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Nuevo héroe en Santander

Estado
Hilo cerrado
Sanza

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En la playa de Santander, que es el Cantábrico, pasan cosas, tanto cuando hay bandera verde como cuando no.

La semana pasada un señor de cierta edad, muy grande y pesado, se bañaba y se metió en problemas y...se quedó allí...

Los socorristas no se atrevieron a entrar, seguramente les impuso el tamaño del señor, y no tengo ninguna gana de sacar conclusiones (800€/mes, jovenes, qué se yo lo que se les pasa por la cabeza)

Un chaval (treinta? menos? más?) de físico normal, cabellera larga, se tira al agua y lo saca.Lo salva. Le salva la vida.

Para que se entienda lo que pasó, cuento lo de después:

Paco, que así se llama, se sienta en la arena durante más media hora tiritando, y si te acercas se le oye repetir: que miedo, pensé que no salíamos, que miedo, Dios Mío, que cerca ha estado...algo así.

Paco ya ha sacado a más gente, Paco se instala en la Playa del Balneario y se pasa el día paseando y mirando al mar.

Paco es un héroe, es la hostia, Paco. Menudos cojones.

Otro héroe: Ciolí, ya falleció, y se conocieron. Cioli tenía la maravillosa costumbre de salvar a vidas, a más de cien, comenzando de forma anónima y desinteresada. Cioli era aún más menudo, menos de 160cm, o así lo recuerdo, se fué a los 89 hace poco este año y forma parte de la historia de Santander.

https://es.wikipedia.org/wiki/Cioli


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Pero ya tiene relevo, y gente que vive gracias a Paco.

Quien quiera darse una vuelta por la Playa de Los Peligros y El Balneario, ahí lo encontrará.
 
Última edición:
Esos sí que son heroes de verdad...
 
Grande héroe de la historia Santanderina, descanse en paz el gran Cioli...que gran clásico...tipo entrañable...
 
Es de elogiar la actitud de ese caballero. Hay muchos héroes anónimos por toda España, y en Gran Canaria puede que viva uno de los que más vidas han salvado:

MANUEL SOSA MEDINA (SANDOKÁN), MEDALLA DE ORO DE CANARIAS 2008



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El Consejo de Gobierno ha aprobado la concesión de las Medallas de Oro de Canarias 2008 a varias personas, entre ellas, Manuel Sosa Medina. Las distinciones serán entregadas en el acto institucional con motivo del Día de Canarias, que se celebrará en el auditorio Alfredo Kraus, de Las Palmas de Gran Canaria, el próximo 30 de mayo.

Manuel Sosa Medina, conocido como "Sandokán", es natural del Puertillo, en Bañaderos (Arucas) y ha dedicado gran parte de su existencia al rescate de personas en la costa norte de Gran Canaria, donde las peligrosas corrientes y el fuerte oleaje suponen un alto riesgo para bañistas o pescadores. "Sandokán" en realidad nació en el seno de una familia agrícola, hasta que rompió con la tradición para vivir cerca del mar. Con sólo 15 años protagonizó su primer rescate, el de una niña en apuros arrastrada al agua por un fuerte golpe de mar. Desde entonces, son más de 200 las personas a las que ha ayudado, desarrollando una labor altruista que le ha llevado a colaborar siempre con las fuerzas de seguridad y servicios de emergencias. Como reconocimiento a su labor, Sandokán ha recibido numerosas condecoraciones. Además de la calle que le otorgó su pueblo en El Puertillo, el Gobierno de Canarias le ha concedido una Medalla de plata "por su impagable actuación en el rescate de vidas humanas en el mar". Asimismo, el Ministerio de Interior le otorgó la Medalla al Mérito de la Protección Civil en su categoría de plata con distintivo rojo en 1991.


