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Relojes Radiocontrolados I, II y III

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RotorK

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Amigos, en estos 3 post el compañero RotorK, expone de una forma técnica, pero muy clara y comprensible, las bases para entender este sistema de sincronización horaria via Radiocontrol, dando un paseo por su pasado, su presente y su futuro, mostrando además toda un serie de fotografías tanto de instalaciones como de los relojes que han sido y son receptores de estos sistemas.

Felicidades RotorK por este excelente trabajo.

Introducción

Una de las primeras aplicaciones de las comunicaciones por radio, ha sido la transmisión de información a distancia.


Muy poco después de que se descubriera la posibilidad de enviar datos a través de las ondas, los primeros científicos de la radio ya estaban estudiando las posibilidades de enviar también de esta manera información horaria, de una ubicación a otra.


De hecho, muchas de las tecnologías de los actuales relojes radiocontrolados no son nuevas, sino que llevan con nosotros más de un siglo, pero no han sido asequibles para el consumidor medio hasta los últimos años ´90.


Hasta esas fechas, la mayoría de los relojes radiocontrolados eran costosos instrumentos destinados a aplicaciones científicas en laboratorios, o bien aparatos construidos por aficionados con los suficientes conocimientos técnicos.


El reciente <<boom>> de los relojes radiocontrolados representa en la actualidad uno de los principales hitos en la historia del reloj, y nos hace pensar que en un futuro no muy lejano, todo reloj que veamos irá provisto de un sistema para mantenerse siempre sincronizado a la hora correcta, algo que hasta hace muy poco era una utopía.

Historia de los relojes radiocontrolados

Muchos historiadores citan los inventos del italiano Guillermo Marconi como las primeras transmisiones por radio, atribuyendo a Marconi el invento.

Pues bien, aparte de la propiedad de la patente de las comunicaciones por radio, que perdió frente a Nikola Tesla en 1.944, hecho éste muy poco conocido, está demostrado que Marconi ya realizaba experimentos en 1.895.


Frente a lo que se normalmente se cree, los primeros experimentadores de la radio no eran generalmente científicos en busca de nuevos descubrimientos para ponerlos al servicio de la comunidad, sino más bien gente –muchos de ellos sin formación científica- ávida de patentes para ganar más dinero.


La historia oscura de gentes como Marconi, Graham Bell, Edison, y muchos más nombres famosos –de personas y de empresas- ha hecho avergonzarse muchos años después a varios gobiernos, quienes no han tenido más remedio que reconocer con más o menos publicidad que Marconi no inventó la radio, sino que lo hizo Nikola Tesla, o que Graham Bell no hizo más que apropiarse de las ideas de un inmigrante italiano llamado Antonio Meucci, en vez de inventar el teléfono.


Al igual que el archifamoso laboratorio de Edison –Menlo Park- huela más a Nikola Tesla que a otra cosa, o que gentes como Fessenden o Amrstrong hayan existido, y que muchos otros aparte de éstos, acabasen arruinados en interminables pleitos con los poderosos (National, RCA, y algunas más). Eran también tiempos de crisis.


Hecha esta aclaración, seguiremos con la historia oficial. Esta nos cuenta que Marconi efectúa sus primeras transmisiones en 1.895.

En 1.899 ya había conseguido cruzar el Canal de la Mancha, y en 1.901, consigue la primera comunicación transcontinental entre Inglaterra y los Estados Unidos.


Lo que ya no es tan conocido es que durante el desarrollo de los primeros trabajos de Marconi, el ingeniero, fabricante de productos de óptica, y en este caso el Julio Verne de la relojería, Sir Howard Grubb, realizó las primeras propuestas para el envío indiscriminado de las señales horarias a través del nuevo sistema <<sin hilos>>.

En una charla pronunciada en la <<Royal Dublin Society>> en noviembre de 1.898 , Howard Grubb presenta los rudimentos del primer reloj radiocontrolado, publicando después en la revista de la Sociedad varios artículos describiendo un reloj radiocontrolado, que no vería la luz hasta aproximadamente 100 años después.


Curiosamente, el reloj que describía era de bolsillo y no de pulsera, lo que nos aporta por otra parte elementos para considerar que los primeros relojes de pulsera masculinos no aparecen sino hasta algunos años después, mientras que los femeninos Cartier (y quizá también otros) ya se fabricaban en Francia al tiempo de las presentaciones de Grubb.


Primeras estaciones utilitarias de radio


La idea de Grubb de un reloj central distribuidor de la hora ya existía con anterioridad a su charla de 1.898, ya que las señales horarias se distribuían por telégrafo y otros medios antes de la invención de la radio.


Cuando se introdujeron las primeras estaciones <<sin hilos>>, el telégrafo convencional se utilizaba todavía para enviar la hora desde el reloj de referencia a la estación de radio.


La primera de las que se tiene referencia transmitida en 1.903 por la marina norteamericana, usando las señales horarias del observatorio de la marina situado en Washington, D.C.


Al menos una fuente cita como primer lugar de transmisión la ciudad de Navesink, N.J., pero las transmisiones más o menos continuadas comienzan en agosto de 1.904 desde el Navy Yard de Boston, MASS.


En muy poco tiempo comienzan a funcionar otros transmisores en Washington, New York, Norfolk, Newport, Cape Cod, y Arlington, VA, al otro lado del río Potomac.


La primera señal horaria canadiense se transmite desde la estación VCS en Halifax, Nova Scotia.


Las transmisiones comienzan en 1907, tomando como base las señales horarias del observatorio de St. John.


Las transmisiones de señales horarias más ampliamente usadas comienzan un poco más tarde.


En 1.910 la Oficina Francesa de Longitudes transmite señales horarias dos veces al día desde una estación instalada en lo alto de la Torre Eiffel.


Los relojes de referencia eran los del cercano Observatorio de París, y la longitud de onda de las emisiones era de 2.000 m (frecuencia de 150 kHz).


La estación, con indicativo FL, estaba pensada para permitir a los barcos corregir sus cronómetros de derrota.


No obstante, rápidamente atrajo una gran demanda de compañías ferroviarias, relojeros, joyeros, y otros, que empezaron a decodificar las señales para obtener la hora exacta.


En 1.913, se cambió la frecuencia a 120 kHz (2.500 metros), y se estandarizó el formato.


