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La medicion del tiempo en la antigüedad:el reloj de sol (Parte I)

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"La historia del reloj es una de las páginas más fascinantes de la lucha del genio humano por comprender las fuerzas de la naturaleza y dominarlas" (Patricio barros citando a F.Zavelski)
Inicio una serie de artículos sobre la historia de la medición del tiempo, ahora que estoy descansando y tengo tiempo.Espero que no os aburran demasiado.Este primero se lo dedico a mi compi Pumuki97, con quien he disfrutado estos días hablando de los radiocontrolados.
Divido éste primer hilo en dos para no hacerlo demasiado largo.Esta tarde el segundo.

Marco Vitrubio Pollón se arrebujó en su capa al sentir el frío que le golpeó la cara en la puerta de su insula.Lo peor es que el aire arrastraba tambien el hedor de una Roma podrida en sus calles y en su estructura política.El emperador Tiberio se había retirado a su palacio tras ordenar el asesinato de su propio hijo Sejano y de todos los supuestos trsidores que junto a él habían pleneado derrocarlo.La matanza, que terminó arrojando los cadáveres al Tíber, habia teñido el río de un dramático color púrpura.
Marco sintió una punzada en el estómago y se dirigió calle abajo para desayunar algo de queso y leche en una taberna cercana.
Metió la mano en el bolsillo discretamente - no era cuestión de despertar la codicia de los amigos de lo ajeno que seguramente a esa hora todavía no se habrían retirado del todo pues las luces y sombras de aquel amanecer de invierno bien podían amparar una última fechoría antes del desayuno- y sacó su horologium.

Suspiró al percatarse de que difícilmente el horologium le ayudaría, al transitar por una calle tan estrecha que apenas permitía la llegada de unos tímidos rayos de sol, y en cualquier caso no le importaba demasiado, sabía que era la hora prima, y tenía tiempo hasta la hora tertia, en que había quedado con sus clientes en el foro.

Apretó el paso dejando atrás las estrechas calles del Aventino y llegó a una avenida más principal, ahora empezada a transitar por comerciantes en sus carruajes camino del foro y de los diferentes mercados.Su taberna favorita hacía esquina y su tabernero, Publio, había tenido la feliz idea de poner unos bancos de madera en el exterior.Marco se sentó en uno de ellos deleitándose, a pesar del frío, en un rayo de sol que le daba justamente en la cara.
Sacó de nuevo su horologium y consultó la hora.Su pequeño instrumento en forma de medio huevo tenía una intrincada y precisa malla grabada en su interior y un minúsculo apéndice que proyectaba la sombra sobre dicha malla indicando el momento del día.
Publio se había acercado sigilosamente a su cliente y, mirando por encima del hombro dijo:-"Marco Vitrubio, por todos los Dioses! ¿Es ese instrumento uno de esos horologium de los que tanto he oído hablar?"-
Marco dió un respingo y se apresuró a guardar el instrumento en su bolsillo -"¡Naturalmente que lo es! Me has dado un susto de muerte.¿Puedes darme algo de desayunar?"- Publio se lo quedé mirando y esbozando una media sonrisa posó su mano en el hombro de Marco mientras decia:"Mi querido Marco, me acaban de traer leche de cabra fresca, tengo queso de Campania y pan recien hecho, y te obsequiaré con uvas, almendras e higos frescos...pero me voy a sentar a desayunar contigo si me aceptas.Yo no tengo estudios, pero me gusta aprender.Permíteme que compartamos este desayuno que corre de mi cuenta si me lo cuentas todo acerca de tu horologium"
Marco se quedó pensativo porque la solicitud de una lección le había pillado por sorpresa.El tema era muy complejo y suponía un reto explicárselo a Publio en términos que pudiera entender.Pero si Marco tenía un defecto éste era que no podía sustraerse a los retos, y contestó:"De acuerdo, mi amigo tabernero, te lo explicaré.Pero habrás de traer además de la leche un poco de mulsum no sea que se me quede la garganta seca de tanto hablar".
Publio se dió un golpe en el pecho expresando su satisfacción y dándose media vuelta se dirigió al interior de la taberna, en cuya oscuridad desapareció diciendo"No será necesario rebajar el vino con agua...tengo unas anforas de Hispania de un vino color rubí tan suave que te podrías bañar en él!"
Marco se quedó pensativo.Había quedado con sus clientes en el foro a la hora tertia, todo el mundo lo hacía...pero cómo sabía la gente - como sabían todos - que era lo hora tertia y no otra?Sonrió al pensar en lo que eél llamaba la teoría de la aproximación.La hora tertia era la hora central del día, cuando el sol estaba en su Zénit, y era la hora habitual de verse en el foro.La exactitud y el protocolo determinaban que la hora tertia era a mediodía, cuando más gente se concentrase alrededor del obelisco.A más gente concentrada, más exacta la hora.Desde que tenía su preciado horologium y empezó a desarrollar una enfermiza pasión por la exactitud, se dió cuenta que la hora de mayor concentración de gente en el foro no era la hora tertia, sino aproximadamente una hora despues en invierno, mientras que en verano la cosa tambien cambiaba.Recientemente había regresado de Britania, donde su horologium había perdido exactitud, y descubrió que su instrumento de origen griego estaba regulado para el sol en Roma, y no tan al norte.Esto le tenía fascinado.
¡Marco! - una voz le sacó de su ensimismamiento - ¿Ahora te gustan los hombres, amigo?- dijo Claudio Lúculo pasando a caballo.marco saludó alzando la mano sin entender, hasta que calló en la cuenta de que la mesa estaba servida como para un banquete y el tabernero le miraba fíjamente con una sonrisa arrobada que se había congelado en su rostro.
-Bueno, bueno, Publio- dijo separándose un poco hacia el otro extremo del banco de madera - ¿qué es lo que quieres saber entonces?
Quiero saber cómo puede un horologium de esos que lleváis los ricos en el bolsillo ayudarme a medir el tiempo.
Marco suspiró, cogió un trozo de queso, y comenzó a hablar...
 
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Me has dejado impaciente en la espera de la segunda parte.... gracias por el relato
 
:clap::clap:Gracias!!!!:Cheers::Cheers::Cheers:

Esperamos la segunda parte con ganas, un saludo!!
 
que interesante
 
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