El pescador de hombres
Texto: Itsaso Álvarez / Las Palmas
16/02/2005

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[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]LOBO MARINO[/FONT][FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif].[/FONT][FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif] Nacido en el seno de una familia agrícola, rompió la tradición y se alió con el mar. Arrastra su embarcación para ponerla a salvo. / FOTOS: ARCADIO SUÁREZ[/FONT]​
Hay un hombre en el archipiélago de Canarias que parece haber surgido del fondo del mar. Se desenvuelve como una anguila en el agua, pero no es un pescado. Agallas tampoco le faltan, pero necesita del viento para vivir. No sabe leer ni escribir, pero conoce las corrientes marinas mejor que a sí mismo. Dicen en el pueblo que hasta en sus ojos puede verse el reflejo del oleaje, y para eso nadie tiene explicación.
Manuel Sosa Medina, a quien todos conocen en Canarias como Sandokán, ha salvado la vida a 300 bañistas y marineros
Él asegura que la marea le respeta. Que cuando hay temporal, el cielo se cierra y la mar se vuelve imposible, achica la poca cobardía que le queda, zarpa en su modesta embarcación y se arriesga porque Dios le ha dado un don: «Salvo vidas humanas».

Hay en el archipiélago de Canarias un hombre-pez engendrado en una familia de agricultores que se hermanó con el mar cuando apenas tenía catorce años y responde al nombre de Manuel Sosa Medina, Sandokán, como el pirata justiciero. Que mira sereno y habla dócil como la brisa que sopla los días templados. Un hombre suave, de tranquilas maneras mundanas, que peina una barba blanca con festones grisáceos como el mismo Neptuno, de rostro esculpido por el salitre y un alma transparente como el agua. Cuentan las crónicas, y la Policía local lo atestigua, que ha sacado del Atlántico a trescientos pescadores y bañistas a los que el océano se había empeñado en devorar. Siempre en la peligrosa costa del norte grancanario, donde las fuertes corrientes y el oleaje han forjado su leyenda.

Así lleva más de treinta años. Es un héroe para todos. Un salvavidas humano. En el momento de presentarse a la cita, le llaman unos chiquillos:

–«Sandokán, hay un gatito atrapado, ayúdale», suelta con voz apagada un mocoso de tez morena y rizos.

–«Pero, ¿para eso me llamas, mi niño? Vamos a ver al gato».

El hombre sube al minúsculo triciclo que le ha cedido el Ayuntamiento de su natal Arucas para que navegue por el asfalto a sus anchas y se encargue del mantenimiento y la limpieza de las playas. Pone la «banda sonora» –la emisora local, Radio Arucas– y, al encender el motor, un carraspeo poderoso se adueña del lugar. «Este carro es como un trueno», se disculpa. Diez minutos y dos arañazos después, el gato ya está haciendo de las suyas y el chaval ha recobrado la sonrisa. No extraña que a Sandokán le quieran con locura. En toda la isla.

Su primer rescate, a los quince años. Desde el último, apenas han transcurrido dos semanas. Aquella primera vez, había hecho pellas. «Normalmente, tardaba más en volver al colegio que en escaparme de él». Su padre y el maestro no sabían qué hacer con el joven Manuel. «Siempre que me escapaba, me iba a un charco de la playa, hacía barquitos con latas de atún, les ponía una vela y les lanzaba piedritas. Cuando más tranquilo estaba, aparecía el profesor. Al final, fue él quien, ya cansado, le dijo a mi padre: ‘Juanito, el chaval lo lleva en la sangre, no hay nada que hacer’. Y me dejaron estar». No tardaría mucho en darse a sí mismo el sobrenombre de Sandokán, como el personaje literario de Emilio Salgari.

Barcos con latas de atún


De las latas de atún, pasó a construir una barca con la madera que sacaba de las cajas donde se guardaba el coñac. Pronto se las apañó para ganarse la vida y dar salida a su vocación: pescador. Vendía lapas, gallos y doradas en el paseo marítimo y soñaba con tener una embarcación en serio.
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[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]SERENIDAD[/FONT][FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]. «Necesito la marea como el oxígeno para respirar». [/FONT]​
«Un día, le pidió a mi tío que si le podía comprar una barquilla para realizar salvamentos; le dijo que se fiara de él, que se la pagaría a plazos». El sobrino menor de Laureano Marrero, propietario de la ferretería de Bañaderos, municipio próximo a Arucas, ha crecido contando esta historia a todo aquél que se interesa por Sandokán. Aquella barca, la misma que hoy sigue mojando en sus expediciones, le costó a Manuel Sosa 175.000 pesetas.

