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A cuenta del post de Landatx sobre Tolo Calafat

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Gran Cruz al Mérito Forero
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Gran cruz
Extraído del libro del que os hablaba, "Mal de Altura". Todo lo que se cuenta es real, más información sobre lo que ocurrió aquí:

https://www.libreriadesnivel.com/libros/mal-de-altura/9788498291452/

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Capítulo 17, La Cima. 10 de mayo de 1996, 15:40h, 8.848 metros

(…) El 10 de mayo, Guy Cotter, que era amigo de Hall y de Fisher, se encontraba casualmente a varios kilómetros del campamento base del Everest. Estaba guiando una expedición al Pumori y había captado las transmisiones radiofónicas de Hall a lo largo de todo el día. A las 14:15 habló con Hall, que estaba en la cima, y todo parecía ir bien. Sin embargo, a las 16:30 Hall llamó para decir que Doug no tenía oxígeno ni fuerzas para andar. “¡Necesito una botella de oxígeno! – exclamó desesperado, aunque nadie en la montaña podía oírlo -. ¡Que alguien me ayude, por favor!”

Cotter se alarmó. A las 16:53 trató de convencer a Hall de que descendiera cuanto antes a la cima Sur. “La llamada fue más que nada para instarlo a bajar en busca de las botellas – explica Cotter -, porque sabíamos que sin oxígeno no podía ayudar a Doug. Rob dijo que él se veía capaz de bajar sin problemas, pero con Doug no.”

Cuarenta minutos después, Hall aún estaba con Hansen en lo alto del escalón Hillary, sin ir a ninguna parte. En conversaciones radiofónicas con Hall a las 17:36 y luego a las 17:57, Cotter imploró a su amigo que dejara a Hansen y bajara solo. “Sé que pareceré un hijo de puta por decirle a Rob que abandonara al cliente – confiesa Cotter -, pero estaba muy claro que no tenía otra alternativa.” Hall, sin embargo, no quiso saber nada de bajar sin Hansen.

No hubo más noticias de Hall hasta la noche. A las 2:46, Cotter dormía en su tienda al pie del Pumori cuando de pronto captó una larga transmisión, llena de interrupciones: prendido de la correa de la mochila, Hall llevaba un micrófono por control remoto que de vez en cuando se abría solo. En este caso, dice Cotter, “no creo que Rob se diera cuenta de que estaba transmitiendo. Oí que alguien chillaba, pudo haber sido Rob, pero no estaba seguro porque había mucho ruido de fondo a causa del viento. Pero le oí gritar algo así como “¡Muévete! ¡No te pares!”. Supongo que se lo decía a Doug”.

Si sucedió así, significaría que en las primeras horas del día Hall y Hansen – tal vez acompañados de Harris – seguían bajando por el escalón Hillary en medio del vendaval camino de la cima Sur. Y también que tardaron más de diez horas em cubrir un tramo que suele bajarse en menos de media hora.

Naturalmente, todo esto es pura especulación. Lo que es seguro es que Hall lamó por radio a las 17:57. En ese momento, él y Hansen seguían en el escalón; y luego a las 4:43 de la mañana del día 11, cuando contactó de nuevo con el campamento base, habían descendido hasta la Antecima. Para entonces, ni Hansen ni Harris estaban con él.

En una serie de transmisiones efectuadas en las dos horas siguientes, Rob dio muestras de estar confuso y falto de lógica. A las 4:43 le dijo a Caroline Mackenzie, la doctora del campamento base, que las piernas ya no le obedecían y que estaba “demasiado torpe” para moverse. Con voz ronca y apenas audible, agregó: “Harold estuvo conmigo anoche, pero ahora no lo veo por ninguna parte. Parecía muy débil.” Acto seguido, obviamente desconcertado, preguntó: “¿Estaba conmigo o no? ¿Me lo puede decir alguien?”

Para entonces Hall disponia de dos botellas de oxígeno llenas, pero las válvulas de su mascarilla estaban tan atascadas a causa del hielo que el gas no le llegaba. Afirmó, no obstante, que estaba intentado descongelar el aparato, lo cual, en palabras de Cotter, “hizo que todos nos sintiéramos un poco mejor. Era la primera cosa positiva que le oíamos decir”.

