jdortega
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Muy buenas a todos,
Con motivo de celebrar mis 1.000 mensajes en el foro me apetece mucho presentar esta última adquisición. Ya conozco la tradición de mostrar la colección completa cuando se cumplen esos primeros 1.000 mensajes, pero en mi caso hace bastante poco que ya puse el conjunto en uno de los hilos de Alta Relojería, salvo alguna nueva incorporación de la que también puse sus fotos. Y tampoco es cuestión de ser repetitivamente cansino. Al menos yo no quiero tener esa sensación. Así que aunque ya tenía cubierto el cupo de mi promesa de un único reloj este año, el hecho de cumplir estos 1.000 mensajes ha proporcionado una buena excusa a mi conciencia para no tener tantos remordimientos fallidos. También es de recibo comentar que mi queridísima mujer me ha animado a saltarme la promesa… (y sinceramente ese era el mayor obstáculo).
No hace mucho, en un hilo en el foro de una presentación comercial de una pieza de Greubel Forsey, escribí algún mensaje indicando la poca atracción que me producían las formas de sus relojes, y sobre todo sus estrambóticos precios. E incluso cité este preciso modelo como ejemplo de que aunque fuera el primero que hicieron con un diseño clásico y moderado (caja de acero, redondo, tamaño adecuado, tres agujas, esfera e índices visibles, sin protuberancias, grosor comedido…), su precio lo hacía no ya directamente inviable sino fuera de lugar con respecto a su teórica competencia en la época que lo lanzaron (2016): Kari Voutilainen, Philippe Dufour, De Bethune, Laurent Ferrier, Grönefeld ó Romain Guthier, por citar varios. Incluso considerándose superior a muchos de ellos en calidad de acabados, el incremento de precio no estaba en absoluto para mí justificado. Y eso que era, y es, el modelo creado como entrada a la marca…
¿Y cómo cambié de opinión? Pues porque las condiciones en precio se pusieron a un nivel, si bien no igual, pero sí de jugar en la misma liga que sus competidores directos. Agradecer por este medio a mi buen amigo Moisés Chocrón por su persistencia en ofrecerme constantemente esta maravillosa pieza durante casi un año, el tiempo que lleva siendo el primer y único distribuidor de la marca en España. Y lograr ponérmelo a disposición a un precio que se podría considerar realmente competente. En otras palabras una oportunidad inigualable. Si a eso añadimos que, por supuesto, es la marca que pensaba tendría un permanentemente hueco vacío en mi caja, ahora sí podría llegar a narrar que al menos una vez tuve un Greubel Forsey. Y eso sinceramente, para mí, ya es conseguir decir mucho.
Antes de comenzar con la pieza en sí, hagamos un pequeño pero necesario resumen de lo que es la espectacular marca Greubel Forsey. En el año 2004 Robert Greubel y Stephen Forsey, dos relojeros independientes, fundaron en Suiza la marca que lleva sus apellidos con la idea de desarrollar relojes excepcionalmente vanguardistas. Producen la escasa cantidad de unos 100 relojes al año con calibres propios a cada cual más innovador y con sus piezas acabadas a mano de manera fastuosa. Se puede decir que fueron los que llevaron los pulidos y acabados a un nivel desconocido para el público general hasta ese momento. El grado de excelencia en sus creaciones, con sus volantes inclinados ó múltiples tourbillones, les asemejaba con los grandes maestros relojeros de hace siglos. Si a todo ello le sumamos sus precios de mercado no aptos para la mayoría de nosotros los comunes mortales, su exclusividad como marca tiene poca rivalidad en la relojería clásica. Y su corta historia de 16 años está ya avalada por dos Aiguille d’Or y ocho premios individuales en diferentes categorías en el Grand Prix d’Horlogerie de Genève. Vamos, casi nada para unos recién llegados…
En el año 2016 decidieron lanzar una colección simple en complicaciones, un solo hora de tres agujas, y a un precio realmente más bajo que sus otros modelos (aunque aún así descomunalmente alto para el mercado). Y así salió este modelo Signature 1, del que hicieron sólo 66 relojes numerados en series de 11 unidades: 11 en platino, 11 en oro blanco, 11 en oro rosa, y 33 por primera vez en su historia en acero con un pequeño descuento añadido sobre los de los otros materiales. Estas 33 piezas de caja de acero se dividieron a su vez en 3 series también limitadas: 11 en esfera azul y oro blanco (vendidos en exclusiva en Estados Unidos), 11 en esfera antracita negra y oro blanco, y 11 en esfera antracita negra y oro rojo. El que nos ocupa es de estos últimos. Con esta colección Greubel Forsey inauguró el detalle de poner, tanto en la esfera delantera como en la parte trasera, la firma del relojero encargado de liderar el proyecto de diseño y desarrollo de este Signature 1. Y qué mejor que hacerlo con su, en ese momento, profesional más destacado, Didier Cretin, que ya se había dado a conocer en el mundo de la Alta Relojería con la creación del Doble Tourbillon a 30 grados ganador del Aiguille D´Or en el año 2010.