Tardó en pagarla un año. Hace seis que tuvo que ponerle un motor nuevo. Se lo pagó el Ayuntamiento de Arucas. Antes, el senador popular grancanario y amante de las historias de piratas José Macías Santana ya le había regalado, embelesado por su labor humanitaria, otro de menor caballaje. Se acuerda bien de aquel detalle Antonio Ojeda, jefe de la Policía local. «Estamos en línea con él las veinticuatro horas. Es el único capaz de adentrarse en medio del temporal para rescatar a alguien caído al mar. Ya sea de noche o de día».

«Cuando saca a alguien sin vida, se le ve afectado. Dice que suele pensar en la familia; que les imagina expectantes en la playa, esperando noticias; y que le duele verles sufrir», explica un sargento de la Guardia Civil. «Siempre se cuenta con Sandokán, porque corre que asusta y es capaz de sumergirse a pulmón libre hasta diecinueve metros de profundidad», corroboran en el puesto de Salvamento Marítimo, por donde sus responsables ven desfilar día sí, día no, desde hace más de tres décadas, a gentes de todo sitio que llegan preguntando por su salvador. «Vienen agradecidos y le traen regalos». Un televisor, un vídeo, pintura para la barca...

Hace dos semanas, Víctor Rastrilla, un pescador aficionado que había llegado de Las Palmas atraído por la belleza de la costa araucana, resbaló de las rocas. Convivió con la angustia en medio de un fuerte oleaje hasta que una mano amiga lo asió con fuerza y lo rescató del infierno. «Yo sólo pensaba en la familia, cuando sentí que me agarraban. Al recuperarme, busqué a Sandokán y le dije que no sabía cómo pagarle», detalla. La respuesta del pescador de hombres le dejó sin habla:

– Si a mi hijo le salvaran la vida, no podría pagarlo ni con todo el oro del mundo. Con las ‘gracias’ me vale, hombre. Y asegúrese de no volver a pescar en esa zona.

A la deriva

El náufrago, seguro, tomó nota. Y no fue el único. Un matrimonio joven había estado a punto de perecer días antes en el mismo escenario arrastrado por la marejada. «Aún siento la fuerza con la que tiró de nosotros este hombre. Fue una bendición», relata la mujer.

Cuando a Sandokán se le pregunta cómo es el fondo del mar, se le abren los ojos como dos platos. «Es igual que el campo que conocemos en la tierra, con vegetales, con árboles y con animales, sólo que hay agua por todas partes», explica. Así dicho, no parece tan fiero, pero es que el marinero canario que protagoniza esta historia no es vanidoso. Por eso lo pasó mal el día en que el pueblo reunió firmas para que la Corporación pusiera a una calle su nombre. Todo completo: Manuel Sosa Medina, Sandokán. «Al pirata justiciero se le ha pagado con la misma moneda por una vez», comenta el alcalde, Ángel Víctor Torres Pérez.

De lejos se ve circular a Sandokán en su triciclo. Una turista madrileña se acerca y le pide hacerse una fotografía con él. «Sabes, estuve en Madrid hace tiempo. Pero me faltaba la marea, como al pez le falta el oxígeno y el agua del mar para vivir. Me tuve que volver para las islas de inmediato», le susurra a la chica.
«Al verle, su rostro se me quedó grabado para siempre»
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[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]LA FAENA. El marinero ordena algunos aparejos en su lonja. [/FONT]​
I. ÁLVAREZ / LAS PALMAS

«Chapoteaba sola en la orilla. No pude ni gritar». Han pasado 37 años y Amelia deja por un momento la verde campiña Suiza donde reside para introducirse en el mar verde, más oscuro, más salvaje, que baña la playa grancanaria de El Puertillo. «Allí veraneaba siempre con mis padres, cuando sucedió».

Tenía siete años y retiene el momento en que la corriente arrastró su cuerpo menudo. Un golpe de mar repentino, que le dejó sin reacción. Estaba siendo tragada. En unos segundos, se vio atrapada por el agua y la espuma. «Movía los brazos, pero notaba que la fuerza de la marea podía conmigo. Cada vez me alejaba más de la playa».

Sandokán era un adolescente. Acababa de cumplir los quince y ya había puesto proa al horizonte varias veces, en busca de bancos de pesca. Vio a la niña en apuros, y empezó a escribir su historia. Arrastró su lancha por la arena y sorteó el oleaje hasta alcanzar un cuerpo inerte. Había perdido el conocimiento, pero él le habló. Con voz dulce y brazos de acero, la subió a la embarcación y se empeñó en reanimarla. «Había tragado mucha agua, pero no tardó en reaccionar», recuerda Sandokán.

