Este domingo, con la excusa del frío parisino fui a ver Avatar en el Max Linder (3D, gran pantalla, etc.). Había aguantado durante varias semanas el embiste de la prensa y estaba determinado a no verla de una parte porque intuía que no me iba a gustar y de otra porque me negaba a participar en las estadísticas de taquilla. Sin embargo un amigo me convenció de que el espectáculo (sic) merecía la pena y yo me convencí a mi mismo de que nadie interesado por el hecho cinematográfico podía pasar de lado de esta película (por razones técnicas, sociológicas, etc.) Qué gran error.
Los espectadores de Avatar se dividen en dos frentes irreconcilliables según sea o no su primera película en 3D. Los primeros quedarán embelesados por el espectáculo y su opinión sera mas o menos favorable. Los segundos, aun reconociendo la maestría técnica y una cierta belleza paisajística, pondrán algo de atención a la historia y los personajes y saldrán forzosamente decepcionados del cine o -como yo- cabreados después de haberse aburrido en la butaca.
Y es que señores, una película es una película es una película. Esto no lo es. Nos encontramos ante una atracción de feria que -a diferencia de los maravillosos orígenes del cine con los Lumière y Méliés- se empeña en contarnos una historia nada menos de durante 150 insufribles minutos. La trama se repite una y otra vez en sucesivas iteraciones, las escenas paisajísticas se prolongan hasta el tedio, no hay personajes (el "malo malísimo" de la película, una suerte de Rambo gay es quizás el personaje mas ridículo, plano e inverosímil que jamas he visto en el cine) y la supuesta Pandora es un lugar de meditación New Age absolutamente deleznable en su candor. Ah! Y la música... un ininterrumpido soniquete seudo-tribal para arrancarse las orejas.
Pero eso no es todo, incluso la filosofía de la película no podría ser mas pedestre e insultante. La conexión del hombre con la tierra, las plantas y los animales es eso, oiga, una conexión como las de los teléfonos. Basta con enchufarse a un árbol para sentir la naturaleza o para sintonizar la radio de los antepasados (AM? FM? No, Radio árbol). Uno también puede enchufarse a un dragón, a un dinosaurio y, supongo, a una Na'vi, aunque el sexo parece ciertamente problemático entre los Na'vi y uno no puede evitar el pensar en el color del futuro hijo de la pareja protagonista: azul marino? verde? Qué pueril literalidad para una película que pretende ser un canto a la naturaleza!
Tampoco los Na'vi se libran de este tratamiento banal. Al contrario. Siguen todos los estereotipos sobre los indígenas que tenia la antropología del siglo XIX. Y por supuesto -alguien lo dudaba?- el salvador de la tribu tiene que ser forzosamente un humano, por añadidura paralítico y sin estudios. Es que ellos no saben salvarse solos, los pobres.
Avatar debió ser una cinta de media hora para exhibir en los parques temáticos o poner como fondo visual en las clases de yoga. Los paisajes en tres dimensiones son muy vistosos y técnicamente sorprendentes. El resto, la historia y los personajes, no llegan ni a media dimensión.