Aunque el reloj en su concepción funcional es sencillo, su desarrollo llevó más de 6 años de dedicación por lo que la calidad de su calibre de remonte manual y los superlativos detalles están fuera de toda duda. En particular destaca su sistema de balanceo desarrollado in house que incluye un enorme volante, diseñado en exclusiva por la marca, que vibra a unas relajadas 18.000 alternancias la hora y que logra una reserva de marcha de 54 horas. Sus dimensiones de caja, aceptadas gustosamente por cualquier muñeca de tamaño normal, eran en la época de su lanzamiento una verdadera excepción para la marca. Unas medidas en una caja de acero totalmente redonda de 41,4 mm de diámetro por 11,7 mm de grosor no eran, precisamente por su carácter absolutamente estándar, a lo que nos tenía acostumbrados GF con sus amplísimas cajas en volumen, de metales preciosos y completamente irregulares en formas. Pero lo que sí se mantuvo fueron los excepcionales acabados y pulidos emblema de la marca, que se perciben de forma poderosa nada más ver el reloj, tanto por la parte delantera como por la trasera. El volante y el larguísimo puente de plata sobre el que se asienta están extraordinariamente pulidos y dejan absorto al que echa un primer vistazo a la esfera.
Os dejo un vídeo donde se ve cómo reluce a sus bajas revoluciones ese volante en movimiento como levitando por debajo del magnífico puente. También se puede observar cómo desde su trasera se mueve el tren de engranajes al darle cuerda a la corona, mostrando el posiblemente primer trinquete de la historia integrado a una rueda de barrilete en un reloj:
El dial principal de oro y antracita negra, con su perímetro pulido a mano, está esmaltado en su totalidad y presenta sus índices completamente integrados. Detrás del dial se puede ver una platina decorada con Côtes de Genève cuya perfección traslada a otro nivel este tipo de decoración conocida y vista en otras marcas. La segundera pequeña independiente de oro está perfectamente colocada como si de capas tridimensionales se tratara y en color inverso al dial horas minutos. Tanto en la trasera como en la parte delantera se ven los puentes de oro rojo escarchado a mano, pulidos y biselados con los diferentes decorados troquelados a mano. Incluso las manecillas de oro están pulidas y troqueladas directamente a mano, al igual que cada tornillo que a su vez también son de oro. Realmente es complicado expresar en palabras esta demente obsesión por la calidad. Es algo que simplemente esperas de unos pocos relojeros, saber cuándo hay que parar de pulir para llegar al punto óptimo, y entre ellos se encuentra en la cúspide Greubel Forsey. Se podría asegurar sin error alguno que es uno de los calibres sólo hora mejor acabados del mundo. En ese sentido, digamos que los acabados de GF son más modernos en diseño que los que crea Dufour ó Voutilainen, pero manteniendo la misma dificultad en su realización.
En el Signature 1 el hecho de sus medidas clásicas y de su caja redonda de acero hace que en la muñeca luzca de una forma ciertamente agradable y, aunque no se le puede llamar en esencia reloj de vestir, en ningún caso parece intrusivo en muñeca. Es decir, está claro no tiene el ADN oficial de la marca con sus cajas de dimensiones grandes, en metales preciosos y formas asimétricas que hacen a sus relojes superreconocibles y seguramente únicos, pero a cambio este GF sí es fácil de llevar a diario sin sentirse observado de forma extravagante. Además siguiendo con la curiosa numerología es el número 9 de los 11 que existen en esta colección, es decir, el delantero centro de mi equipo.
Vamos a las fotos, que seguro no dejan indiferente:
Saludos!
