El africano
De la casa
Sin verificar
Queridos compañeros y sin embargo amigos, durante la comida prenavideña del Comando Chè fui medio introducido en el mundo del afeitado clásico. Después de mucho leer y viendo que no hay que gastar ninguna fortuna, hice mis compras: Brocha Wilkinson de Mercadona, maquinilla Classic de Wilkinson también que viene acompañada de juego de cuchillas y, tal vez el único lujo, Bote de crema Proraso. El after de Proraso fue adquirido para el viaje a Galicia de la Centolada y ya estaba en casa. Este after me hizo comprar la crema, ya que me parece fresquísimo.
Paso a espumar en cara, tal y como había visto en varios vídeos de youtube. Espuma más bien pobre, pero que considero suficiente.
Al principio todo bien. Las pasadas cortas y procurando mantener treinta grados con respecto a la cara hacen que no brote nada rojo. Eso sí, tengo sensación de poco apurado. Aparece algún puntito rojo al que no doy importancia, pues con la espuma de bote y la Wilkinson Titanium cuatro también aparecían.
Paso a poner la otra mejilla y ahora, a mano cambiada, aparece el primer tajo. Algo rojo culebrea sobre la que ahora considero insuficiente espuma. A partir de ahí, y tras el paso de picador y banderilleros,
vi que podían entrar a matar en cualquier momento.
Olvide decir que tomo antiagregantes por un problemilla de corazón. Infarto y doble by-pass creo que le llaman.
Lo veía todo rojo y es que estaba todo rojo. Terminé el afeitado con la de cabezal basculante entre estertores de muerte. El after shave de Proraso me hizo reaccionar y salvé mi vida. No obstante, algo de la experiencia me gusto, a parte de sobrevivir. La brocha y su masajeo me parecieron fantásticos.
Aprovechando que Casa Rodriguez se encuentra en Valencia, donde resido, y viendo que aquello podía ser mi único regalo navideño, hice una lista de productos tras visitar su página web y allí me presente a la muy taurina hora de las cinco de la tarde. Un par de tubos de crema Proraso, el de Mentol y otro de sándalo, una jabonera de Mühle metálica y varios lápices corta sangre junto a una piedra de alumbre. Los mejores amigos del futuro sangrador. Compré también un tubo de gel Proraso corta sangre, pero no estoy muy contento con él. Prefiero el lápiz.
La compra estrella fue un juego de colgador con brocha y mango para adaptar Guillette Mach tres de Müle que hacen del afeitado un placer. La brocha de pelo de tejón es una maravilla.
Así pues, he cogido lo mejor de los dos mundos: El placer del espumado con brocha y jabonera, levantando los pelos y preparando la piel y la seguridad, amigo afeitador, del moderno cabezal basculante que apura, pero evita esos cortes que, en mi caso, me pueden llevar al hospital.
Lo mío es el afeitado neoclásico.
Qué ganas tengo de que llegue mañana para probar una crema nueva.
Paso a espumar en cara, tal y como había visto en varios vídeos de youtube. Espuma más bien pobre, pero que considero suficiente.
Al principio todo bien. Las pasadas cortas y procurando mantener treinta grados con respecto a la cara hacen que no brote nada rojo. Eso sí, tengo sensación de poco apurado. Aparece algún puntito rojo al que no doy importancia, pues con la espuma de bote y la Wilkinson Titanium cuatro también aparecían.
Paso a poner la otra mejilla y ahora, a mano cambiada, aparece el primer tajo. Algo rojo culebrea sobre la que ahora considero insuficiente espuma. A partir de ahí, y tras el paso de picador y banderilleros,
vi que podían entrar a matar en cualquier momento.
Olvide decir que tomo antiagregantes por un problemilla de corazón. Infarto y doble by-pass creo que le llaman.
Lo veía todo rojo y es que estaba todo rojo. Terminé el afeitado con la de cabezal basculante entre estertores de muerte. El after shave de Proraso me hizo reaccionar y salvé mi vida. No obstante, algo de la experiencia me gusto, a parte de sobrevivir. La brocha y su masajeo me parecieron fantásticos.
Aprovechando que Casa Rodriguez se encuentra en Valencia, donde resido, y viendo que aquello podía ser mi único regalo navideño, hice una lista de productos tras visitar su página web y allí me presente a la muy taurina hora de las cinco de la tarde. Un par de tubos de crema Proraso, el de Mentol y otro de sándalo, una jabonera de Mühle metálica y varios lápices corta sangre junto a una piedra de alumbre. Los mejores amigos del futuro sangrador. Compré también un tubo de gel Proraso corta sangre, pero no estoy muy contento con él. Prefiero el lápiz.
La compra estrella fue un juego de colgador con brocha y mango para adaptar Guillette Mach tres de Müle que hacen del afeitado un placer. La brocha de pelo de tejón es una maravilla.
Así pues, he cogido lo mejor de los dos mundos: El placer del espumado con brocha y jabonera, levantando los pelos y preparando la piel y la seguridad, amigo afeitador, del moderno cabezal basculante que apura, pero evita esos cortes que, en mi caso, me pueden llevar al hospital.
Lo mío es el afeitado neoclásico.
Qué ganas tengo de que llegue mañana para probar una crema nueva.
Última edición: