Bueno Ulises…
disculpame Paso, me gustaria saber que opinas de gastarse 3000 euros en un reloj -o más- y cansarse de él en menos de un mes.....y créeme, no existe ánimo capcioso en mi pregunta.
un saludo!
Aunque afirmas que tu pregunta no es capciosa, no acabo de percibir tu última intención al formularla pero, de todos modos, me parece harto interesante.
No me considero con autoridad personal o moral para juzgar así a las bravas al prójimo que, después de gastarse tres mil –o más- euros en un reloj, al cabo de un mes descubre que ese no era realmente su reloj. Son tantos y tan imponderables los factores que pueden llevar a tal desengaño, que el completo análisis de la cuestión merecería muchas páginas. De otra parte, puede incluso ocurrir en las relaciones de pareja donde, no es ya tan sólo dinero lo que el sujeto entrega, sino que se entrega todo él en persona y ánimo. No veas la cantidad de separaciones y, ahora ya directamente, divorcios que se dan al cabo de unos poquitos meses de convivencia entre la pareja, los cuales bastan para descubrir que no están hechos el uno para el otro, o simplemente que se han cansado del contrario.
Pero bueno, trasladándonos a un terreno más materialista –al menos para mí-, tales cosas también suceden con inversiones mucho más sustanciosas que las que se destinan a un reloj. Así, una vivienda, un coche de veinte, treinta o cuarenta mil euros, etc. Nada impide que al cabo de demasiado poco tiempo descubramos que esa casa, ese piso, su calidad intrínseca, su entorno, sus vecinos, sus servicios, no sean en realidad los que esperábamos, o que el comportamiento del motor de ese apetecido coche, su fiabilidad o sus acabados no sean en realidad los imaginados.
Afortunadamente, en el ámbito de los relojes, nos movemos habitualmente con inversiones o gastos bastante más asequibles –cada cual a su medida- que los que nos importan una vivienda o un coche, y con un coste anímico –hablo por mí- infinitamente inferior al desengaño que puedo llegar a sufrir en mis relaciones personales o de pareja.
Un reloj es –o debería ser- al fin y al cabo un bien fungible y enajenable, y al FCV del foro me remito. Si no es lo que esperábamos o nos hemos cansado prematuramente de él –y eso nos puede ocurrir a cualquiera-, basta con ponerlo en “circulación” y tratar de venderlo. Naturalmente con ello “perderemos” una pequeña o una gran parte del dinero que nos costó, pero es que aprender una lección no siempre es gratuito, y practicar una afición como ésta tampoco.
La alternativa estaría en pechar con la errónea compra y quedarse con el reloj objeto de nuestro desengaño, utilizarlo y, según cuentan algunos, llegar a establecer unos lazos basados en vivencias conjuntas con él, tan fuertes, que impidan que jamás lleguemos a venderlo. Desde luego, no es mi caso, pues con los objetos materiales, incluso tratándose de relojes -y a diferencia de lo que me ocurre con las personas-, no llego a establecer tales relaciones cuasi personales o “íntimas”.
De todos modos, también comprendo a quien no piensa jamás en vender sus relojes. Le gustan, disfruta de ellos, no le cansan y no tiene necesidad de capitalizarse con su venta para adquirir otros, o simplemente se aguanta y no se compra otros que también le gustaría tener, o ya tiene los que quería y se acabó. En definitiva son formas de ser distintas y todas ellas muy legítimas.
Pero cuando en esto de los relojes se es de naturaleza promiscua y gustan todos por lo que son en sí, pero no los podemos poseer todos a la vez por que el bolsillo no da, es inevitable entrar en ese juego de “acierto-error”, de compra y venta, de la que tanto se aprende en criterio y experiencia con ellos y que, en última instancia, nos permite el ir seleccionando y preservando aquellos que, vía comparación, sobresalen en aquellas cualidades que de ellos exigimos, más allá del siempre subjetivo y comedido ánimo que acaso podemos desplegar hacia ellos, teniendo en cuenta que son lo que son, nada más y nada menos, por más que nos empeñemos en tratarlos casi como sujetos…
En definitiva el DRAE, en su segunda acepción define al
fetichismo como
idolatría, veneración excesiva.
¡Saludos!