo que sin una de ellas jamás llegaría a ser nada en el mundo de la escritura con estilográfica. Vamos, lo que viene siendo un “¿A qué no hay huevos?”.
Coincidió que otro amigo, coleccionista de plumas raras y ediciones especiales, me dijo que se quitaba la suya de encima por parecerle que no tenía el caché que le correspondía a su colección.
Me la trajo para que la examinara mientras tomábamos un café y estaba literalmente sin estrenar. Impoluta. Con toda su documentación. El precio no distaba del que pedían en el mercado de ocasión, pero era de confianza, pude probarla antes de comprarla (me ofreció tenerla en uso varios días antes de hablar de dinero) y me ahorraba los gastos de envío. 190 euros tuvieron la culpa.
Después de un par de años de aquello, esto es mi valoración, para nada objetiva y susceptible de cambiar de opinión en cualquier momento.
No me gusta esta pluma, pero escribe de miedo. Solo la cargo con tinta Azul Real, propia de la marca porque si he de tener esta reliquia del pasado, pues que la “viejunez” sea completa. De hecho, el borrador de este mensaje se está escribiendo con ella, que ha sido entintada para la ocasión, sobre el conocido papel Expertiz del Aldi.
La pluma resulta tan cómoda como fea y permite largos ratos de escritura. Equilibrada, a pesar de ese “culeo” que le da tener el centro de gravedad un pelín desplazado hacia arriba debido a su sistema de carga. Su tacto con el papel no tiene la suavidad de una Pelikan, pero se agradece el roce que nos asegura que las letras se están dibujando. Como mi teclado IBM serie M que uso para escribir de vez en cuando (normalmente uso un Razer Blackwidow Ultimate con switches Green).
En mi caso, me permite una caligrafía legible, cosa que con otras plumas que no son de plumín itálico, stub u oblicuo, me cuesta mucho conseguir a la velocidad a la que estoy escribiendo ahora mismo.
Así pues, mi amigo, como siempre, me aconsejó bien y esta 146, junto con su hermana mayor 149, tienen un puesto en LCDLD vitalicio, aunque no son, ni serán nunca, mis preferidas.
Sobre la 149 ya hablaremos otro día, ya que, ¿cómo no?, tiene una historia que nos puso el culo en cuarentena a un amigo y a mi, pero eso ya será en otro hilo, para ir descontando mensajes, o mejor dicho sumándolos, para llegar a poder vender en este site. Un saludo y muchas gracias.
Pdta: ¿Cómo diablos puedo quitar esta foto enorme del mensaje? Si lo edito me sale como imagen adjuntada y no me deja quitar.
Siguiendo por orden alfabético, ahora le tocaría el turno a la Graf Von Faber-Castell Intuition Black, pero como el grupo alimentador están “en remojo”, saltamos a la siguiente.
Se trata de la famosa Montblanc 146. Nada voy a descubrirles sobre ella, pero como todas mis plumas tiene su historia.
No me gustan las plumas Montblanc. No me gustan porque son las de siempre. No me gustan porque hay a la venta más Montblancs que Lamys. Son una peste. Le das una patada a una piedra y, debajo, aparecen un alacrán y un “manojillo” de Montblancs.
No entiendo como la Ley de la oferta y la demanda gira la cara cuando aparece una de estas a la venta. Si hubieran pocas y no se fabricaran desde hace décadas lo entendería, pero ¿la 146? ¿Cómo este trasto puede mantener el tipo en el mercado de ocasión y en “El Corte Inglés”?
La mía es de la primera mitad de la década de los 80. De la época de los inicios del “Spaguetti Dance”, del “Thriller” de Michael Jackson y de los saltos de Kit por esas carreteras de Dios, cazando a los malos, claro que si a mi me tocara mis cosas las mecánicas que Devon le proporcionaba al ínclito coche igual también me ponía a dar saltos.
En ningún momento me gustaron y nunca me propuse comprar una, pero un buen amigo me dijo que sin una de ellas jamás llegaría a ser nada en el mundo de la escritura con estilográfica. Vamos, lo que viene siendo un “¿A qué no hay huevos?”.
Coincidió que otro amigo, coleccionista de plumas raras y ediciones especiales, me dijo que se quitaba la suya de encima por parecerle que no tenía el caché que le correspondía a su colección.
Me la trajo para que la examinara mientras tomábamos un café y estaba literalmente sin estrenar. Impoluta. Con toda su documentación. El precio no distaba del que pedían en el mercado de ocasión, pero era de confianza, pude probarla antes de comprarla (me ofreció tenerla en uso varios días antes de hablar de dinero) y me ahorraba los gastos de envío. 190 euros tuvieron la culpa.
Después de un par de años de aquello, esto es mi valoración, para nada objetiva y susceptible de cambiar de opinión en cualquier momento.
No me gusta esta pluma, pero escribe de miedo. Solo la cargo con tinta Azul Real, propia de la marca porque si he de tener esta reliquia del pasado, pues que la “viejunez” sea completa. De hecho, el borrador de este mensaje se está escribiendo con ella, que ha sido entintada para la ocasión, sobre el conocido papel Expertiz del Aldi.
La pluma resulta tan cómoda como fea y permite largos ratos de escritura. Equilibrada, a pesar de ese “culeo” que le da tener el centro de gravedad un pelín desplazado hacia arriba debido a su sistema de carga. Su tacto con el papel no tiene la suavidad de una Pelikan, pero se agradece el roce que nos asegura que las letras se están dibujando. Como mi teclado IBM serie M que uso para escribir de vez en cuando (normalmente uso un Razer Blackwidow Ultimate con switches Green).
En mi caso, me permite una caligrafía legible, cosa que con otras plumas que no son de plumín itálico, stub u oblicuo, me cuesta mucho conseguir a la velocidad a la que estoy escribiendo ahora mismo.
Así pues, mi amigo, como siempre, me aconsejó bien y esta 146, junto con su hermana mayor 149, tienen un puesto en LCDLD vitalicio, aunque no son, ni serán nunca, mis preferidas.
Sobre la 149 ya hablaremos otro día, ya que, ¿cómo no?, tiene una historia que nos puso el culo en cuarentena a un amigo y a mi, pero eso ya será en otro hilo, para ir descontando mensajes, o mejor dicho sumándolos, para llegar a poder vender en este site. Un saludo y muchas gracias.
Pdta: ¿Cómo diablos puedo quitar esta foto enorme del mensaje? Si lo edito me sale como imagen adjuntada y no me deja quitar.
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