En la figura puede verse un diagrama, obtenido de las instrucciones de un receptor comercial de la época, muy similar al usado por los primeros operadores de radio para decodificar las señales y obtener la hora

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Una curiosidad desconocida es el saber que posiblemente las señales horarias por radio salvaran de la demolición a la Torre Eiffel, hoy uno de los monumentos más famosos del mundo.


La Torre fue construida para la Exposición Universal de París de 1.889 y conmemoraba el centenario de la revolución Francesa.

Durante su construcción, hubo un fuerte movimiento opositor, y tras la Exposición se convirtió en un elemento impopular entre los parisinos, a quienes no agradaba.


Como resultado de todo ello, se programó su demolición para 1.909, tras la expiración de un plazo de 20 años. Pero para esa época, ya servía de antena para la transmisión experimental de señales, y el monumento se salvó gracias a su nueva utilidad.

La primera señal conocida en EE.UU. fue la transmitida por la estación NAA, situada en Arlington, VA. La NAA comenzó sus transmisiones en 1.913 usando código Morse, y con un transmisor rotativo de chispa de 54 kW de potencia, en una longitud de onda de 2.500 m (120 kHz).


Se decía que el tiempo transmitido por Arlington era preciso en 1/20 de segundo cuando llegaba a San Francisco.


En la siguiente fotografía puede verse al operador de la NAA accionando el interruptor que enviaba la señal horaria a toda la nación.




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Otra famosísima señal horaria comenzó en 1.924, el legendario <<six-pip>> de la BBC de Londres.

Los primeros cinco <<pips>> eran tonos de audio, cuenta atrás de los segundos cero del sexto <<pip>>.


Conocidos durante muchísimo tiempo como señales horarias de Greenwich, los <<pips>>” pueden escucharse todavía en los programas de la BBC y en numerosos programas de muchas emisoras de todo el mundo, ya sin validez horaria alguna en la mayoría de los casos.

En EE.UU., El NIST (también llamado NBS o National Bureau of Standards) comienza sus transmisiones experimentales desde la estación WWV in Washington, DC en 1920, y ya contínuas en 1923.


La estación, situada ahora en Fort Collins, Colorado, transmite señales horarias en 2.5, 5, 10, 15 y 20 MHz, y sigue siendo la estación horaria más famosa del mundo.


Una estación similar, la WWVH, comenzó su operación en Hawaii en 1948. En sus primeros días, la WWV se usó preferentemente como referencia de frecuencias para calibración de otros transmisores.


Se añadieron otros marcadores a la transmisión en 1937, pero
no se añadió un código telegráfico de señal horaria hasta 1945.


Las primeras estaciones emitían señales horarias de acuerdo con un programa determinado, en alguna forma de código telegráfico.

Por ejemplo, si se emitía una señal a las 10 a.m. hora de París, los relojes debían ser sincronizados a las 10 a.m. cuando se recibía el marcador.


Los códigos digitales modulando una onda contínua y conteniendo hora, minuto, segundo y fecha no aparecerían hasta mucho más tarde.

En los EE.UU., los códigos digitales comienzan en la WWV en 1.960, en la WWVB en 1.965, y en la WWVH en 1.971.

Relojes radiocontrolados operados manualmente


Los primeros relojes diseñados para recibir señales horarias requerían ser puestos en hora manualmente.


Recibían señales horarias de fuentes como la estación de la Torre Eiffel, que requerían ser decodificadas de forma manual.


Uno de los primeros relojes de este estilo fue el Horophone, inventado por Frank Hope-Jones (quién fue también el inventor del sistema de los “six-pip” mencionado anteriormente), y ofrecido en los comercios en el año 1.913 por la Synchronome Company, Ltd. De Londres.


Los usuarios de este producto deberían escuchar las señales horarias mediante unos auriculares, y luego utilizar un diagrama similar al mostrado anteriormente, para poner finalmente en hora un reloj local.


Habían unas cuantas compañías que ofrecían productos de este tipo, incluyendo una fundada por Marconi.




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Relojes radiocontrolados automáticos

No hay un verdadero consenso acerca de quién inventó el primer reloj radiocontrolado capaz de sincronizarse con una señal de radio y continuar recibiendo señales periódicamente para mantenerse ajustado.


En los primeros tiempos, era necesaria la intervención humana para preparar el receptor antes de la sincronización.


Antes del advenimiento de la electrónica moderna, la construcción de un reloj radiocontrolado capaz de funcionar de forma autónoma era prácticamente imposible, Incluso así, parece evidente que los relojes radiocontrolados semi-automáticos existieron durante décadas, antes de que se vendieran comercialmente.


Quizá la primera evidencia de la existencia de un dispositivo de este estilo venga de Londres, en 1.912, cuando un tal F.O. Read reclama la autoría de un dispositivo similar en un artículo publicado en el Daily Sketch del 4 de Octubre de 1.912 que contenía el siguiente texto:


<<El Sr. F. O. Read, un londinense, ha perfeccionado un sistema mediante el cual será posible el control de todos nuestros relojes de cualquier tipo mediante la tecnología sin hilos. El Sr. Read ha establecido ya un completo sistema de relojes sin hilos en su residencia privada, y está convencido de que antes que pase mucho tiempo, los relojes actuales desaparecerán y serán sustituidos por relojes regulados desde un reloj central único.>>

Read dijo haber reclamado las patentes correspondientes, pero hoy día nos es desconocido si estos relojes existieron, o cómo funcionaban.


Otros dos candidatos a la paternidad del invento son Marius Lavet y Alfred Ball. Lavet, un horologista francés, trabajó en los relojes radiocontrolados durante los años ´20 (en la siguiente figura hay una muestra), pero no se fabricó ninguno.

Lavet registró muchas patentes en el campo de la relojería eléctrica y se hizo rico en muy poco tiempo; además fue uno de los contribuidores al desarrollo de los relojes eléctricos de pulsera

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El relojero inglés Alfred Ball comenzó a experimentar con el control de los relojes eléctricos en 1.914, y dedicó a esta tarea el resto de su vida, dejando su investigación incompleta a su muerte, en 1.932.

Publicó una serie de artículos en el <<Horological Journal>> titulados “The Automatic Synchronisation of Clocks and Wireless Waves” desde 1928 hasta su muerte. El trabajo de Ball se centraba en el uso de un “reloj maestro”.

El sistema Pul-Syn-Etic que él ayudó a inventar y patentar era un dispositivo que servía para sincronizar los diales de relojes esclavos.

