Hola Jorge, supongo quesera dependiendo del tipo de piedra , velocidades... Al igual que el tipo de golpe que lleve el el cristal del reloj..(suerte o mala surte)..es difícil de saberlo, y para ello ejemplos hay con los móviles, a veces se cae uno rodando por las escaleras y apenas pasa nada y otras te cae del sofá y tomar por el higo va el cristal tlf..
Un saludo torero.
divad... Hola... Por supuesto que depende de muchas cosas.
Pero me ocurrió, volviendo de Chile y en una ruta de ripio, que me crucé con un camión que levantó una piedra de unos 10 cms de diámetro, yendo yo a unos 70 u 80 kms por hora y el camión un poco menos (porque la ruta era mala).
La piedra la vi venir volando y pensé "nos matamos".... Y cuando la piedra estuvo cerca vi que le daría en el parabrisas del lado de mi mujer (que viajaba a mi lado) y traté de ponerle instintivamente la mano delante de la cara para tratar de disminuir el daño. (en realidad, y pese a mis mejores intenciones, le di un golpe en la cara, lo que la molestó más que el susto del piedrazo

)
Pero el pedrejón (que impactó a unos 120 kms por hora aproximadamente) produjo en el parabrisas una fractura circular y radial de gran tamaño pero ningún vidrio saltó para adentro.
De modo que ese sistema es sumamente efectivo.
Por otra parte lo de la suerte es algo que no se debe tener en cuenta cuando se planifica el diseño de un objeto tan importante como un reloj.
Como dicen los que saben sobre los "accidentes" de tránsito:
"...Si se pudo evitar no fue un accidente."
Y es por completo previsible que un reloj se caiga al sacárselo o ponérselo (y por ello detesto los brazaletes de cuero con hebilla) o por cualquier otro motivo.
Si el diseñador de un reloj tiene como objetivo proteger lo más posible al movimiento, al dial y a las manecillas, podría evitar ese tipo de roturas que no por poco probables son imposibles y que, por lo tanto, no son un accidente sino un acontecimiento previsible.
Un saludo
Jorge Aldao
P.S. Lo de que el sistema es muy efectivo lo aclaro porque hace 40 años (antes de los parabrisas laminados de hoy, con el sandwich de plástico) los parabrisas eran de un cristal que se atomizaba en pequeños pedacitos, como los de esos vasos irrompibles que si caen al suelo no dejan astillas peligrosas sino un "pedacerío" de vidrios para barrer.
Y, en una rotura de parabrisas, todo el interior del auto y hasta la ropa y los bolsillos se llenaban de ese "pedacerío" que era muy trabajoso de limpiar.