altair
Milpostista
Sin verificar
¿Algo que decir a favor o en contra del boxeo?
Copio y pego:
"Muchas teorías en contra del boxeo se han vertido durante años, por gente que ha sugerido su abolición por las “secuelas malignas” que dejan los golpes recibidos –sobre todo a la cabeza- durante el accionar de puños.
Los detractores del pugilismo, no siempre cargados de sinceridad y real preocupación por la suerte de sus congéneres, enfatizan sus criterios tomando como premisa los daños colaterales que deja en el organismo humano el boxeo rústico y cruel de antaño por su práctica insegura, sin las reglas y útiles de protección que se requieren, siendo más dramático el asunto en el profesionalismo.
Daños cerebrales, afecciones visuales, discapacidad motriz y problemas como el Mal de Parkinson, la enfermedad que el ex campeón mundial pesado Muhammad Ali ha “popularizado” por haber afectado a una figura notable como él, son endilgados al boxeo como si fuera el deporte de mayor peligro que se practicara en el planeta.
Estudios científicos han demostrado que, del todo, no es así. Cuando el pugilismo se practica con las normas requeridas, como en el amateurismo, los riesgos son menores, contrario a lo que ocurre en el negocio-deporte, donde se han producido situaciones lamentables más que todo por la falta de escrúpulos de quienes han manejado las concertaciones.
No queremos criticar otros deportes, pero los hay mucho más peligrosos para el ser humano que el boxeo y no reciben ni las críticas ni mucho menos la repulsa de un sector de la sociedad –a veces hipócrita y de doble moral- que poco contribuye a mejorar la calidad de vida de su prójimo.
El pugilismo se ha criticado y maltratado, la mayor de las veces, no con fines meramente humanísticos, en la sana intención de prohibir una actividad que pudiera considerarse lesiva por aquellos que –con altruismo y filantropía reales- creen que los seres humanos deben tener una convivencia pacífica, sin lesionarse entre sí (posición que debe respetarse, aunque no se compartan las ideas).
Pero hay mayor peligrosidad en otras competencias que en el arte de boxear. Y no se toman las críticas para solicitar que sean abolidas, ni siquiera para que sean mejoradas en procura de evitar accidentes lamentables.
Y ahora, como si fuera poco, hay una serie de pruebas y actividades incluidas en un círculo denominado “deporte extremo”, donde se ven muchas lesiones y peligrosidades. Al parecer, es esa peligrosidad, esa pasión por el reto, lo que hace atractivos esos “deportes” y que cada vez el ser humano sea más temerario y amante del suspenso.
Es algo similar a la tentación del placer que se consigue con lo prohibido, por aquello que mueve el morbo de la gente. Pueden los detractores del boxeo decir que hay morbo en aquellos que siguen con entusiasmo las reyertas de dos rivales que dirimen sus asuntos a los puños.
Por fortuna para los amantes del arte de fistiana, una actividad noble, el boxeo se desarrolla en un ambiente de caballerosidad y decoro. Si bien no hay mucho chance para la piedad –después de todo son dos seres golpeándose- el boxeo presenta la deportividad del abrazo tras la pelea, como señal de que, una vez dirimido el pleito, ganador y perdedor vuelven a su estado normal de un estadio social limpio, tranquilo, sano y solidario.
Muchas veces el boxeo es criticado, simplemente, por molestar a quienes se convierten en sus grandes héroes, sus figuras, generalmente individuos de los estratos más humildes. Porque, para los detractores convencionales -no los pacifistas que ven las cosas desde otro punto de vista-, los hijos de la miseria no tienen derecho a escalar económicamente ni socialmente por sus orígenes plebeyos.
Generalmente, aquellos que critican con seriedad el boxeo, lo hacen de corazón en el entendido de que hacen un bien a la comunidad. Ellos rechazan que –en el caso del boxeo profesional- los seres humanos sean tan “salvajes” que paguen sumas de dinero para presenciar en vivo o por televisión –pay per vieu- para ver a otros dos entrarse a puños.
Pero esos mismos pacifistas, que entienden que deben ser salvaguardas de la vida, nunca han solicitado prohibir el uso de los automóviles para evitar los miles de accidentes que se producen en las carreteras en todo el mundo, a diario. Ni piden que cesen los viajes en aviones y barcos, porque cada vez que se produce un accidente de aviación o marítimo cientos de seres vivos pierden la vida.
Con relación a aquellos que malsanamente critican al boxeo porque sus exponentes vienen de las clases no pudientes, no se les ve hacer nada para contribuir a eliminar la brecha de injusticia social latente en el mundo capitalista.
Y ciertamente, algo hay que hacer para cerrar la brecha, para ir eliminando los cinturones de pobreza que mantienen al tercer mundo atado de manos y pies. El deporte, como fenómeno social impregnado en el mundo globalizado, moderno, debe ser también auxiliado para mejorar sus condiciones de ejecución y desarrollo."
Tuboxeo.com
Copio y pego:
"Muchas teorías en contra del boxeo se han vertido durante años, por gente que ha sugerido su abolición por las “secuelas malignas” que dejan los golpes recibidos –sobre todo a la cabeza- durante el accionar de puños.
Los detractores del pugilismo, no siempre cargados de sinceridad y real preocupación por la suerte de sus congéneres, enfatizan sus criterios tomando como premisa los daños colaterales que deja en el organismo humano el boxeo rústico y cruel de antaño por su práctica insegura, sin las reglas y útiles de protección que se requieren, siendo más dramático el asunto en el profesionalismo.
Daños cerebrales, afecciones visuales, discapacidad motriz y problemas como el Mal de Parkinson, la enfermedad que el ex campeón mundial pesado Muhammad Ali ha “popularizado” por haber afectado a una figura notable como él, son endilgados al boxeo como si fuera el deporte de mayor peligro que se practicara en el planeta.
Estudios científicos han demostrado que, del todo, no es así. Cuando el pugilismo se practica con las normas requeridas, como en el amateurismo, los riesgos son menores, contrario a lo que ocurre en el negocio-deporte, donde se han producido situaciones lamentables más que todo por la falta de escrúpulos de quienes han manejado las concertaciones.
No queremos criticar otros deportes, pero los hay mucho más peligrosos para el ser humano que el boxeo y no reciben ni las críticas ni mucho menos la repulsa de un sector de la sociedad –a veces hipócrita y de doble moral- que poco contribuye a mejorar la calidad de vida de su prójimo.
El pugilismo se ha criticado y maltratado, la mayor de las veces, no con fines meramente humanísticos, en la sana intención de prohibir una actividad que pudiera considerarse lesiva por aquellos que –con altruismo y filantropía reales- creen que los seres humanos deben tener una convivencia pacífica, sin lesionarse entre sí (posición que debe respetarse, aunque no se compartan las ideas).
Pero hay mayor peligrosidad en otras competencias que en el arte de boxear. Y no se toman las críticas para solicitar que sean abolidas, ni siquiera para que sean mejoradas en procura de evitar accidentes lamentables.
Y ahora, como si fuera poco, hay una serie de pruebas y actividades incluidas en un círculo denominado “deporte extremo”, donde se ven muchas lesiones y peligrosidades. Al parecer, es esa peligrosidad, esa pasión por el reto, lo que hace atractivos esos “deportes” y que cada vez el ser humano sea más temerario y amante del suspenso.
Es algo similar a la tentación del placer que se consigue con lo prohibido, por aquello que mueve el morbo de la gente. Pueden los detractores del boxeo decir que hay morbo en aquellos que siguen con entusiasmo las reyertas de dos rivales que dirimen sus asuntos a los puños.
Por fortuna para los amantes del arte de fistiana, una actividad noble, el boxeo se desarrolla en un ambiente de caballerosidad y decoro. Si bien no hay mucho chance para la piedad –después de todo son dos seres golpeándose- el boxeo presenta la deportividad del abrazo tras la pelea, como señal de que, una vez dirimido el pleito, ganador y perdedor vuelven a su estado normal de un estadio social limpio, tranquilo, sano y solidario.
Muchas veces el boxeo es criticado, simplemente, por molestar a quienes se convierten en sus grandes héroes, sus figuras, generalmente individuos de los estratos más humildes. Porque, para los detractores convencionales -no los pacifistas que ven las cosas desde otro punto de vista-, los hijos de la miseria no tienen derecho a escalar económicamente ni socialmente por sus orígenes plebeyos.
Generalmente, aquellos que critican con seriedad el boxeo, lo hacen de corazón en el entendido de que hacen un bien a la comunidad. Ellos rechazan que –en el caso del boxeo profesional- los seres humanos sean tan “salvajes” que paguen sumas de dinero para presenciar en vivo o por televisión –pay per vieu- para ver a otros dos entrarse a puños.
Pero esos mismos pacifistas, que entienden que deben ser salvaguardas de la vida, nunca han solicitado prohibir el uso de los automóviles para evitar los miles de accidentes que se producen en las carreteras en todo el mundo, a diario. Ni piden que cesen los viajes en aviones y barcos, porque cada vez que se produce un accidente de aviación o marítimo cientos de seres vivos pierden la vida.
Con relación a aquellos que malsanamente critican al boxeo porque sus exponentes vienen de las clases no pudientes, no se les ve hacer nada para contribuir a eliminar la brecha de injusticia social latente en el mundo capitalista.
Y ciertamente, algo hay que hacer para cerrar la brecha, para ir eliminando los cinturones de pobreza que mantienen al tercer mundo atado de manos y pies. El deporte, como fenómeno social impregnado en el mundo globalizado, moderno, debe ser también auxiliado para mejorar sus condiciones de ejecución y desarrollo."
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