Jose Claudio
Forer@ Senior
Sin verificar
Si algo hay que suponerle al director italiano Paolo Sorrentino es el valor de haberse atrevido a abordar, aunque sea de forma parcial, la compleja figura de Giulio Andreotti, alma máter de la Democracia Cristiana italiana, siete veces Primer Ministro, ocho veces Ministro de Asuntos Exteriores, y uno de los personajes más poderosos de Italia. Y digo que hace falta valor porque atreverse con un personaje tantas veces procesado como absuelto de corrupción y connivencia con la Mafia, aunque una de ellas, y por asesinato, lo es por prescripción, tan sarcástico como agudo en sus observaciones, tan frío (él mismo reconoce que el único acontecimiento político que le afectó fue el asesinato de Aldo Moro) como cruel, y hacerlo, además, para describir su casi imposible función política en un país en el que la Mafia y la Iglesia tienen un poder decisivo, que fue, y es, salpicado por acontecimientos tan traumáticos como la muerte del juez Giovanni Falcone, Dalla Chiesa o el suicidio del banquero del Vaticano, Roberto Calvi, pues eso, creo que no la hace cualquiera.
Hay dos momentos que, para mí, son extraordinarios en la película. El primero, en una entrevista con director de periódico, no recuerdo su nombre, en la que durante cinco interminables minutos el director desgrana una por una todas las sospechas que recaen sobre Andreotti, mientras él, escucha impasible. Su respuesta final, tan concisa como precisa, es impagable.
Y otro, cuando sostiene un imaginario diálogo con su mujer, la unica que cree conocerlo, y a la que relata su verdadera entidad, dejando entrever un personaje desconcertante e inclasificable, (¿un gran perverso?) única manera de la que se puede explicar que haya sobrevivido tantos años física como mentalmente a la política italiana.
En fin, hace pensar y además, el trabajo del protagonista,Toni Servillo, es excelente.
Hay dos momentos que, para mí, son extraordinarios en la película. El primero, en una entrevista con director de periódico, no recuerdo su nombre, en la que durante cinco interminables minutos el director desgrana una por una todas las sospechas que recaen sobre Andreotti, mientras él, escucha impasible. Su respuesta final, tan concisa como precisa, es impagable.
Y otro, cuando sostiene un imaginario diálogo con su mujer, la unica que cree conocerlo, y a la que relata su verdadera entidad, dejando entrever un personaje desconcertante e inclasificable, (¿un gran perverso?) única manera de la que se puede explicar que haya sobrevivido tantos años física como mentalmente a la política italiana.
En fin, hace pensar y además, el trabajo del protagonista,Toni Servillo, es excelente.