Es un debate interesante. En mi entorno tengo niños y jóvenes de los dos "tipos": unos que nunca he visto abriendo un libro pero están al cabo de la calle de todo chisme tecnológico, conocen todos los personajes habidos y por haber de dibujos animados, cuando no están pegados de la tele están con la tablet o el móvil, y hablan y juegan reproduciendo expresiones y prosodia que oyen en la tele (otra controversia para otro día: qué daño al oído hace el doblaje en España). Otros, igual de niños e igual de jóvenes, leen todo lo que trincan, les brillan los ojos cuando les traes un libro nuevo y no les interesan ni móvil ni tablet. Tampoco tienen tele. No son amish, ven cómo sus padres trabajan frente al ordenador y usan móvil, pero nunca les pusieron el aparatito en las manos para que dejaran de dar el coñazo. Al revés, los padres se aguantaron el coñazo dibujando con ellos, leyéndoles en voz alta y mostrándoles lo divertido que es leer. Hoy juegan a la consola... Media hora. A la media hora ya se cansan, pero para meterlos en la cama tienes que correr detrás de ellos para que dejen ya de leer y vayan a acostarse.
Como tantas cosas, depende del uso que hagas de la tecnología. Pero cuando la tónica general es ponerles en las manos a los niños móviles, tablets, consolas, Fortnites y demás sin filtro ninguno y para que "estén entretenidos", lo normal es que ni sepan lo que es un libro ni les pique siquiera la curiosidad, ni de mayores tengan ni hábito de lectura ni interés por adquirirlo, ni se les ocurra pensar que la facultad tenga biblioteca. Esto ocurre además en un clima social en el que hay una fe ciega en la tecnología. La tecnología resolverá todos nuestros problemas y lo tecnológico es, por definición, positivo. Los niños, cuanto antes manejen tecnología, mejor. Además, es natural, porque son "nativos digitales", otro invento nefasto propiciado por esa fe ciega en todo lo tecnológico. Si después de mayorcitos no son capaces de entender lo que leen, nos preguntaremos cómo es posible.
Y otro elemento que creo hay que añadir aquí es el retroceso claro en la capacidad de pensamiento crítico, lo cual es especialmente grave en esta época de inundación informativa en la que las posibilidades de manipulación y diseminación de información falsa o maliciosa no tienen parangón en la historia.
También puede que me esté haciendo viejo.