Ball diseñó un aparato que consistía en un número de válvulas, relés y engranajes que recibían la señal de los “6-pip” de la BBC y usaban estos impulsos para ajustar las agujas del reloj por un lado, y regular la velocidad del péndulo por otro.

Escribió en 1.928 que “la instalación ha funcionado sin mantenimiento alguno durante los últimos 6 meses, y el máximo error registrado ha sido de un segundo, arriba o abajo”.


No hay ninguna noticia que confirme que este sistema fue explotado comercialmente, pero sí que se construyeron prototipos de pre-producción con diales marcados con “Auto Controlado sin hilos desde Daventry” .


En 1.930, Roters y Paulding del Instituto Stevens de Tecnología de Hoboken, NJ, publicaron un artículo sobre un reloj radiocontrolado diseñado para sincronizr señales de la NAA, que transmitía entonces en 112 kHz.


Los papeles indican a T. S. Casner de la Radio Electric Clock Corporation como el autor de la mayoría de elementos del sistema, por lo que este reloj fue posiblemente puesto en producción, pero no se sabe si llegó a venderse.

El receptor convertía las señales de la NAA entre las 11:55 a.m. y el mediodía en pulsos de corriente utilizados para ajustar el mecanismo del reloj.

El operador tenía que intervenir en la sincronización inicial, ajustando el reloj antes de la llegada de la señal. Una vez efectuada la sincronización inicial, se utilizaba un selector magnético cuatro veces al día para detectar nuevamente los pulsos y hacer las debidas correcciones mediante ajustes mecánicos.

El máximo error era de 0,5 seg.


El primer reloj semiautomático radiocontrolado para el gran consumo en los EE.UU parece haber sido el IBM Type 37 Radio Supervised Time Control Clock, fabricado en 1956, y diseñado para la recepción de los códigos telegráficos de las estaciones WWV/WWVH (aunque parece ser que se construyeron otros modelos comerciales o militares entre 1945, cuando comienzan los códigos telegráficos, y 1956).


Alojados en una gran envolvente de madera, tenían el aspecto de un reloj carrillón.


Uno de estos relojes puede verse en los laboratorios del NIST en Boulder, Colorado.


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Theodore R. Gilliland, quien había trabajado para la NBS patento un reloj radiocontrolado para las estaciones WWV/WWVH sobre estas mismas fechas. Gilliland recibió su patente en 1958 (la presentó en 1956) bajo el título de Automatic Radio Control for Clocks.


La invención de Gilliland era una interesante combinación de elementos mecánicos y eléctricos, similar en apariencia al diseño de IBM, pero nos es desconocida cualquier tipo de posible relación entre los dos.


Segunda época: de los patrones atómicos a la producción orientada al consumo (1.960 – 2010)

Ya hemos visto como ha ido evolucionando a través de los primeros años del siglo XX años la tecnología en los relojes radiocontrolados, y como, aparentemente, se llega a un punto de estancamiento en los años 50, que durará casi 20 años.


En efecto, la única investigación es ya la estadounidense y en menor medida la británica.


La europea sufre un serio revés tras la II Guerra Mundial y prácticamente desaparece del mapa. Además, en este momento no hay una unificación de normas (protocolos), y tampoco hay definidas unas frecuencias standard para las transmisiones de señales.

Tampoco hay una unificación del patrón de tiempo. Básicamente se siguen utilizando códigos telegráficos, y hasta mucho después, no se utilizarán códigos digitales completos, modulando una onda portadora, y conteniendo la información de horas, minutos, segundos, y fecha.

La WWV comienza a transmitir estos códigos en 1.965, la inglesa MSF en 1.974, la alemana DCF 77 en 1.973, y las japonesas JJY en 1.999-2.001.


Como curiosidad, la BPC china comienza sus transmisiones en el 2.002. Hace solamente 9 años.


Pero volvamos a los 60. En éste periodo se producen desarrollos aprovechando lo incipiente de la electrónica, pero destinados en su mayoría para usos militares; su utilización orientada al consumo es prácticamente inexistente, primero por falta de estaciones utilitarias, y porque los elevadísimos precios de los productos harían su venta prácticamente imposible.


Hay dos momentos clave en la tecnología que impulsan nuevamente a la depuración de procedimientos y la producción comercial de relojes radiocontrolados a finales de los años 70: el primero de ellos es la aparición de relojes patrón atómicos de precisiones insospechadas hasta la fecha, y el segundo es la popularización de las tecnologías electrónicas de estado sólido derivadas del descubrimiento del transistor en 1.948, especialmente las lógicas DTL (diode-transistor logic) y TTL (transistor-transistor logic), auténticos neandertales de nuestros actuales ordenadores.

Estos radiocontrolados de <<última generación>> van a ser ya totalmente automáticos y autónomos, no siendo necesaria ninguna intervención humana para su funcionamiento.


Ya hemos visto que la WWV fue la primera estación utilitaria en transmitir códigos digitales (1973), y por tanto también serán para la WWV los primeros relojes radiocontrolados de la nueva generación.

Durante esta época aparecieron gran variedad de ellos, incluyendo algunos electromecánicos, pero ninguno dirigido al gran consumo.


Los receptores eran muy complejos y aparatosos.

La decodificación de datos era complicada, y más aún con una antena interior, y receptores de bajo coste.


Existía en problema adicional de la elección de la frecuencia apropiada para una zona singular, ya que las estaciones utilitarias transmitían la señales horarias en múltiples frecuencias.


Quizá el mejor ejemplo de reloj ya orientado al consumo (y con reservas) fue el fabricado por la compañía Heath GC-1000 <<Most Accurate Clock>>, vendido bien como kit o ya montado, y producido entre los años 1.986 a 1.995.




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Este reloj, bastante similar en aspecto a los actuales radio-despertadores, exploraba tres frecuencias diferentes (5, 10 y 15 MHz) en busca de códigos de tiempo, y atrajo a una gran cantidad de aficionados.


Incluso siendo un kit, era muy caro (cerca de 400 $USA de la época), y bastante menos efectivo que los productos actuales.

Los receptores <<profesionales>> o de laboratorio, ya para las bandas de VLF, aparecieron casi al unísono en Estados Unidos y Europa durante los años ’60 y ’70, muy poco después de la unificación de códigos.


En estas fechas se escribieron infinidad de artículos por los aficionados en revistas como <<Radio Electronics>> y <<Wireless World>> y empezaron a venderse algunos receptores en forma de kit.


