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The Beater Man
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Lo siguiente es una reflexión acerca de lo que llevamos en la muñeca. En el momento en que un reloj entra en nuestra vida, suele haber un proceso de enamoramiento que dura más o menos según el caso. Durante ese tiempo, se busca una continua excusa para contemplarlo, sin darte ni siquiera cuenta de la hora que es, solo admirando la belleza que aparece ante nuestros ojos. Sin embargo, al cabo de un tiempo uno se acaba acostumbrando a verlo a diario y empezamos a hacer ojitos a otros ejemplares, los cuales nos parecen en muchas ocasiones más vistosos que el nuestro, hasta que finalmente se produce la temida traición y sustituimos a aquel por el nuevo. Y la historia vuelve a repetirse. Y no creo que esto suceda solamente en piezas económicas en loor de otras más caras. Me atrevería a decir que muchos de los que tienen Seamasters o Submariners pueden haber tenido una experiencia similar. En consecuencia, no es una regla de tres ni se da por sentado que de un reloj caro te enamores toda la vida ya que el cansancio y la rutina harán mella un día u otro. -¡Oh, un Omega Speedmaster!- exclamará alguien a tu lado señalando tu reloj, mientras tú, con cara de hastío pensarás, -sí, el de siempre.
Lo bello siempre será bello, de eso no hay duda, pero ante nuestros ojos no lo será tanto. Y es una pena, porque deberíamos aprender a valorar lo bueno que tenemos y no desear siempre lo ajeno o aquello que no está a nuestro alcance. Espero no molestar a nadie con mi reflexión. Es solo hablar en voz alta. Un abrazo a todos, compis.
Lo bello siempre será bello, de eso no hay duda, pero ante nuestros ojos no lo será tanto. Y es una pena, porque deberíamos aprender a valorar lo bueno que tenemos y no desear siempre lo ajeno o aquello que no está a nuestro alcance. Espero no molestar a nadie con mi reflexión. Es solo hablar en voz alta. Un abrazo a todos, compis.