La cuestión respecto al gasto en lo que aún se viene llamando "nuevas" tecnologías (patético) es mucho más aberrante.
En la realidad que yo conozco, se ha gastado y se gasta dinero en hacer una versión Linux sobre la distribución Open Suse exclusivamente "preparada" para la educación en nuestra comunidad autónoma, que no sirve para nada y que no hace ninguna falta existiendo otras distribuciones ya preparadas como Edubuntu que tienen las mismas características.
Esa distribución Linux, además de servidores y estaciones conectadas a los mismos, son promocionadas como lo que debería usarse en las escuelas basándose en la idea de que el programario libre es idéntico al resto y mucho más barato.
Entre tanto:
- NADIE recibe la más mínima formación que se pueda requerir para pasar de un sistema a otro.
- El departamento de educación sigue gastando dinero (si, si, tal cual lo escribo) en antivirus, servidores de correo y licencias de Microsoft!
, que obviamente no son programario libre y cuyo gasto va frontalmente en contra de lo que cacarean.
- Se reparten, financiados o no, ordenadores portátiles con sistema de arranque dual!!! Si, si, nos dicen que Linux es lo mejor y reparten ordenadores con Linux... ¡Y Windows!
- Y además, con los actuales recortes, se ha dejado al margen el programa que dotaba de un netbook a cada alumno de secundaria y que debía empezar en centros piloto de primaria para ciclos superiores. De modo que ahora hay centros que trabajan con netbook y otros que no
Se malgasta el dinero. No hay duda. No hay un plan marcado a largo plazo. Cada uno de los nuevos políticos que llegan, tiene una brillante idea en la que invertir nuestro dinero para hacer populismo. Y el dinero, por lógica, debe gastarse en lo básico: recursos humanos y formación seria, continuada y de calidad de los mismos.
Hago un inciso para hablar de lo último:
Hay algunos cursos realmente vergonzosos para la raza humana por su inutilidad, por su baja calidad, por su facilidad de "hacer" fraudulentamente y/o porque puede acceder cualquier docente aunque no le sirva de nada.
Por poner un ejemplo: un curso de bailes de salón. Algo que puede servir de mucho a un profesor especialista en educación física o musical, si. Pero, ¿y a un tutor de primaria? Y además con la única intención de pasarlo bien...
Habiendo niños con TDAH, con problemas sociales, familiares, económicos..., con necesidad de logopedia o de atención especializada por factores físicos o psicológicos, o incluso con necesidad de atención personalizada por superdotación... NADIE está plenamente preparado ni sabe nuca suficiente sobre cada una de las necesidades pedagógicas de las que va a necesitar en su aula con sus alumnos, pero en lugar de gastarse el dinero en esas prioridades, hay cursos de bailes de salón que puede hacer cualquier profesor y que da los mismos puntos que cualquiera de los otros a la hora de completar las horas obligatorias de formación permanente
Nadie lo vigila. Pasa como cuando aprobé oposiciones. Resulta que a la hora de presentar méritos, descubrí que había gente que en el último año había hecho centenares de horas mensuales de cursos a distancia totalmente incompatibles con la vida diaria sin morir en el intento. Cursos que se completan rellenando un test en casa y cuyas respuestas todo el mundo conoce. Nadie controla ni restringe esas supuestas horas invertidas, de manera que gente sin experiencia y sin cursos reales, pasó por delante de otros que no cometieron un fraude de ley permitido por la dejadez en el control de la calidad de lo que el departamento de educación considera cursos de formación adecuados, de calidad y convalidables.
En fin, que no se invierte en eso, y además ya hace muchos años que los primeros que han perdido el respeto a los docentes son los políticos cuando hacen declaraciones fuera de lugar. Si ellos critican frontalmente a los docentes (me refiero a cuando lo hacen sin razón), ¿qué respeto se les puede tener?
Y lo peor no es que lo hagan con o sin razón, sino que lo hacen única y exclusivamente por su interés en seguir o en acceder al poder, y no por el bien de la educación.
Perdón por el tostón