La fiebre por la precisión aparece, y comienzan a verse grandes relojes industriales, como estos Patek Philippe, destinados a areopuertos, estaciones de ferrocarril, organismos oficiales, y otros lugares donde la precisión era poco más o menos necesaria.




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Anecdóticamente, hay otro sitio donde triunfan, y además de forma masiva: aprovechando la altura de las torres y los campanarios, los relojes radiocontrolados industriales comienzan a sustituir a los relojes históricos que poblaban hasta ahora esas moradas, convirtiéndose en sus verdugos involuntarios.

Modelo Radiocontrolado de Horz, para control de hasta 16 campanas.





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Modelo para 24 Campanas.

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Tambien se utilizaron para ciudades o grandes fábricas, como este Mobatime con 4 lineas independientes de salida:

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Se cree que los primeros relojes comerciales domésticos preparados para recibir las señales horarias de VLF tal y como ahora las conocemos y de forma automática, fueron el KUNDO <<Space Timer>> y el JUNGHANS DC-1, ambos de 1.986 y con diales analógicos.




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Modelos tambien decorativos llenos de información, como este con dibujos animados que cambiaban según las condiciones de clima :

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Este con indicación completa, incluido el número de la semana transcurrida del año:

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Aplicaciones especiales, pero muy practicas, las encontramos en este reloj radiocontrolado diseñado para los radioaficionados, donde figura la frecuencia y hora local de hasta 50 sub-estaciones en todo el mundo :

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El primer reloj de pulsera radiocontrolado, reconocido como tal, fue el Junghans MEGA 1, en 1.990.


El acontecimeinto fue descrito en la prensa de su época como “uno de los momentos más relevantes de la horología”.


Este reloj digital sincronizaba las señaleshorarias de la DCF 77, en Alemania.


En la siguiente imagen puede verse el reloj, incluyendo su antena, que como curiosidad va disimulada en la correa.


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Desde aquí a nuestros tiempos, las cosas han ido prosperando. No ya en la tecnología, que es prácticamente la misma, sino en el diseño y prestaciones de este tipo de relojes.


En un próximo hilo seguiremos exponiendo, aparte de su historia más reciente, también la parte tecnológica de los mismos.

Saludos,

 
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Relojes radiocontrolados (II)

Los relojes radiocontrolados en la actualidad

Un reloj radiocontrolado no es más que un reloj de cuarzo que contiene además en su interior un receptor de radio, que recibe las señales de las estaciones horarias patrón y sincroniza al reloj con la información de estas estaciones.

Las estaciones de radio que escuchan son las utilitarias comprendidas en la banda de VLF, y que en Europa son tres:

DCF: Situada en Mainflingen, a 25 km de Frankfurt. Transmite en una frecuencia de 77,5 kHz, y con una potencia de 50 kW.

GBZ: La renovada MSF, transmite ahora desde Anthorn, en la parte central e Inglaterra, en una frecuencia de 60 kHz, y con una potencia de 17 kW.

HBG: Está situada en Prangings (Suiza), y transmite en una frecuencia de 75 kHz, y con una potencia de 25 kW. Está previsto su cierre a finales de 2011.

RTZ: Situada en Irkutsk (Rusia). Transmite en la frecuencia de 50 kHz, con una potencia de 10 kW.

Todas ellas son de radiación omnidireccional, y su alcance se estima en función de su potencia y del tipo de antena que usan. Se estiman unos alcances máximos de 2000 km para la DCF, y de 1500 km para las otras dos occidentales, GBZ y HBG.

En USA, la estación horaria es la WWWB, que está en Fort Collins (Colorado) con una potencia de 70 kW, y en una frecuencia de 60 kHz.

En Japón hay dos con el mismo indicativo, JJY: una en Fukushima, desgraciadamente fuera de servicio, que transmitía en la frecuencia de 40kHz con 50 kW de potencia, y otra en Kyushu con otros 50 kW de potencia y transmitiendo en 60 kHz.

Hay también estaciones en China (Xian- BPC, 68,5 kHz/potencia desconocida) y Rusia (Moscú- RBU 66,66 kHz/10 kW).

No hay mercado ni en Africa, ni Sudamérica, ni Oceanía, por falta de señales horarias.

¿Qué pasa si compramos un reloj en el mercado USA o japonés?

Pues que no va a funcionar, salvo que estén específicamente preparados para recibir las estaciones europeas. Aunque algunos sean multifrecuencia, y éstas coincidan con las europeas, no son los mismos los protocolos de transmisión de los datos, con lo que posiblemente no van a servir.

Si no queremos tener problemas o desilusiones a la hora de comprar un reloj radiocontrolado, es preciso asegurarse antes de que es apto para la recepción en la zona en la que vamos a utilizarlo.

Los relojes más modernos suelen ser ya de configuración automática, pero no así los de más edad, que son de configuración manual en los mejores casos, o de configuración fija en los más antiguos, que no serán capaces de recibir fuera de la zona geográfica para la cual fueron diseñados.


Recepción de las señales de las estaciones horarias

Por asimilarlo a algo entendible, hablamos de recepción en frecuencias que no llegan al centenar de kHz. La más próxima de las conocidas es la onda larga (153 - 279 kHz) y media (550-1600 kHz).

Si sintonizamos cualquiera de ellas en una radio normal y corriente, vemos que la orientación que le demos al aparato, es fundamental para la recepción de las señales; ello es debido a que la antena (que es del tipo de ferrita y está en su interior) es muy direccional.

Algunos ofrecen unas antenas exteriores de cuadro, que son también muy direccionales.

Lo propio ocurre en nuestros relojes, porque su antena es del mismo tipo: la posición es muy importante. Por ello es necesario leer bien las instrucciones y seguirlas. Tienen sus motivos.

El tipo de propagación de estas ondas es muy estable, y predomina el tipo de <<onda detierra>>, con raras reflexiones de las ondas en las capas de la ionosfera, más frecuentes por la noche, aumentando el radio de alcance. Durante el día, el ruido de fondo es más elevado, por lo que es más cómoda la recepción nocturna, al aumentar la relación señal/ruido y aumentar también la reflexión en las capas inferiores de la atmósfera.

El enlace tiene desvanecimientos poco acusados, y se produce la transmisión hasta debajo del agua.

La propagación radioeléctrica no es siempre la misma, y se mueve a grandes rasgos en función de los ciclos solares, que tienen una duración aproximada de unos once años.

