Casiná
De la casa
Sin verificar
Eso es algo serio ¿quién lo duda?. Se hicieron grandes (en su época), se hicieron buenos, se hicieron bonitos, se hicieron duraderos y apetecibles. Y más hoy día en que la calidad ha sido sustituida por la obsolescencia programada, que quiere decir que pasado mañana lo tiras y te compras otro, éste no tiene arreglo. Eso con Cyma no pasa; con otros muchos de su época tampoco pero es que Cyma es Cyma.
Esto no es un axioma: admite demostración; vamos a ello:
Empezamos (empezons, decían Tip y Coll)
Por delante
por detrás
Lo sacamos de caja y empezamos por retirar agujas y esfera, y vemos esto
Llama la atención que el resorte de tirete está mal montado: tiene lo que podríamos llamar la cabeza por delante del tetón de sujeción cuando debería estar por detrás; si ampliamos la imagen
esa punta negra debería estar en el otro lado del tetón, donde el punto rojo; y, como veremos luego, debe llevar así mucho tiempo porque, al retirarlo, se ve que debajo ha dejado la marca en las muchas veces que se habrá movido
bueno, si no ha pasado nada no va a pasar ahora; lo desmontamos todo, a la bañera y vuelta a montar.
Las ruedas son grandecitas y fáciles de colocar
en la parte de arriba de la foto, debajo de la rueda de centro, la grande, está el barrilete que alberga en su interior el muelle real, el que hace la cuerda. Le ponemos encima el puente de carga que sujetará, además del barrilete, la rueda de centro con lo que hace el tren de rodaje más estable, mucho más estable, ya que ella hace que también se quede firme la rueda primera que es la que se ve debajo
y a continuación colocamos el puente de rodaje; ambos puentes se fijan a la platina con unos tornillos que no tienen nada que ver con los de otras marcas, estos son contundentes, con fundamento que diría Arguiñano
Los tornillos cabezones
Una vez fijados ambos puentes nos toca poner el rochete de carga y la rueda corona. Son esas dos ruedas aceradas que se ven en la parte alta en una foto más adelante. El rochete es el más grande, ese que tiene escrito "tavannes ...." y la rueda corona está a su izquierda. Esta rueda es la que recibe directamente la fuerza que hacemos con la corona para dar cuerda al reloj y, como su movimiento tiende a aflojarla, las distintas marcas han optado por soluciones dispares: unas ponen dos tornillos en una pieza que queda fija y se mueve una corona alrededor (¿comprendéis el por qué de su nombre?), otras ponen un tornillo descentrado que hace el mismo efecto, pero la mayoría optan por una pieza central y un tornillo también central que, por necesidad, ha de tener su rosca al revés, es decir, afloja girando en el sentido en que la mayoría aprietan. Para avisar esta circunstancia, y que los no duchos puedan romperlo, las marcas también optan por soluciones dispares: unas ponen un tornillo muy pulido, otras, la mayoría, le hacen tres rayas en la cabeza, la del centro es para meter el destornillador y las otras dos, una a cada lado de aquella, son las que avisan de que hay que cambiar el sentido de giro. Este tipo de tornillos se ve mucho también en los cronógrafos. Cyma, más chulos que un 8 ellos, han utilizado esta marca para el mismo aviso
un rabillo que hace que parezca que hay una T. Una vez que hemos colocado estas dos ruedas superiores ya podemos hacer que, girando la corona, giren todas las ruedas del reloj que ahora están libres. Si el rodaje va fino girarán con mucha velocidad, silvando, y deteniéndose lentamente. Cuando el muelle real esta todavía muy nuevo, al llegar al final de su recorrido el rodaje se vuelve para atrás un poco. En este caso lo ha hecho. Así que ahora, comprobado que gira suave, ponemos el áncora que ya es la que frena el rodaje
y encima la fijamos con su puente
Si ahora giramos la corona ya empezamos a dar cuerda al reloj. Y sí tenemos que hacerlo porque ahora viene la comprobación de que tenemos buen escape; una vez dada un poco de cuerda empujamos levemente el tenedor del áncora en un lado y debe salir disparado hacia el otro donde se quedará quieto; le damos ahora desde este otro lado y debe salir también disparado para el anterior. Lo repetimos unas cuantas veces para asegurarnos y, viendo que va adecuadamente, engrasamos la paleta de salida del áncora tres veces, una gota cada cinco pasos. Aún irá más disparada el áncora cuando la toquemos ahora ya engrasada. Como todo debe funcionar de maravilla ponemos encima el volante
y que alegría da cuando, apenas lo has dejado caer, empieza a oscilar vívamente; es uno de los mejores momentos de la relojería entre novatos como yo. Terminado el asunto por ese lado, le damos la vuelta al conjunto
tenemos la platina casi vacía, solo está montado parte del remontoir: tija, piñones deslizante y de canto, báscula, tirete y su resorte. Así que ponemos las ruedas de remonte
y las cubrimos con un puente específico que llevan ellas y ponemos el cañón de minutos que está justo en el centro
Después sólo nos queda poner la esfera que tenía, y conserva, sus marcas de guerra. Éste ha vivido.
y encima las agujas cuya correcta colocación la comprobamos haciéndolas girar en posiciones que hacen que se vea bien.
y, en cuánto nos guste su resultado, a la caja
Y se le coloca su correa que lo hace lucir elegante, limpio y aseaíto, ¡como debe ser!
