Yo también he estado informándome y lo que no entiendo muy bien es porqué no se les realiza una RM cardíaca. Porque si bien es cierto que en la fase inicial puede no detectarse incluso con esta prueba, es lo mejor para detectar una miocardiopatía arritmogénica. En jóvenes deportistas es imprescindible dado que lo más común es que la patología se manifieste entre la niñez y la adolescencia -de hecho sólo un 25% de los que la padecen alcanzan los 75 años de edad-. De todas formas tampoco conviene alarmarse, dicen que existe un caso entre cada 500 personas.
Este artículo resulta muy interesante
http://corricolari.eu/?sec=salud_detalle&idSalud=42
El análisis de las muertes súbitas de los deportistas apunta a dos grandes bloques como posibles causas del fallecimiento. Todo parece depender de la edad del deportista y se ha detectado un curioso “punto de corte” a los 35 años. Por encima de esta edad, las muertes son fundamentalmente de origen coronario, es decir, de las arterias que llevan la sangre al corazón (sería lo que sucede en un infarto de miocardio) y con factores de riesgo como el tabaco, hipertensión, obesidad o simplemente los niveles elevados de colesterol. Por debajo de los 35 años, las muertes están más relacionadas con la estructura del músculo cardíaco o con alteraciones en el ritmo de los latidos. En el caso que nos ocupa, un muchacho de 24 años y en buena forma física, los diagnósticos más probables pueden ser miocardiopatías de tipo “hipertrófico o arritmogénico”.
Un estudio
Dos toxicólogas españolas, Mari Paz Suárez-Mier y Beatriz Aguilera, publicaron recientemente un excelente trabajo de revisión de las muertes súbitas en deportistas de nuestro país (Ver Fig. 1). Evaluaron un total de 61 casos registrados entre 1995 y 2001 y establecieron que el ciclismo era el deporte con más fallecimientos (21), seguido del fútbol (13), la gimnasia (5) y el “footing” (4). Una conclusión de su trabajo fue que en el 30 por ciento de los casos ni siquiera la autopsia pudo determinar la causa del fallecimiento. Este trabajo también confirmó que la mayoría de las muertes por encima de 30 años (79,3%) fueron de origen coronario. Entre los jóvenes la más frecuente fue la miocardiopatía arritmogénica.
Pruebas de esfuerzo
La miocardiopatía arritmogénica es una rara enfermedad descrita por primera vez en 1977. La prueba que mejor garantiza su diagnóstico es la resonancia magnética nuclear, que mostraría una señal característica, brillante en el ventrículo derecho, de sustitución del tejido normal por tejido fibro-adiposo. Esta prueba no se emplea con carácter rutinario, sino que únicamente se indica para casos en los que existen precedentes familiares.
Aunque los estudios confirman que la incidencia de las muertes súbitas en el deporte es muy baja (4 casos por millón de deportistas) hay que insistir en la importancia de someterse a chequeos médicos. Los corredores que llevan a cabo entrenamientos exigentes han de someterse a las llamadas “pruebas de esfuerzo” con cierta periodicidad para detectar anomalías cardíacas durante el esfuerzo.
Si nos acercamos al deporte de élite, también comprobamos que en los últimos tiempos se han producido muertes inesperadas. En los últimos meses, los aficionados recibieron noticias de fallecimientos de deportistas como Miklos Feher, el baloncestista letón Jumikis o el ciclista belga Sermon. Aún no se habían asimilado los casos de Diego García o el camerunés Foé y los fallecimientos seguían golpeando al mundo del deporte.
Miocardiopatía hipertrófica
A finales de 2003, se hizo público en la ciudad estadounidense de Bethesda un documento de consenso con recomendaciones muy claras para prevenir los casos de muerte súbita entre los deportistas. Los cardiólogos y biólogos moleculares que participaron en la reunión de consenso coincidieron en recomendar que todos los jóvenes a los que se les haya detectado la existencia de una miocardiopatía hipertrófica deben retirarse del deporte de competición para minimizar el riesgo de sufrir una muerte súbita de origen cardíaco.
La miocardiopatía hipertrófica es una enfermedad hereditaria, en realidad, el más común de entre todos los trastornos genéticos que afectan al corazón. Aparece en una de cada 500 personas y los estudios más recientes muestran que existen 10 genes que, si sufren mutaciones, originarían la enfermedad por medio de cambios en la estructura de las proteínas que forman las fibras del miocardio, el tejido muscular del corazón. Los estudios genéticos llevados a cabo en la última década han abierto la posibilidad de alcanzar diagnósticos “pre-clínicos”, es decir, detectar a las personas afectadas por estas mutaciones genéticas, aunque no hayan mostrado aún ningún signo de la enfermedad mediante la ecocardiografía bidimensional o el electrocardiograma.