Ahora mismo, estamos en la fase de crecimiento del ciclo 24 de los conocidos. De ahí que los periodistas ociosos faltos de noticias, nos publiquen de cuando en cuando esas cosas de que si las tormentas solares harán explotar transformadores, neveras y no se sabe cuántas cosas más. Nada de eso es cierto.

Ha habido en la historia ciclos de mucha mayor intensidad, y nunca se han conocido de forma fehaciente esos efectos. Lo que sí es cierto, es que en estas épocas de actividad solar hay un incremento de radiación electromagnética, y también un aumento de la ionización de las capas de nuestra atmósfera. Todo de forma natural. Ello influye en las ondas de tierra en un eventual aumento del ruido de fondo, y en las ondas reflejadas en las capas ionosféricas, un aumento en la reflexión, generalmente poco notable en estas frecuencias, que puede eventualmente ampliar en algo el alcance, pero el aumento de actividad solar puede también reducir la eficacia de los enlaces, debido a los efectos de las llamadas <<tormentas geomagnéticas>>.

No hace demasiado tiempo, varios compañeros reportaban sincronizaciones correctas en las Islas Canarias, mientras que ahora parece ser que hay incluso problemas en posiciones geográficas que tradicionalmente han sido favorables para la recepción.

Quien quiera tener información en tiempo real sobre la actividad del sol y sus posibles efectos sobre las comunicaciones, puede consultar la página http://www.n3kl.org/sun/index.html, donde hay abundante información. Repito que en la actualidad las condiciones son muy variables –van a durar así algunos años- y que la predicción solar se asemeja a la meteorológica en cuanto a que la probabilidad de acierto no es demasiado alta.

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Este es un mapa de cobertura estándar de la estación DCF (la que se escucha con más facilidad en España). El círculo menor corresponde al alcance máximo esperado cuando lo que se recibe son ondas de tierra.

El alcance es de una circunferencia de unos 600 km de radio y centro en Frankfurt. Este círculo delimita la zona donde la recepción es casi segura,independientemente de la hora del día, ya que la propagación por onda de tierra es muy estable.


El alcance mayor, delimitado por otra circunferencia de unos 2.000 km de radio con el mismo centro, corresponde a un alcance hipotético y bastante generoso, pero esta vez ya no escucharemos solo onda de tierra, sino que el mayor alcance se consigue debido a la reflexión de la onda transmitida en la capa <<D>> de nuestra estratosfera. La capa D existe únicamente en las horas nocturnas, desapareciendo durante el día. Por ello, la reflexión es mayor por la noche. Y en este espacio, coexistirán la onda de tierra, más débil conforme nos alejamos del centro del círculo, y las ondas reflejadas.

Miremos ahora el siguiente grafico:


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Esta es una gráfica donde se expresa analíticamente lo que hemos comentado. En el eje de abscisas está la distancia en km entre el transmisor y el receptor, y en el eje de ordenadas se expresa la intensidad de campo de la señal recibida. La gráfica de la onda de tierra <<ground wave>> puede considerarse constante en cualquier situación, mientras que las tres de <<space waves>> (ondas reflejadas) dependen de la ionización de la capa D, que depende a su vez de la propagación radioeléctrica. Las tres curvas que forman este haz son: <<Nigth>> (noche), <<Winter day>> (día-invierno) y <<summer day>> (día-verano), y no son constantes. Aquí se representa, repito, una situación típica.

Lo primero que se observa es que en los alrededores de la distancia de unos 600 km, la intensidades de ambos trenes de ondas (tierra y reflejadas) andan a la par. A distancias mayores, puede notarse una mayor intensidad de señal por la noche para las ondas reflejadas y una disminución de la intensidad de la onda de tierra. Pero también ha de suponerse una mayor inestabilidad por las interferencias entre ellos. Si las dos señales estuviesen en fase no habría problemas, pero esto no ocurre jamás debido al retraso que se produce en la ondareflejada por la propia reflexión, con lo que aparece el fenómeno del desvanecimiento o <<fading>>. Este fenómeno puede apreciarse fácilmente escuchando la emisión de una estación de onda corta, y observando que las señales no son de intensidad constante, sino que varían en un tiempo muy corto, generalmente segundos. Traducido el fenómeno a la onda larga, que en esta ocasión es la nuestra, el desvanecimiento puede durar desde algunos minutos hasta media hora, lo que ya es importante.

Puede asimilarse la sensibilidad de nuestro receptor (reloj) al punto del eje de ordenadas donde nos situemos. Un reloj poco sensible nos hará colocarnos en las zonas bajas del eje e iremos ascendiendo conforme aumente la calidad del receptor del mismo.



Los enemigos naturales de una buena recepción

El primero de ellos son las interferencias, sean naturales o artificiales. Es por lo que, por regla general, en las ciudades, donde no por desconocida es inexistente la llamada <<polución radioeléctrica>>, la recepción es más difícil. La principal fuente de interferencias artificiales son las fuentes de alimentación conmutadas (las que llevan todos los ordenadores y televisores, por ejemplo), porque emplean frecuencias muy próximas a las que estamos intentando recibir.

En cuanto a las naturales, la fuente más importante de problemas, especialmente en estos momentos son las tormentas solares, que en función de su intensidad pueden provocar los temidos <<blackouts>>, que provocan problemas en la fiabilidad de las comunicaciones.

El segundo, nuestra propia posición geográfica. Aparte del círculo de alcance, hemos de recordar que estamos hablando de <<onda de tierra>>, o reflejada en la capa <<D>>, muy próxima a la superficie terrestre; o sea de unos frentes de onda que se desplazan desde el transmisor hasta el receptor siguiendo una trayectoria paralela o casi paralela a la de la superficie. Cuantos más obstáculos encuentren en su camino, peor. Esto aplica a los edificios, y especialmente a aquellos dotados de estructuras metálicas.

El teorema fundamental para burros sobre las antenas dice que <<la antena tiene que ser lo más grande posible, y estar situada en el lugar más despejado posible>>.

El tercero es, naturalmente, la calidad de nuestros receptores. Hay que recordar que no por ser más caros ni de marca más famosa son de mejor calidad, sobre todo en este mundo -relojeril- que para este caso, se apoya en otro mundo -la radio-. Quizá aquí las experiencias de otros usuarios sean una ayuda, ya que estos receptores como tales son difíciles de probar.