A las 5:00, el campamento base pasó una llamada vía satélite a Jan Arnold, la mujer de Hall, que se encontraba en Christchurch, Nueva Zelanda. Arnold había coronado el Everest con Hall en 1993 y no se hacía ilusiones sobre la situación por la que su marido estaba pasando en el pico. “El corazón me dió un vuelco cuando oí su voz – recuerda Arnold -. Noté que arrastraba mucho las palabras, parecía como si estuviera flotando. Yo había estado en la cima y sabía lo duro que debía ser con mal tiempo. Rob y yo habíamos comentado la imposibilidad de rescatar a alguien de la cresta final. Como él mismo decía: ‘Es como estar en la luna’.”

A las 5:31, Hall se tomó 4 miligramos de dexametasona oral y señaló que seguía intentando limpiar la mascarilla de oxígeno. Hablando con el campamento base, no dejó de interesarse por el estado de Makalu Gau, Fischer, Beck Weathers, Yasuko Namba y sus otros clientes. Parecía especialmente preocupado por Andy Harris y preguntaba una y otra vez por su paradero. Cotter dice que intentaron desviar la cuestión “porque no queríamos darle más motivos para que se quedara allá arriba. En un mometo dado Ed Viesturs entró en las ondas desde el campamento II y dijo, mintiendo: “No te apures por Andy; está con nosotros aquí abajo.”

Algo más tarde, Mackenzie preguntó a Hall cómo se encontraba Hansen. “Doug ha muerto”, contestó Hall sin más. Fue la última mención que hizo de él.

(…)

A las 6:00, Cotter le preguntó a Hall si el sol ya había salido. “Casi”, respondió Hall, lo que era una buena noticia, porque un momento antes había dicho que el frío le hacía tiritar de forma incontrolada. Eso, sumado a su anterior afirmación de que no podía mover las piernas, había sido un duro golpe para quienes escuchaban la conversación desde abajo. No obstante, era de por sí increíble que Hall aún estuviera con vida tras pasar la noche al raso y sin oxígeno a 8.750 metros, con vientos huracanados y a 70 grados bajo cero.

(…)

Después de casi cuatro horas intentando desatascar su mascarilla, Hall consiguió por fin que funcionara, y sobre las nueve de la mañana estaba respirando oxígeno adicional por primera vez, llevaba más de dieciséis horas sin hacerlo por encima de los 8.700 metros de altitud. Mucho más abajo, sus amigos trataban de sumar esfuerzos para hacerlo bajar. “Rob, aquí Helen desde el campamento base – intervino Wilton, que parecía al borde de las lágrimas -. Piensa en tu hijo. Dentro de meses vas a poder ver su carita, así que haz el favor de moverte.”

En varias ocasiones Hall anunció que se disponía a bajar, e incluso una vez dimos por hecho que había abandonado la cima Sur. En el campamento IV, Lhakpa Chhiri y yo tiritábamos de frío fuera de las tiendas, mirando un puntito que avanzaba muy despacio por la parte sur de la arista Sureste. Convencidos de que se trataba de Rob, que se había decidido a bajar, nos palmeamos la espalda de alegría y lo animamos a gritos.

Pero el optimismo se esfumó una hora después, cuando advertí que el puntito seguía en el mismo sitio; de hecho era sólo una roca, una simple alucinación provocada por la altitud. En realidad, Rob ni siquiera había abandonado la cima Sur.

Hacia las 9:30, Ang Dorje y Lhakpa Chhiri dejaron el campamento IV e iniciaron la ascensión a la Antecima con un termo de té caliente y dos botellas extra de oxígeno, con la intención de rescatar a Hall. Se enfrentaban a una tarea formidable. Si bien el rescate de Pittman y Fox a cargo de Anatoli Boukreev la noche anterior había sido realmente portentoso, palidecía en comparación con lo que los sherpas se proponían hacer: Pittman y Fox estaban a veinte minutos a pie de las tiendas y en terreno relativamente llano; Hall, por contra, estaba casi mil metros más arriba del campamento IV, lo que suponía una fatigosa escalada de ocho o nueve horas en el mejor de los casos.