Je,je, se creía Vicente que me iba a dar envidia con un reloj de oro. Amos, anda.
Un saludo desde Sevilla. ¡Casi ná!.
Esto no es un axioma: admite demostración; vamos a ello:
Empezamos (empezons, decían Tip y Coll)
Por delante
por detrás
Lo sacamos de caja y empezamos por retirar agujas y esfera, y vemos esto
Llama la atención que el resorte de tirete está mal montado: tiene lo que podríamos llamar la cabeza por delante del tetón de sujeción cuando debería estar por detrás; si ampliamos la imagen
esa punta negra debería estar en el otro lado del tetón, donde el punto rojo; y, como veremos luego, debe llevar así mucho tiempo porque, al retirarlo, se ve que debajo ha dejado la marca en las muchas veces que se habrá movido
bueno, si no ha pasado nada no va a pasar ahora; lo desmontamos todo, a la bañera y vuelta a montar.
Las ruedas son grandecitas y fáciles de colocar
en la parte de arriba de la foto, debajo de la rueda de centro, la grande, está el barrilete que alberga en su interior el muelle real, el que hace la cuerda. Le ponemos encima el puente de carga que sujetará, además del barrilete, la rueda de centro con lo que hace el tren de rodaje más estable, mucho más estable, ya que ella hace que también se quede firme la rueda primera que es la que se ve debajo
y a continuación colocamos el puente de rodaje; ambos puentes se fijan a la platina con unos tornillos que no tienen nada que ver con los de otras marcas, estos son contundentes, con fundamento que diría Arguiñano
Los tornillos cabezones
Una vez fijados ambos puentes nos toca poner el rochete de carga y la rueda corona. Son esas dos ruedas aceradas que se ven en la parte alta en una foto más adelante. El rochete es el más grande, ese que tiene escrito "tavannes ...." y la rueda corona está a su izquierda. Esta rueda es la que recibe directamente la fuerza que hacemos con la corona para dar cuerda al reloj y, como su movimiento tiende a aflojarla, las distintas marcas han optado por soluciones dispares: unas ponen dos tornillos en una pieza que queda fija y se mueve una corona alrededor (¿comprendéis el por qué de su nombre?), otras ponen un tornillo descentrado que hace el mismo efecto, pero la mayoría optan por una pieza central y un tornillo también central que, por necesidad, ha de tener su rosca al revés, es decir, afloja girando en el sentido en que la mayoría aprietan. Para avisar esta circunstancia, y que los no duchos puedan romperlo, las marcas también optan por soluciones dispares: unas ponen un tornillo muy pulido, otras, la mayoría, le hacen tres rayas en la cabeza, la del centro es para meter el destornillador y las otras dos, una a cada lado de aquella, son las que avisan de que hay que cambiar el sentido de giro. Este tipo de tornillos se ve mucho también en los cronógrafos. Cyma, más chulos que un 8 ellos, han utilizado esta marca para el mismo aviso
un rabillo que hace que parezca que hay una T. Una vez que hemos colocado estas dos ruedas superiores ya podemos hacer que, girando la corona, giren todas las ruedas del reloj que ahora están libres. Si el rodaje va fino girarán con mucha velocidad, silvando, y deteniéndose lentamente. Cuando el muelle real esta todavía muy nuevo, al llegar al final de su recorrido el rodaje se vuelve para atrás un poco. En este caso lo ha hecho. Así que ahora, comprobado que gira suave, ponemos el áncora que ya es la que frena el rodaje
y encima la fijamos con su puente
Si ahora giramos la corona ya empezamos a dar cuerda al reloj. Y sí tenemos que hacerlo porque ahora viene la comprobación de que tenemos buen escape; una vez dada un poco de cuerda empujamos levemente el tenedor del áncora en un lado y debe salir disparado hacia el otro donde se quedará quieto; le damos ahora desde este otro lado y debe salir también disparado para el anterior. Lo repetimos unas cuantas veces para asegurarnos y, viendo que va adecuadamente, engrasamos la paleta de salida del áncora tres veces, una gota cada cinco pasos. Aún irá más disparada el áncora cuando la toquemos ahora ya engrasada. Como todo debe funcionar de maravilla ponemos encima el volante
y que alegría da cuando, apenas lo has dejado caer, empieza a oscilar vívamente; es uno de los mejores momentos de la relojería entre novatos como yo. Terminado el asunto por ese lado, le damos la vuelta al conjunto
tenemos la platina casi vacía, solo está montado parte del remontoir: tija, piñones deslizante y de canto, báscula, tirete y su resorte. Así que ponemos las ruedas de remonte
y las cubrimos con un puente específico que llevan ellas y ponemos el cañón de minutos que está justo en el centro
Después sólo nos queda poner la esfera que tenía, y conserva, sus marcas de guerra. Éste ha vivido.
y encima las agujas cuya correcta colocación la comprobamos haciéndolas girar en posiciones que hacen que se vea bien.
y, en cuánto nos guste su resultado, a la caja
Y se le coloca su correa que lo hace lucir elegante, limpio y aseaíto, ¡como debe ser!
Je,je, se creía Vicente que me iba a dar envidia con un reloj de oro. Amos, anda.
Un saludo desde Sevilla. ¡Casi ná!.
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