Las antenas.

Cuando hablamos de una comunicación por radio, las antenas son un elemento fundamental. Para los no iniciados, la antena juega un papel fundamental, incluso más que el propio transmisor y receptor en un sistema de comunicaciones por radio.

Básicamente, se define como elemento teórico de referencia (ganancia=0; pérdida=0) al dipolo isotrópico, que es una antena cuyo elemento está dividido en dos partes rectas y de igual longitud, cada una de ellas equivalente a un cuarto de longitud de onda. Para que comprendamos el orden de magnitud de las cosas, un dipolo para la banda de FM mediría unos 1,50 m (0,75 m. por rama); para nuestro Wi-Fi unos 3 cm –si, centímetros- por rama, pero ….. para nuestros 77,5 kHz mediría nada menos que ….967,74 metros por rama. Esto quiere decir que la antena teórica ideal para no ganar ni perder mediría 1.935,48 metros. Casi 2 km. Demasiado grande para meterlo dentro de un reloj de pulsera.

Lo mismo pasa en los transmisores. La antena más usada, que es la vertical de ¼ de longitud de onda mediría 967,74 metros de altura (solo el elemento radiante, faltaría el plano de tierra). Parece mucho. Aunque siempre salga algún bobo que diga que la podemos suspender de un globo o algo similar, no parece ser objeto de una estructura autoportante ni tampoco muy manejable. Baste recordar que la Torre Eiffel tiene unos 320 metros de altura, y el Empire State unos 380 metros de altura.

Es pues necesario recurrir a un tipo de antenas <<acortadas>>. Pero esto tiene sus costes. Las antenas acortadas tienen pérdidas: las transmisoras no radian la potencia que entregan los transmisores, en función del grado de acortamiento.

Las pérdidas pueden llegar a ser muy grandes.

Para hacerse una idea de las magnitudes reales, este es un dibujo de las antenas de la DCF77. Compárese con el tamaño de los edificios, teniendo en cuenta que los cuatro mástiles principales tienen una altura de unos 200 metros:


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Pues aun así, y según los datos que nos da el PTB (organismo alemán que gestiona la DCF77, la potencia del transmisor es de 50 kW, mientras que su EIRP (effective isotropic radiated power o potencia isotrópica efectiva radiada, está en el rango de 30/35 kW). O sea, esta antenita tiene un rendimiento o eficiencia del 70% en el mejor de los casos.

Imaginemos el rendimiento que puede tener ésta:


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Esta imagen no es más que la radiografía de un reloj radiocontrolado.

La antena es la que está situada en el lado izquierdo, paralela al pasador.

Aproximadamente de una longitud de 20 mm, siendo generosos.
Puede verse también el cuarzo, inmediatamente superior a la pila, a la derecha.

El receptor de radio puede suponerse en la parte inferior, justo donde va conectada la antena (esos dos hilitos que se ven).

Yo no me atrevo a decirlo, pero la eficiencia ha de ser bastante baja. Bajísima, vamos. Y aún así, está claro que funcionan.
Estas antenas de los relojes son del tipo de <<ferrita>>. Y esta palabreja no denomina ningún material, sino que es derivada del uso del nombre del primer fabricante de este tipo de materiales, <<Fair Rite>>, marca comercial que todavía existe hoy día .

Consiste en un núcleo de material magnético de elevada permeabilidad (ferrita), sobre el cual hay devanada (parte más gruesa en la imagen) una bobina. Los dos terminales de la bobina de conectan en paralelo con un condensador, formando un circuito resonante L-C. Este tiene la propiedad de tener en sus bornes una tensión máxima a la frecuencia de resonancia, determinada por los valores de L y C, en nuestro caso 77,5 kHz. Esta tensión disminuye conforme nos alejamos, arriba y debajo de la frecuencia de resonancia. Y el flujo que recorrerá la bobina y el núcleo, será máximo igualmente a la frecuencia de resonancia disminuyendo para las demás. Hay que recordar para más adelante que el flujo será proporcional a la sección del núcleo.

También influye la posición. Para obtener una mayor tensión, la barra de ferrita ha de estar colocada perpendicularmente a la radiación (para nosotros y en este reloj, colocándolo a las seis o a las doce en dirección a Frankfurt). Este es el motivo de la orientación.

La siguiente foto es esto mismo, pero en macroescala. Corresponde a un receptor DCF77 medio casero:

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En la parte derecha puede apreciarse un pequeño núcleo de ferrita, pegado a la caja con resina. Sobre él está devanada la bobina, de la que salen dos hilos (los dos hilitos de antes) que van a parar al condensador, el cual no se aprecia por estar debajo de la plaquilla pequeña de la izquierda, que no es más que un receptor semi-comercial de onda larga. La orientación correcta de esta antena sería colocando la barra de ferrita en posición perpendicular al transmisor.

Ya mencioné antes el teorema fundamental de las antenas, que vale también aquí, y en todas partes, y que dice: <<la antena tiene que ser lo más grande posible y estar situada en el lugar más despejado posible>>. En condiciones límite, lo segundo lo cumplimos a veces, pero lo primero depende del reloj, que lleva una antena minúscula. Habría que pensar sin temor a equivocarse que una mejor antena aumentaría las posibilidades de éxito.

En los primeros tiempos, Citizen lanzó esto al mercado:


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Ya sé que es raro, pero puede verse claramente la bobina con su núcleo de ferrita. En este caso la orientación sería la del eje en dirección 3-9. Como parece ser que este modelo no cuajó mucho, alguien pensó en como captar la señal con una antena mayor, y luego transmitirla hasta nuestro reloj. La solución, también de Citizen, y que no se ve en otros fabricantes, es ingeniosa: Es ésta:


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Hay que leer en su etiqueta que dice que no necesita alimentación. O sea, que todos sus componentes son pasivos. La escotadura central sirve para apoyar el reloj, supongo que con el cristal hacia abajo, dependiendo del material de la trasera. Y en estas circunstancias, lo único que puede contener es un circuito resonante L-C a la frecuencia de los 77,5 kHz, pero de tamaño más grande al del reloj. Al apoyar el reloj sobre la escotadura, los dos circuitos L-C, el exterior y el del reloj se acoplan magnéticamente por proximidad, obteniendo de esta forma un transformador. La señal captada por la <<antena>> es de mayor magnitud, y se induce al reloj por este procedimiento. Aquí va otra foto:


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Por cierto que esta <<antena>> serviría también para cualquier radiocontrolado que reciba las señales de la DCF77. Unicamente habría que saber con certeza la orientación de la antena interior del reloj y situarla de forma paralela esta vez, a la antena externa.