Y aquél, sin duda, no era el mejor de los casos. El viento soplaba a más de 40 nudos; tanto Ang Dorje como Lhakpa estaban agotados de ir y volver de la cima el día anterior. Por ende, si conseguían llegar hasta Hall sería por la tarde, lo que sólo les dejaría un par de horas de sol para iniciar algo aún más difícil: bajar. Pero su lealtad hacia Hall era tal que ambos sherpas hicieron caso omiso de los obstáculos y partieron hacia la cima Sur a un paso tan vivo como les fue posible.

(…)

El día había empezado radiante y sereno, poero el viento no amainaba, y a eso del mediodía el pico estaba envuelto en espesas nubes. En el campamento II el equipo de IMAX informaba de que el viento que batía la cima era como un escuadrón de Boeings, pues tanto era el ruido que se oía dos mil metros más abajo. En el ínterin, Ang Dorje y Lhakpa se afanaban en la arista Sureste decididos a llegar hasta Hall con tormenta o sin ella. A las 15:00, más de doscientos metros por debajo de la Antecima, el viento y el frío pudieron con ellos, y los sherpas tuvieron que rendirse. Lo habán intentado con valentía, pero no había sido posible; y en cuanto dieron media vuelta para descender, las oportunidades de que Hall sobreviviera se extinguieron.

Durante todo el 11 de mayo, sus amigos y compañeros de equipo insistieron en rogarle que intentara bajar por sus propios medios. En varias ocasiones Hall anunció que se disponía a hacerlo, poer luego cambiaba de parecer y seguía donde estaba. A las 15:20, Guy Cotter – quien para entonces había llegado a pie al campamento base del Everest desde su propio campamento en el Pumori – lo amonestó por radio:

- Rob, haz el favor de bajar.

Hall le espetó, enfadado:

- Mira, amigo, si pensara que puedo agarrar los nudos de la cuerda fija con las manos congeladas, habría bajado hace ya seis horas. Mándame un par de chicos con un gran termo lleno de algo caliente, y todo irá bien.

- Verás, Rob – dio Cotter, tratando de explicarle que el intento de rescate no había prosperado -, los sherpas que han subido esta mañana han encontrado vientos muy fuertes y han tenido que volver; pensamos que lo mejor es que vayas bajando poco a poco.

- Puedo durar una noche más si me envías de buena mañana a un par de hombres con un poco de té sherpa, pero no más de las nueve y media o las diez – repuso Rob.

- Eres un tipo duro, sí señor – dijo Cotter, a punto de quebrársele la voz. Te mandaremos a alguien por la mañana.

A las 18:20, Cotter llamó a Hall y le informó de que Jan Arnold estaba al teléfono vía satélite desde Christchurch y que esperaba que le pasaran la comunicación.

- Dame un minuto – pidió Rob -. Tengo la boca seca. Voy a comer un poco de nieve antes de decirle nada. -Al cabo de unos minutos volvió a hablar; su voz sonaba horriblemente distorsionada y ronca -. Hola, cariño. Espero que estés calentita en la cama. ¿Cómo va todo?

- ¡No sabes cuánto pienso en tí! – contestó Arnold. Por la voz, veo que no estás tan mal como creía… ¿Tienes mucho frío?

- Teniendo en cuenta la altitud y el escenario, se puede decir que estoy cómodo – respodió Hall, esforzándose por no alarmarla.

- ¿Y los pies?

- No me he quitado las botas para comprobarlo, pero creo que debo tenerlos un poco congelados…

- No sabes cuánto desearía que estuvieras en casa para cuidarte. Estoy segura de que te rescatarán, cariño. No creas que estás solo. ¡Te mando toda mi energía positiva!

Antes de cortar, Hall le dijo a su esposa:

- Te quiero. Que duermas bien, mi amor. Y no te preocupes demasiado.