«Su rostro fue lo primero que vi al despertar; se me quedó grabado», evoca Amelia. Cuando su salvador arribó a la orilla, otra marea, humana, se agolpó a su alrededor. Allí estaba la familia de Amelia: un padre nervioso y enojado que vio otra película. «Sí, se enojó, me montó un espectáculo pensando no sé qué, hasta que la gente le convenció de que yo la había rescatado. Estuve a punto de reprenderle por dejar a la niña sola, pero me callé. Yo también no era más que un niño».

Amelia tiene hoy 44 años y dos rubitos de ojos azules, como ella. El mayor cumple doce. El peque, siete, igual que ella «cuando sucedió». Sigue dejándose caer cada verano por Arucas. Y, cuando sus hijos se adentran en el mar, busca siempre con la mirada a Sandokán.
Arucas, un litoral peligroso
I. A. / LAS PALMAS

La costa de Arucas ocupa una posición central en el perfil norte de la isla de Gran Canaria. Su trazado es sinuoso y recortado, con una longitud aproximada de catorce kilómetros. Se encuentra seccionada por la desembocadura de varios barrancos.
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[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]EN GUARDIA[/FONT][FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif].[/FONT][FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif] Sandokán pone siempre proa a los náufragos.[/FONT]​
Esta franja litoral presenta, hasta la cota de los cien metros sobre el nivel del mar, una fisonomía de plataforma que le confiere un carácter predominantemente acantilado. Resulta muy arriesgada para la práctica de la pesca y acumula numerosos puntos negros para los bañistas, por lo que no es recomendable adentrarse en ella. La denominada Punta del Camello es la zona más peligrosa.

El primer tramo de la costa es algo más suave; relativamente llano y menos accidentado. Comprende desde San Andrés hasta El Puertillo, y luce en su recorrido varias playas de arenas negras, cantos redondos y gravas. El segundo es mucho más agreste. Se extiende desde El Puertillo hasta Tinocas. Su morfología es bastante accidentada. Dibuja una línea litoral muy recortada y abrupta en la que dominan las formas acantiladas. Las Fuentes, Las Coloradas, Los Charcones, El Puertillo, el Charco Las Palomas y las Salinas identifican algunas de sus arenas. La mayoría, rubias y finas.

Los practicantes de surf saben que en esta cara de la isla –de características opuestas a la del Sur, aquí el agua se encrespa fácil, el fondo, rocoso, se hunde en el océano y las rachas de viento soplan del Sudoeste– pueden disfrutar casi todos los días del año de la ola, a la que han bautizado como la Izquierda de El Puertillo. Pero pocos se atreven a desafiar a una marea que tachan de «traicionera».
ESTANDARTE DEL HEROÍSMO
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Manuel Sosa Medina nació el 21 de octubre de 1953 en El Puertillo, localidad que pertenece al municipio grancanario de Arucas. Aprendió a nadar con diez años, «cuando resbalé y me caí al agua». A los quince realizó su primer salvamento. Desde entonces, su altruismo ha sido constante. En los informes de la Guardia Civil de Arucas y de la Policía local constan cerca de 300 rescates de Sandokán, sin más ayuda que sus propias manos. Tiene cinco hijos (Teresa, Yaiza, Melisa, Manuel y Carlos) y asegura que «dos de ellos han salido al padre».
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Como reconocimiento a su labor, Sandokán ha recibido numerosas condecoraciones. Además de la calle que le otorgó su pueblo en El Puertillo, el Gobierno de Canarias le concedió el pasado diciembre una medalla de plata «por su impagable actuación en el rescate de vidas humanas en el mar». El Ministerio de Interior le distinguió en1991 con otra medalla, esta vez de oro, por su heroísmo. También ha sido homenajeado por la Casa Real y por varias asociaciones locales de distinta índole.

Lamentablemente, este héroe sufrió una trombosis en el año 2008 de la que se recupera aún hoy en día. La salud no entiende de méritos.

Un brindis por todos los héroes anónimos que tanta falta hacen a nuestra sociedad. :Cheers:
 
aun queda gente por la que merece la pena seguir luchando cada dia, seria un placer poder tomar algo con alguno de ellos y poder hablar un rato
 
un ejemplo para todos
 
Gente así es lo que falta......
 