Con motivo de celebrar mis 1.000 mensajes en el foro me apetece mucho presentar esta última adquisición. Ya conozco la tradición de mostrar la colección completa cuando se cumplen esos primeros 1.000 mensajes, pero en mi caso hace bastante poco que ya puse el conjunto en uno de los hilos de Alta Relojería, salvo alguna nueva incorporación de la que también puse sus fotos. Y tampoco es cuestión de ser repetitivamente cansino. Al menos yo no quiero tener esa sensación. Así que aunque ya tenía cubierto el cupo de mi promesa de un único reloj este año, el hecho de cumplir estos 1.000 mensajes ha proporcionado una buena excusa a mi conciencia para no tener tantos remordimientos fallidos. También es de recibo comentar que mi queridísima mujer me ha animado a saltarme la promesa… (y sinceramente ese era el mayor obstáculo).
No hace mucho, en un hilo en el foro de una presentación comercial de una pieza de Greubel Forsey, escribí algún mensaje indicando la poca atracción que me producían las formas de sus relojes, y sobre todo sus estrambóticos precios. E incluso cité este preciso modelo como ejemplo de que aunque fuera el primero que hicieron con un diseño clásico y moderado (caja de acero, redondo, tamaño adecuado, tres agujas, esfera e índices visibles, sin protuberancias, grosor comedido…), su precio lo hacía no ya directamente inviable sino fuera de lugar con respecto a su teórica competencia en la época que lo lanzaron (2016): Kari Voutilainen, Philippe Dufour, De Bethune, Laurent Ferrier, Grönefeld ó Romain Guthier, por citar varios. Incluso considerándose superior a muchos de ellos en calidad de acabados, el incremento de precio no estaba en absoluto para mí justificado. Y eso que era, y es, el modelo creado como entrada a la marca…
¿Y cómo cambié de opinión? Pues porque las condiciones en precio se pusieron a un nivel, si bien no igual, pero sí de jugar en la misma liga que sus competidores directos. Agradecer por este medio a mi buen amigo Moisés Chocrón por su persistencia en ofrecerme constantemente esta maravillosa pieza durante casi un año, el tiempo que lleva siendo el primer y único distribuidor de la marca en España. Y lograr ponérmelo a disposición a un precio que se podría considerar realmente competente. En otras palabras una oportunidad inigualable. Si a eso añadimos que, por supuesto, es la marca que pensaba tendría un permanentemente hueco vacío en mi caja, ahora sí podría llegar a narrar que al menos una vez tuve un Greubel Forsey. Y eso sinceramente, para mí, ya es conseguir decir mucho.
Antes de comenzar con la pieza en sí, hagamos un pequeño pero necesario resumen de lo que es la espectacular marca Greubel Forsey. En el año 2004 Robert Greubel y Stephen Forsey, dos relojeros independientes, fundaron en Suiza la marca que lleva sus apellidos con la idea de desarrollar relojes excepcionalmente vanguardistas. Producen la escasa cantidad de unos 100 relojes al año con calibres propios a cada cual más innovador y con sus piezas acabadas a mano de manera fastuosa. Se puede decir que fueron los que llevaron los pulidos y acabados a un nivel desconocido para el público general hasta ese momento. El grado de excelencia en sus creaciones, con sus volantes inclinados ó múltiples tourbillones, les asemejaba con los grandes maestros relojeros de hace siglos. Si a todo ello le sumamos sus precios de mercado no aptos para la mayoría de nosotros los comunes mortales, su exclusividad como marca tiene poca rivalidad en la relojería clásica. Y su corta historia de 16 años está ya avalada por dos Aiguille d’Or y ocho premios individuales en diferentes categorías en el Grand Prix d’Horlogerie de Genève. Vamos, casi nada para unos recién llegados…
En el año 2016 decidieron lanzar una colección simple en complicaciones, un solo hora de tres agujas, y a un precio realmente más bajo que sus otros modelos (aunque aún así descomunalmente alto para el mercado). Y así salió este modelo Signature 1, del que hicieron sólo 66 relojes numerados en series de 11 unidades: 11 en platino, 11 en oro blanco, 11 en oro rosa, y 33 por primera vez en su historia en acero con un pequeño descuento añadido sobre los de los otros materiales. Estas 33 piezas de caja de acero se dividieron a su vez en 3 series también limitadas: 11 en esfera azul y oro blanco (vendidos en exclusiva en Estados Unidos), 11 en esfera antracita negra y oro blanco, y 11 en esfera antracita negra y oro rojo. El que nos ocupa es de estos últimos. Con esta colección Greubel Forsey inauguró el detalle de poner, tanto en la esfera delantera como en la parte trasera, la firma del relojero encargado de liderar el proyecto de diseño y desarrollo de este Signature 1. Y qué mejor que hacerlo con su, en ese momento, profesional más destacado, Didier Cretin, que ya se había dado a conocer en el mundo de la Alta Relojería con la creación del Doble Tourbillon a 30 grados ganador del Aiguille D´Or en el año 2010.