Los pacientes con miocardiopatía hipertrófica presentan un importante riesgo de fallecer de forma inesperada a causa de embolias o fallos cardiacos. Sin embargo, estudios recientes muestran que una cuarta parte de ellos alcanzan los 75 años de edad.
El nuevo documento de consenso recomienda a los jóvenes con miocardiopatía hipertrófica evitar los deportes que incluyan “sprints” intermitentes, así como aquéllos que exigen un ejercicio repetido, aunque sea isométrico (sin grandes desplazamientos), como es el caso del levantamiento de pesas. El documento alcanza aún mayor concreción al citar dos deportes que sí pueden ser practicados por los jóvenes con este tipo de cardiopatías: el golf y los bolos.
“Conmotio cordis”
Recientemente el prestigioso The New England Journal of Medicine recogía también un trabajo dedicado a la muerte súbita en deportistas jóvenes. El doctor Barry Maron, del Instituto del Corazón de Minneapolis (Estados Unidos), hacía públicos los datos registrados por su centro en referencia a 387 casos de muerte súbita.
La miocardiopatía hipertrófica (con un 26 por ciento) y la llamada “conmotio cordis” (20 %) aparecen en este trabajo como las dos causas más frecuentes de muertes inesperadas e instantáneas en deportistas. La “conmotio cordis”, una situación poco frecuente pero que puede aparecer como consecuencia de un golpe en el pecho causado por un objeto romo, sin herida penetrante. Este golpe genera una fibrilación ventricular que desemboca a menudo en la muerte.
En cualquier caso, hay que recordar que las muertes súbitas en el deporte son muy poco frecuentes. El famoso “estudio de Rhode Island” estableció un riesgo de muerte limitado para las personas que corren de forma habitual: de cada 7.600 corredores, un fallecimiento por año. El mismo estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford, situaba el índice en una muerte por cada 396.000 horas de “jogging”.
Casos conocidos
Hace dos años se produjo uno de los casos más notorios de un fallecimiento por miocardiopatía hipertrófica. El 26 de junio de 2003 se disputaba un encuentro internacional de fútbol entre las selecciones de Camerún y Colombia. De repente, en el minuto 72, se desplomaba sin causa aparente el centrocampista camerunés Marc Vivien Foé. Dos semanas después, a pesar de que anteriormente se había especulado con que la rotura de un aneurisma cerebral podía haber sido la causa del fallecimiento, la autopsia revelaba que Foé sufría una miocardiopatía hipertrófica y ése había sido el auténtico origen de su muerte.
Tampoco se ha apagado cuatro años después el eco del fallecimiento de Diego García, que murió de forma inesperada durante una sesión de entrenamiento. El guipuzcoano se había despedido de la alta competición unos meses antes, pero todavía salía a correr de forma habitual y se encontraba en una gran condición física. Fue el “Diario Vasco”, el medio informativo que publicó los resultados de la necropsia que se le practicó al corredor guipuzcoano. Al parecer, el Instituto Nacional de Toxicología de Madrid remitió al Juzgado de Azpeitia un informe en el que desvelaba que el fondista padecía una afección descrita como miocardiopatía arritmogénica biventricular. “Se trata de una enfermedad caracterizada por la sustitución de las fibras musculares cardíacas normales por grasa o tejido fibroso”, explicaba la Dra. Goenaga, forense de Azpeitia. Esta alteración termina desencadenando un ritmo anormal en el corazón. Seguramente, Diego García habría tenido esta enfermedad desde su nacimiento. Al principio, sería pequeña, pero con el paso del tiempo la zona fibrosa iría evolucionando y aumentando. Cuando se le practicó la autopsia tenía ya una miocardiopatía que le abarcaba los ventrículos izquierdo y derecho. Estaba muy extendida”, aseguró la forense. Precisamente aquí surge una duda importante: ¿Por qué esta patología no ha “dado la cara” anteriormente en los numerosos chequeos médicos a los que se someten los atletas?
Conclusión
Lo cierto es que las miocardiopatías pueden manifestarse de diferentes maneras: en forma de disnea de esfuerzo, con pérdidas de conocimiento o a través de taquicardias ventriculares. También pueden aparecer en forma de arritmias cardíacas por la gran inestabilidad bioeléctrica que se genera durante la práctica de ejercicio físico.
De todos modos, no se deben exagerar los riesgos. Entre las muertes de deportistas registradas por el Instituto Nacional de Toxicología la cifra de fallecidos practicando el “footing” (así es como se recoge en la publicación) es de 4 deportistas en 7 años en todo el territorio español. El índice no es alarmante, pero como cada muerte es una tragedia se deben poner todos los medios para prevenirlas. Las pruebas de esfuerzo y el diagnóstico cardíaco por medio de imágenes son las mejores herramientas de detección de estas patologías.