rodilla
Milpostista
Sin verificar
Hola amigos¡¡¡
Hacía algunas semanas que mi querido Rastro se mostraba esquivo, indolente y desdeñoso.
En este lugar, la fidelidad del visitante, enamorado celoso, casi nunca tiene correspondencia con la entidad de las piezas cobradas. El despecho es inevitable, te vas, jurando no volver y regresas el fin de semana siguiente, a la misma hora y fingiendo que nada ha ocurrido .
Si, a esto, añadimos la inclemencia del calor madrileño en agosto (aunque he de reconocer que este año la sofoquina es más soportable), el destierro voluntario de los rastreros de trapío, en pos de eso que llaman "vacaciones", la mañana no presentaba buena cara.
De esta guisa, distraído y puesta la mente en otras tribulaciones, me he plantado ante la manta de uno de esos que podemos definir como "vendedores irregulares" o outsiders, y de cuya erradicación ha hecho bandera nuestra amada Policía Municipal .
Y allí estaba, entre monederos de polipiel, bolígrafos con eslóganes publicitarios, radios que no funcionan, radios que sí funcionan, calculadoras del Banesto, citurones de Dulce Galbana, gafas de sol y de ver (como si con las de sol no se viera), audífonos de GAES, botones sueltos, botones unidos a prendas andrajosas, pelotas de golf con los agujeritos rellenos de alguna sustancia antigua y biológica, accesorios informáticos que tuvieron su momento de gloria y que lo han perdido ... y los más estrafalarios objetos que los científicos crean y los indolentes madrileños tiran a la basura ... allí estaba, decía, el reloj que os muestro: Un Tudor de los años 40, pequeñín: 31 mm y en un estado estético envidiable, fijaos el color del radio, aunque con la cuerda rota.
Lo he encontrado escondido, temeroso y acomplejado ante un exuberante Time Force crono sin corona y con el cristal roto, un Marea digital para actividades náuticas y un ejemplar, con unos cromados soberbios, patrocinado por el whisky Jameson. Lo he recogido, lo he pagado (no ha llegado a los 3 euros) y se ha venido conmigo, recibirá el cariño y el respeto que no le han mostrado en los últimos tiempos .
El armis con que lo muestro es de tipo Bonklip, coetáneo del reloj, realizado por la prestigiosa casa Gay Freres (Hermanos Gay ) y, que, a pesar de tan sugerente nombre, se manejó para hacer los brazaletes más bonitos de los años 60 y 70. No ha aparecido en la jornada de hoy, pero es evidente que el maridaje es perfecto.
Buena semana.
Hacía algunas semanas que mi querido Rastro se mostraba esquivo, indolente y desdeñoso.
En este lugar, la fidelidad del visitante, enamorado celoso, casi nunca tiene correspondencia con la entidad de las piezas cobradas. El despecho es inevitable, te vas, jurando no volver y regresas el fin de semana siguiente, a la misma hora y fingiendo que nada ha ocurrido .
Si, a esto, añadimos la inclemencia del calor madrileño en agosto (aunque he de reconocer que este año la sofoquina es más soportable), el destierro voluntario de los rastreros de trapío, en pos de eso que llaman "vacaciones", la mañana no presentaba buena cara.
De esta guisa, distraído y puesta la mente en otras tribulaciones, me he plantado ante la manta de uno de esos que podemos definir como "vendedores irregulares" o outsiders, y de cuya erradicación ha hecho bandera nuestra amada Policía Municipal .
Y allí estaba, entre monederos de polipiel, bolígrafos con eslóganes publicitarios, radios que no funcionan, radios que sí funcionan, calculadoras del Banesto, citurones de Dulce Galbana, gafas de sol y de ver (como si con las de sol no se viera), audífonos de GAES, botones sueltos, botones unidos a prendas andrajosas, pelotas de golf con los agujeritos rellenos de alguna sustancia antigua y biológica, accesorios informáticos que tuvieron su momento de gloria y que lo han perdido ... y los más estrafalarios objetos que los científicos crean y los indolentes madrileños tiran a la basura ... allí estaba, decía, el reloj que os muestro: Un Tudor de los años 40, pequeñín: 31 mm y en un estado estético envidiable, fijaos el color del radio, aunque con la cuerda rota.
Lo he encontrado escondido, temeroso y acomplejado ante un exuberante Time Force crono sin corona y con el cristal roto, un Marea digital para actividades náuticas y un ejemplar, con unos cromados soberbios, patrocinado por el whisky Jameson. Lo he recogido, lo he pagado (no ha llegado a los 3 euros) y se ha venido conmigo, recibirá el cariño y el respeto que no le han mostrado en los últimos tiempos .
El armis con que lo muestro es de tipo Bonklip, coetáneo del reloj, realizado por la prestigiosa casa Gay Freres (Hermanos Gay ) y, que, a pesar de tan sugerente nombre, se manejó para hacer los brazaletes más bonitos de los años 60 y 70. No ha aparecido en la jornada de hoy, pero es evidente que el maridaje es perfecto.
Buena semana.