Aunque el reloj en su concepción funcional es sencillo, su desarrollo llevó más de 6 años de dedicación por lo que la calidad de su calibre de remonte manual y los superlativos detalles están fuera de toda duda. En particular destaca su sistema de balanceo desarrollado in house que incluye un enorme volante, diseñado en exclusiva por la marca, que vibra a unas relajadas 18.000 alternancias la hora y que logra una reserva de marcha de 54 horas. Sus dimensiones de caja, aceptadas gustosamente por cualquier muñeca de tamaño normal, eran en la época de su lanzamiento una verdadera excepción para la marca. Unas medidas en una caja de acero totalmente redonda de 41,4 mm de diámetro por 11,7 mm de grosor no eran, precisamente por su carácter absolutamente estándar, a lo que nos tenía acostumbrados GF con sus amplísimas cajas en volumen, de metales preciosos y completamente irregulares en formas. Pero lo que sí se mantuvo fueron los excepcionales acabados y pulidos emblema de la marca, que se perciben de forma poderosa nada más ver el reloj, tanto por la parte delantera como por la trasera. El volante y el larguísimo puente de plata sobre el que se asienta están extraordinariamente pulidos y dejan absorto al que echa un primer vistazo a la esfera.
Os dejo un vídeo donde se ve cómo reluce a sus bajas revoluciones ese volante en movimiento como levitando por debajo del magnífico puente. También se puede observar cómo desde su trasera se mueve el tren de engranajes al darle cuerda a la corona, mostrando el posiblemente primer trinquete de la historia integrado a una rueda de barrilete en un reloj:
El dial principal de oro y antracita negra, con su perímetro pulido a mano, está esmaltado en su totalidad y presenta sus índices completamente integrados. Detrás del dial se puede ver una platina decorada con Côtes de Genève cuya perfección traslada a otro nivel este tipo de decoración conocida y vista en otras marcas. La segundera pequeña independiente de oro está perfectamente colocada como si de capas tridimensionales se tratara y en color inverso al dial horas minutos. Tanto en la trasera como en la parte delantera se ven los puentes de oro rojo escarchado a mano, pulidos y biselados con los diferentes decorados troquelados a mano. Incluso las manecillas de oro están pulidas y troqueladas directamente a mano, al igual que cada tornillo que a su vez también son de oro. Realmente es complicado expresar en palabras esta demente obsesión por la calidad. Es algo que simplemente esperas de unos pocos relojeros, saber cuándo hay que parar de pulir para llegar al punto óptimo, y entre ellos se encuentra en la cúspide Greubel Forsey. Se podría asegurar sin error alguno que es uno de los calibres sólo hora mejor acabados del mundo. En ese sentido, digamos que los acabados de GF son más modernos en diseño que los que crea Dufour ó Voutilainen, pero manteniendo la misma dificultad en su realización.
En el Signature 1 el hecho de sus medidas clásicas y de su caja redonda de acero hace que en la muñeca luzca de una forma ciertamente agradable y, aunque no se le puede llamar en esencia reloj de vestir, en ningún caso parece intrusivo en muñeca. Es decir, está claro no tiene el ADN oficial de la marca con sus cajas de dimensiones grandes, en metales preciosos y formas asimétricas que hacen a sus relojes superreconocibles y seguramente únicos, pero a cambio este GF sí es fácil de llevar a diario sin sentirse observado de forma extravagante. Además siguiendo con la curiosa numerología es el número 9 de los 11 que existen en esta colección, es decir, el delantero centro de mi equipo.
Vamos a las fotos, que seguro no dejan indiferente:
Saludos!
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