Joer, con un par, sí señor.
Parece mentira que aún quedan personas así, haciendo estas cosas (salvar vidas, casi ná) por puro altruísmo.
Que por cierto, si a los socorristas les parece peligroso su trabajo o que les pagan poco, pues que se dediquen a otra cosa, pero para fiarte de ellos...
 
Hay mucha gente anónima ( como el protagonista de este hilo ) que engrandece la condición humana, por su arrojo, valentía y generosidad. Chapó por este SR. con mayúsculas.
Saludos. Cubi desde Segovia
 
  • #10
Los socorristas no se atrevieron a entrar, seguramente les impuso el tamaño del señor, y no tengo ninguna gana de sacar conclusiones (800€/mes, jovenes, qué se yo lo que se les pasa por la cabeza)

La historia es muy buena desde el punto de vista humano.. sin embargo creo que lo que comentas en bastante grave .. sin sacar tampoco conclusiones sobre la actuación de los socorristas.. estas cosas merecen una investigación.
 
  • #11
Una gran ovación para el heroe desinteresado.:worshippy::worshippy::worshippy::worshippy::worshippy:


Saludos
 
  • #12
En la playa de Santander, que es el Cantábrico, pasan cosas, tanto cuando hay bandera verde como cuando no.

La semana pasada un señor de cierta edad, muy grande y pesado, se bañaba y se metió en problemas y...se quedó allí...

Los socorristas no se atrevieron a entrar, seguramente les impuso el tamaño del señor, y no tengo ninguna gana de sacar conclusiones (800€/mes, jovenes, qué se yo lo que se les pasa por la cabeza)

Un chaval (treinta? menos? más?) de físico normal, cabellera larga, se tira al agua y lo saca.Lo salva. Le salva la vida.

Para que se entienda lo que pasó, cuento lo de después:

Paco, que así se llama, se sienta en la arena durante más media hora tiritando, y si te acercas se le oye repetir: que miedo, pensé que no salíamos, que miedo, Dios Mío, que cerca ha estado...algo así.

Paco ya ha sacado a más gente, Paco se instala en la Playa del Balneario y se pasa el día paseando y mirando al mar.

Paco es un héroe, es la hostia, Paco. Menudos cojones.

Otro héroe: Ciolí, ya falleció, y se conocieron. Cioli tenía la maravillosa costumbre de salvar a vidas, a más de cien, comenzando de forma anónima y desinteresada. Cioli era aún más menudo, menos de 160cm, o así lo recuerdo, se fué a los 89 hace poco este año y forma parte de la historia de Santander.

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Pero ya tiene relevo, y gente que vive gracias a Paco.

Quien quiera darse una vuelta por la Playa de Los Peligros y El Balneario, ahí lo encontrará.


Gran hilo.

No había oído hablar en mi vida de Cioli, ni sabía lo de Paco. pero gracias a ti ahora les conocemos :ok::
 
  • #13
Mi reconocmiento también para Sandokán.
 
  • #14
Impresionante. Que humanidad.
 
  • #15
Un jabato el tío. Estos son los héroes de verdad
 
  • #16
:clap::clap::clap::clap:
Gran Hilo.....

No creo que existan palabras para agradecer a esta Gente lo que hace.. o han hecho...

:worshippy::worshippy::worshippy::worshippy:
 
  • #17
que fiera, esos si son huevos, y no los de muchos que estan reconocidos por tonterias, eso si ya que a salvado mas de una, como premio y seguridad ciudadana , ya le podian fichar como socorrista
 
  • #18
La historia es muy buena desde el punto de vista humano.. sin embargo creo que lo que comentas en bastante grave .. sin sacar tampoco conclusiones sobre la actuación de los socorristas.. estas cosas merecen una investigación.
Totalmente de acuerdo. ¿Y si no llega a existir Paco? ¿Se hubiera ahogado una persona simplemente por ser grande? No suelo visitar mucho Santander, por su cercanía a mi tierra(tonterías que tiene uno), pero desde luego que la próxima vez que vaya, mi metro ochenta y cinco y algo más de 100 kilos buscaran a Paco sin dudarlo antes de echarse al agua, por lo que pueda pasar.
 
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