Soluciones como la del Junghans Mega-1, incorporando la antena en la correa del reloj, tambien hicieron que en estas unidades la recepción fuera más fácil, veamos este conjunto Correa-Antena y el reloj.




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El núcleo de la antena es de 30 hojas de metal amorfo, cada una de unos 20 micrómetros. La bobina de la antena se enrolla alrededor del núcleo en la zona más estrecha en el centro.



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Así que con lo que ya sabemos, podemos tomar las medidas necesarias para intentar mejorar nuestra recepción:

Huir de cualquier posible fuente de interferencia artificial. Debe considerarse como enemigo potencial a cualquier aparato eléctrico.

Tomar medidas para dejar el reloj en una posición despejada y libre de obstáculos, y orientarlo en la posición aconsejada por el manual, que en la mayoría de los casos será con el eje que pasa por las 6 y las 12 en dirección al transmisor. Para la mayoría de ubicaciones en España y tratándose de recibir las señales de la DCF77 alemana, la posición más adecuada sería una ventana orientada al N/NE y con una orientación del reloj de unos 30 grados.

Para situaciones geográficas más críticas, es de suponer que los relojes cuya caja exterior está hecha de materiales plásticos sean más apropiados, ya que carecen de la <<Jaula de Faraday>> que formaría una caja compuesta de materiales metálicos, o pensar en modelos dotados con antena <<exterior>> como los anteriores.





Protocolos de transmisión de los datos desde las estaciones utilitarias:

Como curiosidad, vamos a mostrar la forma en que se transmiten los datos desde la estación DCF77. La otra estación europea, la inglesa GBZ transmite sus datos en un protocolo compatible con éste, pero hay que advertir que no es exactamente igual. Los datos se transmiten durante un minuto y cada segundo transmite un <<bit>> de información. Cada bit puede tener valor lógico de “1” (activo), o “0” (no activo). Y vamos a prescindir de explicar cuál es la forma de modulación de la onda portadora que transmite estos datos.

La información correspondiente a minutos, horas día, día de la semana, mes, y año (bits 21 al 59) se da en código binario BCD. Los primeros 14 bit no se usan.



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Los bits especiales, del 15 a 20, significan:

R: si está a “1” significa que el transmisor está funcionando con la antena de reserva.

A1: Anuncia el inicio del horario de verano (se pone a “1” 1 hora antes del cambio).

Z1: Está a “1” durante el horario de verano.

Z2: Está a “0” durante el horario de verano. Es el bit complementario del anterior.

A2: Bit del “leap second”. Para funcionamiento interno.

S: Bit de arranque, siempre a “1”.

O sea, la estación horaria nos da todos los datos cada minuto, pero nuestros relojes intentan unas cuantas sincronizaciones al día, generalmente cuatro o cinco en horario nocturno, y desistiendo de hacerlo si no se ha conseguido tras estos intentos. Ello se debe a que encender el receptor que lleva incorporado el reloj supone un consumo eléctrico adicional que reducirá la vida de la pila o batería, y más en el caso en que nuestro reloj no sea solar, eco-drive, ni dotado de sistemas análogos de carga.

Lo mismo puede decirse para las sincronizaciones manuales: hay que tener presente que cada intento de sincronización manual consume energía, por lo que no se debe abusar de ellas si no se tiene una cierta esperanza o necesidad de conseguir la sincronización.

Y un detalle más: el protocolo carece de cualquier forma de comprobación de errores, con lo que si la información recibida es coherente (y ello no quiere decir cierta), el reloj la entenderá como buena.

En la actualidad se tiende a una unificación de los protocolos para todas las estaciones horarias. En Europa ya son compatibles –no iguales, pero sí compatibles-, aunque desconozco como andan las cosas en cuanto a los protocolos de USA y Japón. Menos aún en China. La información es poca, y no parece demasiado fiable. De todas maneras, dadas las características de la Onda Larga, no parece probable que haya una excesiva prisa, ni necesidad, en la unificación de estos protocolos.

Otras frecuencias de radio donde se encuentran estaciones utilitarias

Como curiosidad, y para quienes dispongan de un receptor de radio de Onda Corta, hay también estaciones utilitarias de hora y/o frecuencia patrón. Entre las más conocidas están las norteamericanas WWV (Fort Collins, CO) que transmite en 2,5, 5, 10 15 y 20 MHz; y WWVH (Kauai, HI), que transmite en 2,5, 5, 10 y 15 MHz.

Los rusos tampoco andan a la zaga, y pueden escucharse las siguientes utilitarias ex-soviéticas:

La RWM en Moscú, en las frecuencias de 4.996, 9.996, (5kW) y 14.996 kHz (8kW), y la RID desde Angarsk, en las frecuencias de 5.004, 10.004, y 15.004 kHz, con una potencia de 5 kW.

En la siguiente imagen puede verse un receptor comercial de onda larga, sintonizado a la frecuencia de 77,5 kHz (DCF77). Puedo asegurar que la señal por onda de tierra es audible durante todo el día, pero con muy poca intensidad



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Las siguientes imágenes corresponden a un receptor de radio de cobertura general diseño del autor, basado en los conceptos de tecnología <<software defined radio>> y construcción casera. La primera es una imagen del receptor, y la segunda es su pantalla de control desde el PC. Pueden apreciarse a la izquierda, en 9.996 kHz, la señal de la rusa RWM y a la derecha en los 10.000 kHz la señal de la norteamericana WWV.


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Con lo expuesto hasta ahora, me parece que ya dejamos cubiertos tanto la historia de los relojes radiocontrolados como su tecnología actual.

El próximo objetivo será exponer las ofertas comerciales en la actualidad, así como una perspectiva del futuro que previsiblemente nos espera.

Saludos,


 
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Relojes radiocontrolados (III y finall). El futuro

Etapa actual

En nuestra realidad más inmediata, los relojes radiocontrolados se han extendido considerablemente, y sus ventas siguen creciendo año tras año.

Hay algunas compañías de las grandes que han apostado por esta tecnología (Junghans, Casio y Citizen, principalmente) y que ofrecen una gama amplísima de modelos para todos los gustos y economías.

