heXavi
Habitual
Sin verificar
Sí, la definición de reloj se puede parecer a instrumento capaz de dividir el paso del tiempo de forma regular constante y sincrónica.
Mucho hemos hablado de relojes, guardatiempos, medidores del tiempo, cronómetros, cronógrafos, calendarios perpetuos, y mil y una complicaciones mecánicas, presentados y envueltos en mil y una cajas distintas de distintos metales.
Que si uno con tal escape, que si en lugar de un gancho un puente, que si levas o pilares, espirales Breguet, con raqueta, microbis, incablock o doble junta en la corona. Y un largo etcétera.
Todo esto son inventos para intentar mejorar la precisión de un reloj, durabilidad, o simplemente para sofisticar un capricho mecánico, de la manera mas inimaginable posible. Hasta tal punto creo, que el hecho de que el reloj nos intuya de en qué hora estamos viviendo es secundario para dejar paso al bien hacer de una serie de micromecánicos ingenieros presentándonos sus increíbles parapetos mecánicos, fuera de casi toda razón pragmática. Estos parapetos se les llama relojes, sí, tan solo porque estos instrumentos nos indica una secuencia cíclica en un elemento mecánico.
Y yo me pregunto, donde acaba y donde empieza. Donde acaba un reloj de ser un instrumento para darnos con fiabilidad la hora, pensado como tal, y donde empieza un organismo mecánico a ser ese capricho mecánico de algún ingeniero con grandes dosis de imaginación para hacer un instrumento que además nos da la hora.
Con lo que en unos relojes el fin justifica el medio, y en otros relojes lo importante es el medio, no el fin.
De las que se me ocurren una serie de preguntas:
¿Esta pensado para dar el tiempo?
¿Durante cuanto tiempo?
¿Será costoso de fabricar?
¿Está pensado para ser mantenido o reparado con facilidad?
¿Funciona correctamente?
Estos pensamientos solo atañen al movimiento del reloj, dejando para otro día la cuestión del diseño de allá donde vive el movimiento.
Mucho hemos hablado de relojes, guardatiempos, medidores del tiempo, cronómetros, cronógrafos, calendarios perpetuos, y mil y una complicaciones mecánicas, presentados y envueltos en mil y una cajas distintas de distintos metales.
Que si uno con tal escape, que si en lugar de un gancho un puente, que si levas o pilares, espirales Breguet, con raqueta, microbis, incablock o doble junta en la corona. Y un largo etcétera.
Todo esto son inventos para intentar mejorar la precisión de un reloj, durabilidad, o simplemente para sofisticar un capricho mecánico, de la manera mas inimaginable posible. Hasta tal punto creo, que el hecho de que el reloj nos intuya de en qué hora estamos viviendo es secundario para dejar paso al bien hacer de una serie de micromecánicos ingenieros presentándonos sus increíbles parapetos mecánicos, fuera de casi toda razón pragmática. Estos parapetos se les llama relojes, sí, tan solo porque estos instrumentos nos indica una secuencia cíclica en un elemento mecánico.
Y yo me pregunto, donde acaba y donde empieza. Donde acaba un reloj de ser un instrumento para darnos con fiabilidad la hora, pensado como tal, y donde empieza un organismo mecánico a ser ese capricho mecánico de algún ingeniero con grandes dosis de imaginación para hacer un instrumento que además nos da la hora.
Con lo que en unos relojes el fin justifica el medio, y en otros relojes lo importante es el medio, no el fin.
De las que se me ocurren una serie de preguntas:
¿Esta pensado para dar el tiempo?
¿Durante cuanto tiempo?
¿Será costoso de fabricar?
¿Está pensado para ser mantenido o reparado con facilidad?
¿Funciona correctamente?
Estos pensamientos solo atañen al movimiento del reloj, dejando para otro día la cuestión del diseño de allá donde vive el movimiento.