Estas fueron las últimas palabras que se le oyeron pronunciar. Los intentos de contactar por radio con él aquella noche y a la mañana siguiente no dieron resultado. Doce días después, cuando Breashears y Viesturs coronaron la cima Sur camino de la cumbre, hallaron a Hall tumbado sobre el costado derecho en un pequeño hoyo de hielo, sepultado de cintura para arriba bajo un montón de nieve.


Imagen: Rob Hall y Jan Arnold, 1994.
 
Este libro es uno de los que tengo pendientes ya que hace poco leí "in to the will" del mismo autor y me gusto mucho. Gracias por recordarlo.

En cuanto a la tragedia de Tolo en el annapurna o el incidente que describe en este libro krakauer sobre la tragedia en el Himalaya me es dificil pronunciarme ya que carezco de conocimientos sobre alpinismo , y aquí estamos hablando de la élite de este deporte y su comportamiento en situaciones extremas, donde la capacidad de raciocinio queda mermada.


Por lo leido en los dos casos siempre hay polémica de como se actuó y si las decisiones durante la escalada o rescate que se toman obedecen a intereses comerciales.
 
Qué mundo¡¡¡¡¡¡
Están hechos de otra pasta.

Echaré un vistazo a ese libro.

Un saludo
 
Se trata el libro de Jon Krakauer de un relato descarnado de lo que pasa en esas condiciones tan extremas.

En mi opinión es muy sincero porque no se disculpa de sus errores y estudia también lo que hicieron otros como el Rob Hall, Scott Fischer y sobre todo Toli Boukreev.

Muy buena la foto que pones de la cima del Cho Oyu con el Everest y el Lhotse detrás.
 
Hay que aclarar que Krakauer tuvo que aclarar algunas cosas que dijo en el libro sobre el ruso Boukreev ,acerca del incidente de 1996 en el Everest donde murieron varias personas.
 
Voy a evitar leerme el texto, porque espero comprar el libro hoy mismo ;-)

Como decía en el hilo que mencionas, me ha picado la curiosidad con todo esto y quiero entender un poco mejor lo que pasa en esas altitudes. La verdad es que buscando en Youtube videos en la cima del Everest, salen a patadas. Yo pensaría de antemano que suben 4 alpinistas de élite, y la realidad debe ser muy distinta.

Ésta foto de
lostlink.jpg
, que os recomiendo leer, me ha chocado mucho:

lostimage.jpg
 
Hay que aclarar que Krakauer tuvo que aclarar algunas cosas que dijo en el libro sobre el ruso Boukreev ,acerca del incidente de 1996 en el Everest donde murieron varias personas.

Es cierto que exisitió mucha polémica entre ellos, pero sinceramente creo que la postura de Krakauer es más lógica, él no era uno de los guias, simplemente era un cliente y sin experiencia a 8000 metros. Boukreev era un himalayista consumado y no creo que tenga justificación el haber ascendido sin oxígeno siendo guia de la expedición, ni que bajara tan pronto. Eso si su comportamiento posterior fue magnífico saliendo a buscar a los perdidos.

Saludos

Rafael
 
Voy a evitar leerme el texto, porque espero comprar el libro hoy mismo ;-)

Como decía en el hilo que mencionas, me ha picado la curiosidad con todo esto y quiero entender un poco mejor lo que pasa en esas altitudes. La verdad es que buscando en Youtube videos en la cima del Everest, salen a patadas. Yo pensaría de antemano que suben 4 alpinistas de élite, y la realidad debe ser muy distinta.

Ésta foto de
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, que os recomiendo leer, me ha chocado mucho:

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Quienes busquen en You Tube "Muerte en el Aconcagua", veràn una filmaciòn escalofriante, pido disculpas por no facilitar el link, pero por aquì ya es tarde y me gustarìa dormir tranquilo.

Saludos cordiales.
 
Quienes busquen en You Tube "Muerte en el Aconcagua", veràn una filmaciòn escalofriante, pido disculpas por no facilitar el link, pero por aquì ya es tarde y me gustarìa dormir tranquilo.

Saludos cordiales.

Dejo el video, la verdad que es un poco fuerte. En su momneto lo ví y me impactó mucho.



Un saludo
 
Estado
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