No vale la pena citarlos aquí, porque ocuparíamos muchísimo espacio, pero basta con hojear los catálogos de estos fabricantes y algunos más pequeños -Timex, Potens, y otros- para ver la enorme oferta de dispositivos de este tipo de la que disponemos en la actualidad.

A partir de 2.008/2.009, hasta Seiko, tradicionalmente descolgada de este sector, se une a la oferta de radiocontrolados.


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Los relojes han mejorado mucho, fundamentalmente en ser ya casi todos –los de gama media/alta- multizona, con lo que la elección de estación horaria se efectúa de forma automática, teniendo capacidad para recibir la totalidad de estaciones horarias VLF repartidas por el mundo, sin tener que preocuparse de realizar ninguna operación por ello.

Igualmente incorporan indicadores de sincronización, más información en sus diales, y bastantes más mejoras técnicas que los primeros radiocontrolados.

De nuevo hay que dirigirse a los catálogos y noticias de los fabricantes para seguir todos estos avances. A ello me remito.

El futuro


Las teorías de Sir Howard Grubb no solo fueron acertadas, sino que con el desarrollo de otras nuevas, hay muchísima más oferta de la que él hubiese so

ñado para continuar con la idea de los relojes radiocontrolados. Vamos a resumir en poco espacio cuales son hoy las alternativas que se plantean:

a) Mantenimiento de los sistemas actuales en VLF, con estaciones horarias dedicadas: esta alternativa es cara, porque el coste de instalación y mantenimiento de una estación de VLF es muy elevado.

Alemania ha prorrogado este año y por los próximos 20 el contrato de mantenimiento de la DCF77, con lo que los europeos podemos estar tranquilos por ese lado.

En Alemania hay muchísimas utilidades que utilizan el patrón horario de la DCF, y no se ha creído conveniente eliminarlo.

La suiza HBG desaparecerá el mes próximo, y solo quedaría en Europa la GBZ (MSF), de la que se desconoce su futuro, al igual que las estaciones norteamericanas y japonesas.

De todas maneras, la venta de relojes radiocontrolados convencionales sigue aumentando, con lo que la presión de los usuarios puede ser decisiva para el mantenimiento o mejora de las actuales estaciones.

a) Nuevos sistemas basados en GPS: esta alternativa consistiría en reducir el tamaño de los actuales GPS, basados en la portadora L1 en 1.575,42 MHz, a tamaño de muñeca.

La ventaja principal sería el disponer de mucha más información en nuestro reloj, y mucho más actualizada, así como la identificación automática de la zona horaria.

La mayor ventaja sería que los relojes basados en esta tecnología serían válidos para ser usados en todo el mundo.

Los inconvenientes son varios, y no pequeños: muchísimo mayor consumo, lo que obliga a la adopción de sistemas de energía más grandes; necesidad de una antena mayor en tamaño, y problemas de cobertura debidos en su mayoría a la escasa potencia de los satélites, y a las frecuencias que se utilizan, que exigen una comunicación de <<alcance visual>>, y por tanto, nada de sincronización en interiores.

Esto podría ser solucionado –a medias- con la implantación de nuevos satélites en la portadora L5 en 1.176,45 MHz, y/o el incremento de potencia en los actuales satélites o en aquellos que les sustituyan.

De cualquier manera, no se sabrá con certeza que camino tomará la evolución de la tecnología de satélites GPS hasta el año 2.015. La cosa está todavía muy verde.

También los problemas derivados del llamado <<efecto Doppler>> son ya estimables en estos rangos de frecuencias y velocidades relativas de los satélites, con lo que la exactitud de los relojes podría verse resentida.


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b) Nuevos sistemas que utilizan las redes de telefonía móvil: esta alternativa consistiría en utilizar las redes de telefonía móvil existentes para obtener los datos horarios (u otros, llegado el caso, tipo radiolocalización –GPRS-).

Técnicamente posible, no parece muy probable su expansión, pero esta vez por intereses económicos de las diferentes compañías propietarias de las redes.

En la práctica, ya hay compañías que actualizan automáticamente la hora de los dispositivos de telefonía móvil.

c) Nuevos sistemas que utilizan las emisoras comerciales de radio como <<caballos de Troya>> para transmitir información: esta alternativa utiliza sistemas como el RDS empleado en radiodifusión FM, con una subportadora entre 55 y 59 kHz dentro de la portadora principal, y una velocidad estimada de 730 kB/seg., o el sistema SPOT (Smart Personal Objects Technology), basado en MSN Direct o DirectBand de Microsoft, análogo al anterior, que utiliza una subportadora de 67,65 kHz y proporciona una velocidad teórica de 12 kB/seg.

Tampoco parece ser una alternativa muy certera, ya que al menos Microsoft ha anunciado que va a vender o liberar esta tecnología, dejando de proporcionar soporte, en el 2.012.

Sí que es cierto que es la tecnología que tendría más facilidad de implantación a corto plazo, aparte de una capacidad técnica importante para transmitir una gran cantidad de información.

Quizá, eso si, sea demasiada para un reloj y haya competidores virtuales que puedan disputarles estas ventajas.



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d) También hay experiencias basadas en el sistema DReaM (Digital Radio Mondiale), pero no parece nada demasiado elaborado, por el momento. Y tampoco el sistema DRM parece haber tenido una difusión demasiado grande.

e) Seiko y Timex también ofrecieron en su momento productos basados en la recepción de señales horarias mediante sistemas derivados de internet (Wi-Fi, Bluetooth, combinados con servidores de tiempo en la red), pero estos productos ya han sido retirados del mercado, aunque ahora parecen revivir de la mano de otros, debido a la aparición de los nuevos sistemas operativos y de los <<smart phones>>.

Pese a su aspecto, esta clase de aparatos debería incluirse en la categoría de chismes sin utilidad concreta, pero no en la de relojes.

Por otra parte, el gran problema de los servidores de tiempo en internet es la exactitud, ya que siempre dependerá del estado de las comunicaciones en internet más que la propia exactitud de los relojes patrón. Esta tecnología siempre será inferior a la actual.

En resumen, parece que por el momento no deberíamos preocuparnos demasiado por el futuro a corto plazo de los radiocontrolados convencionales porque la competencia es por ahora poca, y bastante más cara o complicada, pero las cosas pueden cambiar.

Así que, quien quiera disfrutar de las ventajas de esta tecnología, aun tiene unos añitos por delante. O quizá, posiblemente, muchos.

 

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